Portada » Religión » Conformados a su imagen
Indisoluble: pues la uníón matrimonial implica la donación mutua e incondicional de las personas que la constituyen.
La unidad:
ya no son dos, sino una sola carne.
El Sacramento del matrimonio. Cristo elevó el matrimonio a condición de sacramento, fuente de gracia para quienes lo contraen.Es un sacramento que une a los contrayentes en el amor trinitario de Dios. Es un verdadero camino de santificación de los cónyuges.
2.1 Unidad:Uno con solo una. Exclusividad: el amor no se reparte, alcanza plenitud cuando sólo se entrega a otra persona. Monógamo, no polígamo.
El matrimonio católico se constituye por el “vínculo”: el “sí” libre, consciente y responsable de los esposos. Indisolubilidad: la Iglesia debe ser fiel a la voluntad de Dios sobre el matrimonio. Por eso nadie, ni siquiera el Papa, puede disolver un verdadero matrimonio.
2.3 Nulidad matrimonial: la Iglesia puede declarar jurídicamente nulas aquellas uniones que no tuvieron en su origen los requisitos indispensables para su validez. Cuando los tribunales eclesiásticos declaran la nulidad de un matrimonio, manifiestan que, aunque esa uníón tuviera la apariencia de matrimonio, nunca lo hubo. Por tanto, no anulan el matrimonio, sino que declaran su nulidad.
Psíquicas, cuando existe “un grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y deberes esenciales del matrimonio” (CDC, cánones 1095 – 1096).
Por defecto de forma, cuando no se cumplen los requisitos jurídicos para contraer matrimonio (CDC, cánones 1097 – 1104).
2.4 Divorcio: el divorcio es la ruptura del vínculo matrimonial aceptado libremente por los esposos de vivir juntos hasta la muerte. Es una ofensa grave a la ley natural y a la ley evangélica. El hecho de contraer una nueva uníón, aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura, pues el cónyuge casado de nuevo se haya en situación de adulterio público y permanente (CIC, nº 2384).
2.5 Procreación La obligación moral para los esposos cristianos de la fecundidad: traer hijos al mundo. Fruto del amor.
Estar lleno de amor quiere decir que algo gusta tanto que uno sale de sí mismo y se entrega a ello. Un músico puede entregarse a su obra maestra. Un educador de jardín de infancia puede estar con todo su corazón a disposición de sus pupilos. En toda amistad hay amor.
Una forma de amor particularmente hermosa es, el amor entre hombre y mujer, en el que dos personas se entregan mutuamente para siempre. Todo amor humano es una imagen del amor divino, en el que todo amor se encuentra. El amor es el interior más íntimo del Dios Trino. En Dios hay intercambio constante y entrega perpetua. Cuanto más ama la persona más se hace semejante a Dios
Dios creó al hombre como hombre y mujer. Los creó el uno para el otro en el amor. Los creó para la transmisión de la vida.Ser hombre o mujer marca profundamente al ser humano; es un modo diferente de sentir, una forma diferente de amar, una vocación diferente en relación con los hijos, otro camino de fe.
Dios ha concedido al hombre y a la mujer la misma dignidad como personas. La igualdad en dignidad y en derechos, no significa uniformidad. Un falso igualitarismo, que ignore peculiaridad propia del varón y la mujer, es contrario a la idea creadora De Dios.
Definición: del lat. Castitas=castidad. Es la virtud por la que un hombre capacitado para la pasión, reserva su deseo erótico de forma consciente y decidida para el amor y resiste a la tentación de excitarse con instrumentos o de utilizar a otras personas como medio de su propia satisfacción.Amor casto: (nº 404) un amor casto es un amor que resiste a todas las fuerzas, internas y externas, que quieren destruirlo. Es casto quien asume conscientemente su sexualidad y la integra en la persona. No hay que confundir castidad con mojigatería. Una persona casta no se deja llevar por sus deseos, sino que vive conscientemente su sexualidad a partir del amor y como expresión del mismo. La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia y un fruto de trabajo espiritual. Todo aquello que ayuda, por tanto, a convertirse en un ser humano más rico en relaciones, más maduro, más libre y más lleno de amor, ayuda también a amar castamente.
La Iglesia enseña que la paternidad y la maternidad han de ser responsables, al estar encuadradas en una comunidad de personas unidas por el amor. El papa Pablo VI clarificó ya en 1968 en qué consiste esa paternidad responsable:“En relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, la paternidad responsable se pone en práctica, ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener familia numerosa, ya sea por la decisión, tomada por grandes motivos y el respeto a la ley moral, de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido”.