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¿QUIÉN ES EL HOMBRE? El hombre es un ser querido por Dios, creado a imagen y semejanza y llamado a la relación personal con Él. Cada uno es amado por Dios de un modo único y personal. Somos “la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma”. Pero el hombre es querido como interlocutor de Dios. Está destinado a ser su hijo en Cristo. Ese es el fin de toda persona, su vocación original. A) Naturaleza Religiosa El hombre es un ser religioso: alguien referido y destinado a Dios.»El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; B) Imago Dei, imagen de Dios 1- Somos criaturas. Dependemos de Dios. Nos realizamos y perfeccionamos en la medida en que tendemos a Dios y nos dirigimos a Él. 2-Somos seres espirituales, es decir, dotados de inteligencia, voluntad y libertad. 3- Somos seres personales. El término “persona” designa al sujeto espiritual, que tiene, al mismo tiempo, una fuerte identidad personal y una gran capacidad de comunión o de vínculo espiritual. El modo de ser propio de la persona, es ser: -Sujeto espiritual, lo que supone una capacidad de obrar libre, a imagen de Dios, abierta a la verdad, el bien y la belleza. -Relación, lo que subraya que el ser humano es un ser hecho en y para la relación. Primero con Dios y también con los demás. Los aspectos más importantes de la vida humana son los que se refieren a la relación: el amor, la amistad, la sociedad, la cultura. 4-Poseemos una especial dignidad dentro del mundo. El hombre tiene la tarea de dominar la creación y de transmitir la “imagen de Dios” a través de la fecundidad humana. C) La Dignidad Humana La dignidad de la persona humana se capta como un bien que, por encima de las demás criaturas, participa singularmente del misterio de Dios. Los derechos humanos son los que tiene el hombre por su condición de persona humana y no por concesión de ninguna autoridad. Son derechos naturales e innatos. Carácterísticas derechos: Naturales: originarios de la naturaleza humana. Universales: pertenecen a todo hombre. Inviolables: existe la obligación moral de respetarlos.Inalienables: No pueden ser suprimidos por nadie.Irrenunciables: el respeto a los derechos humanos no puede ceder.D) El Hombre, Ser Corporal “En el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su uníón constituye una ÚNICA NATURALEZA”. “El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la «imagen de Dios».“No se debe, por tanto, despreciar la vida corporal.Argumentos del valor positivo del cuerpo:Ha sido creado por Dios, que vio que toda la Creación era «muy buena» y es parte de la imagen de Dios.El cuerpo humano ha sido santificado definitivamente por la Encarnación y glorificación de Cristo.Es templo del Espíritu Santo, ha sido santificado por la presencia de Dios.La Iglesia enseña la bondad y la belleza de la sexualidad y del matrimonio está llamado a la resurrección. E) Persona Sexuada: Varón Y MujerSólo hay dos modos de ser persona: varón o mujer. Los dos igualmente dignos e imagen de Dios.Ha inscrito en ellos la vocación al amor y a la comunión. Corresponde a cada uno aceptar la propia identidad sexual, reconociendo la importancia de la misma para toda la persona, su especificidad y complementariedad.PERSONA PECADORAEl hombre nace con el PECADO ORIGINAL, es decir, en un estado caído de la naturaleza humana (privada de la santidad y de la justicia originales) en el que recibimos nuestro ser y en el que desplegamos nuestra vida. Un estado en el que no todo responde al plan de Dios y donde la naturaleza de la criatura humana y sus relaciones personales se encuentran deterioradas por el pecado.
Pero por la primera desobediencia, el hombre pierde inmediatamente la gracia de la santidad original. La armónía en la que se encontraba queda destruida. La naturaleza humana no está totalmente corrompida, está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y a la muerte e inclinada al pecado.Santo Tomás resume en cuatro, las heridas de la naturaleza humana: 1.Oscurecimiento de la inteligencia: el ser humano sigue siendo capaz de conocer el mundo pero fácilmente se equivoca. 2.La malicia de la voluntad: hay una profunda alteración del orden de los amores. Pierde la primacía el amor que le mueve y une a Dios, el sumo Bien, y se impone el amor propio y los amores hacia las cosas, bienes inferiores.3.El desorden de los deseos: es el desajuste en las pasiones. Como el apetito no siempre se orienta a nuestro bien, dejarse llevar por las ganas muchas veces nos esclaviza.4.La debilidad del ánimo o pereza para afrontar el bien: La debilidad afecta a la fuerza y al control personal para enfrentarse con lo difícil. Sin valentía, sin vencer la cobardía, la timidez o la pereza, no se puede obrar con justicia y perseverar en el bien.HOMBRE REDIMIDO La gracia de Jesucristo la recibimos a través de la Palabra y de los sacramentos. El Bautismo constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Es el fundamento de toda la vida cristiana, la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. El fruto del Bautismo, o gracia bautismal, es una realidad rica que comprende: el perdón del pecado original y de todos los pecados personales; el nacimiento a la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo adoptivo de Dios y templo del Espíritu y Santo.Por la acción misma del bautismo, el bautizado es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y hecho partícipe del sacerdocio de Cristo.El Bautismo imprime en el alma un signo espiritual indeleble, el carácter, que consagra al bautizado al culto de la religión cristiana. Por razón del carácter, el Bautismo no puede ser reiterado.CHRISTIFIDELIS, FIEL