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2El arjé (o arché) es aquello que va a servir para explicar la physis, su origen, su movimiento y las leyes que la rigen. Arjé significa “principio”, y tiene tres acepciones:
a)
: el arjé es el constituyente primero en el sentido cronológico a partir del cual se generarán el resto de los seres. Como ya hemos dicho, los griegos no creían en una creación ex nihilo (= a partir de la nada). Por tanto, tenía que existir algo eterno a partir de lo cual se había producido el cosmos.
b)
: es aquello de lo que están compuestos todos los seres y por tanto, es permanente. Ya hemos dicho que el arjé es eterno puesto que no procede de nada, ha existido siempre. Por la misma razón, tampoco puede desaparecer. Se transforma en los distintos seres, pero permanece a través de los cambios como constituyente último de todo lo real. c)
: el arjé es el principio explicativo de los cambios, ya que como constituyente último de la physis se corresponde con la esencia de todo lo real, y por tanto con la ley necesaria que rige el cosmos.
3Todo estaría formado por aire, el cual por rarefacción (pierde densidad) produce el fuego y el viento, y por condensación (aumenta su densidad) da lugar a las nubes, al agua, a la tierra, las piedras y los seres vivos, por este orden. Su arjé es por tanto una sola sustancia material que conforma el resto de materias meramente por cambios cuantitativos (disgregándose o concentrándose) La elección del aire como arjé se debe a que este se asociaba con el alma, es decir, con la actividad y la vitalidad (psique, la palabra griega que designa el ánima, significaba originalmente “aliento”) por ello, podía considerarse que el aire daba lugar no sólo a las distintas formas de materia sino a los seres vivos. De hecho, AnaxíMenes consideraba que el universo en su conjunto se comportaba como un ser vivo y por ello decía: «Lo mismo que nuestra alma, que es aire, nos sostiene, igualmente el aire envuelve al mundo entero».
4Los pitagóricos proponen por tanto un arjé que ya no es meramente material como el de los milesios, sino que es formal y abstracto. Sin embargo, no se trata aún de un arjé exclusivamente inteligible y conceptual, como los que propondrán Parménides y Heráclito, ya que los números abstractos constituyen los objetos por medio de puntos, líneas y superficies geométricas, que sí pueden considerarse materiales. Los pitagóricos consideraban que el número estaba compuesto de dos elementos, lo impar y lo par, que se correspondían con lo limitado y lo ilimitado
5La armónía que caracteriza al universo no es una armónía estática, sino dinámica: un «equilibrio dinámico de tensiones entre contrarios», una armónía tensa, como en el arco o la lira. Por tanto, los cambios -el devenir- no suceden de modo caótico o irracional, sino de acuerdo con ciertas leyes y principios. A todos los cambios del universo subyace un mismo y único principio que los explica, una ley única, el Logos. Este Logos es el verdadero arjé de Heráclito, ya que es el que constituye la realidad
7Los sofistas criticaron duramente al lenguaje como instrumento del conocimiento.
El lenguaje no puede representar la realidad, y por tanto no puede expresar nada auténticamente verdadero. La función del lenguaje no será por tanto la de alcanzar la verdad (una función cognoscitiva), sino una función pragmática: el lenguaje sirve para convencer a los demás y que actúen como uno quiere que lo hagan. Por ello, los sofistas valoraban especialmente la retórica y la dialéctica, es decir, las disciplinas que permitían hacer discursos persuasivos ante la asamblea e intervenir con éxito en los debates. De hecho, la mayoría de los sofistas fueron profesores de retórica.
9En esta cita Protágoras puede referirse al hombre como especie o al hombre como individuo. La primera opción querría decir que el hombre conoce siempre desde sí, y por tanto no puede alcanzar principios absolutos, pero sí sería posible un conocimiento común para todos los individuos (no absoluto, pero sí intersubjetivo). La segunda opción haría la verdad relativa a cada individuo y su situación, con lo cual no sería posible conocimiento de ningún tipo. Lo más probable es que este sea el sentido que le daba Protágoras, puesto que también sabemos que afirmó que sobre cualquier asunto siempre se pueden defender dos tesis opuestas con argumentos igualmente válidos.