CRISTIANOPor el Bautismo, el hombre se convierte en christifidelis. Se llama «fieles cristianos” a quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el pueblo de Dios, y reciben una participación de la función de Cristo. Todos los fieles «son» Iglesia y deben contribuir en el “hacer» Iglesia. Principios básicos que configuran el Pueblo de Dios: Principio de igualdad: todos son igualmente fieles, sin que existan cristianos más cristianos que otros; profesan la misma fe, participan de los mismos sacramentos y están igualmente vinculados a la autoridad eclesiástica y llamados a la plenitud de la santidad y al apostolado.Principio de variedad: hay una gran diversidad en los modos y formas de alcanzarlos, en los estados y condiciones de vida y en las vocaciones particulares y específicas.Sacerdocio:Sacerdocio común de los fieles: una consagración a Dios, por el que le damos culto y ofrecemos testimonio de Cristo y su obra. Es una participación en el sacerdocio de Cristo, que se recibe por la uncíón del Espíritu en el Bautismo y se perfecciona en la Confirmación. La condición sagrada de los fieles cristianos implica la doble llamada a la santidad y al apostolado.Sacerdocio ministerial: una peculiar consagración que configura al fiel, a Cristo Cabeza. Otorga gratuitamente la salvación, por la Palabra y los Sacramentos.El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial, se ordena el uno al otro, pues cada uno participa de una manera peculiar del único sacerdocio de Cristo.Fiel Laico: Vocación Y Misión Lo propio del laico es la secularidad, es decir, su misión es vivir las realidades del mundo: la vida familiar,social, cultural…Y desde ahí, «desde dentro”, ordenarlas a Dios, santificándolas y convirtiéndolas en medio de santificación. Los fieles laicos son hombres y mujeres, cristianos comunes, que viven su vocación en el mundo, en variadas circunstancias y situaciones, no a través de acciones extraordinarias, sino ordinarias, aunque realizadas de un modo extraordinario.
El mundo, porque ha sido creado por Dios, no es un obstáculo para la alcanzar la perfección cristiana, sino precisamente el lugar donde los fieles laicos están llamados a santificarse por su vocación propia. La tarea del laico es contribuir desde dentro, modo de fermento, en la santificación del mundo. SANTIDAD = La perfección de la caridad “La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas. “La caridad de Dios ha sido derramada en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Es una comunicación de los infinitos tesoros del Corazón de Cristo. Por eso la caridad permite amar como Cristo ha amado. Objeto de la Caridad: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente”. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.-Amor a Dios comporta: 1- Elección: elegirle como fin último de la propia vida 2- Benevolencia: querer el bien de la persona amada, querer lo que Él quiere, adherirse a su Voluntad.3- Amistad: es un amor de benevolencia mutuo; el amor del hombre a Dios es respuesta al amor de Dios a cada hombre.4- Cumplir su voluntad.-Amor al prójimo por amor a Dios La virtud de la caridad lleva también a amar a quienes Dios ama como hijos suyos. La caridad con el prójimo es una manifestación del amor a Dios. Hemos deportarnos como hijos de Dios con los hijos de Dios: -Amor a sí mismo por amor a Dios1- Buscar la propia santidad:Medios humanos: materiales (salud, condiciones materiales de la vida) y espirituales (mejorar la propia cultura, crecer en libertad, cultivar una personalidad madura).Medios sobrenaturales: participación en los sacramentos, la oración, la dirección espiritual…2- Rechazar el amor propio, el amor desordenado a uno mismo, el amor egoísta.APOSTOLADO La Iglesia existe para evangelizar. Para llevarlo a cabo lo primero es el compromiso de cada bautizado con la santidad, dar prioridad a la gracia, a la vida sacramental y a la caridad.Para anunciar el Evangelio hay que vivir el Evangelio: la llamada universal al apostolado está estrechamente unida a la llamada universal a la santidad en la Iglesia; de ahí que santidad y apostolado no pueden existir separadamente.Y por eso el verdadero misionero es el santo y se propone a los cristianos como «alto grado de vida cristiana ordinaria». En esta tarea evangelizadora «los fieles laicos ocupan un puesto concreto, a causa de su «índole secular», que les compromete, con modos propios e insustituibles, en la animación cristiana del orden temporal». Su apostolado es imprescindible en la Iglesia, porque consigue hacer llegar el mensaje de Jesucristo a todos los ambientes profesionales, sociales, culturales, políticos, económicos…Para poder llevar a cabo su misión, los laicos han de capacitarse para ella, puesto que no se trata sólo de saber qué quiere Dios de cada uno sino de hacerlo. “La formación de los laicos tiene como objetivo fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión”. Para secundar la voluntad de Dios es necesaria la gracia de Dios y la libre y responsable respuesta de cada uno.La formación ha de ser integral para que cree en cada uno una fuerte UNIDAD DE VIDA, en la que lo espiritual y secular están perfectamente entrelazados. Ha de abarcar la dimensión espiritual, bíblica, litúrgica, catequística, teológica, social, pastoral, moral, sexual… Esa formación no es privilegio de algunos sino un derecho y un deber de todos para poder realizar plenamente su vocación humana y cristiana. Puesto que la formación exige ser asumida, ser vivida, para que sea auténtica y eficaz, el principal responsable y protagonista de la formación es uno mismo. Exige medios humanos como son el estudio, la reflexión… Pero sobre todo la acción de Dios