10Si se diese el caso de que un hombre pudiese conocer algo existente, no podría comunicarlo a otro, puesto que la comunicación se realiza con palabras, y las palabras no son las cosas, de tal modo que lo que comunicamos son sólo palabras, nunca la realidad misma, porque “lo que es tiene su fundamento fuera de nosotros y no puede convertirse en palabra nuestra” Gorgias, además, argumenta de una manera mucho más pragmática que las palabras no significan exactamente lo mismo para todas las personas, con lo cual no es posible que una persona comunique a otra su pensamiento con exactitud.
Nos comunicamos por medio del lenguaje, pero este no puede representar ni nuestros pensamientos ni la realidad misma, porque las palabras tienen significados relativos a la persona que las emplea. Por tanto, Gorgias separa lo que Parménides y Heráclito habían unido: ni la realidad es igual al pensamiento, ni el pensamiento es igual al lenguaje.
1Se consideraba que las leyes procedían de los dioses, pero lo destacable era que no estaban escritas. Esto último podía llevar a cualquier tipo de abuso. Cuando los griegos aprendieron a escribir se luchó porque se escribiesen y fueran hechas públicas. Una vez escritas éstas podrían ser criticadas e incluso reformadas. La importancia de las leyes escritas para el nacimiento de la filosofía es que aparecen como un marco o criterio externo de comportamiento, lejos de la arbitrariedad y el capricho.
Esta misma función cumple la acuñación de la moneda, que provee de una idea de valor independiente de la necesidad personal y estimable según una escala objetiva.
Por último destacar la importancia de la libertad. En el ámbito político la libertad viene representada por la democracia, donde los individuos libres sólo reconocen la autoridad de las leyes. En el ámbito religioso, al no existir un colegio oficial de sacerdotes que se ocupara de garantizar la ortodoxia doctrinal, lo general era aceptar la libertad religiosa.
Sólo en un ambiente como este pudo nacer la filosofía.
6Anaxágoras afirma que el ser existe siempre y nada nuevo puede originarse, también propone un arje las homeomerias o también llamado semillas,Las homeomerías, a diferencia de los átomos de Demócrito, son divisibles hasta el infinito dice que la materia es inerte y necesita otro postulado otro principio que imprimiese en la materia la actividad de que esta carecía. A este principio lo llama nous (mente, espíritu) y lo considera inteligente, puro, sabio, dinámico y existente por sí (lo mismo que la materia inerte) El nous es algo separado de la materia, nada lo limita y es completamente autónomo; lo conoce todo y tiene el máximo poder.
Por otro lado Demócrito afirma el ser (lo lleno) y el no-ser (lo vacío),). El ser a su vez está dividido en infinitos átomos, cada uno de los cuales tiene las mismas propiedades que el ser de Parménides: son inengendrados, indestructibles, inmutables, finitos, compactos, homogéneos e indivisibles lo contrario a Anaxágoras. El afirma la existecia del vacío cosa que Anaxágoras y otros filósofos lo ven una estupidez,Según Demócrito, para explicar el movimiento sólo hacen falta los átomos y el vacío. Es innecesario postular ningún tipo de fuerza ajena a la materia, como el Amor, el Odio o el Nous. Existiendo el vacío, los átomos pueden desplazarse por él libremente en todas las direcciones por el azar.
8El término “sophi”, que es el que se autoaplicaban los sofistas, significaba originalmente “experto”, “maestro”, y fue el mismo que se aplicó a los Siete Sabios (Platón se denominaba “filósofo”, es decir, el que ama la sabiduría pero aún no la posee, precisamente para diferenciarse de los sofistas, a los que criticó encarnizadamente y acusó repetidas veces de ser estafadores que se fingían sabios). Se encargaban de enseñar a sus discípulos.