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Empirista en el corazón de la Ilustración
Hume heredó del empirismo y de la Ilustración el afán por legitimar y fundamentar el conocimiento humano. Sabía que es difícil encontrar un conocimiento seguro, y mucho más en el ámbito de la filosofía donde las contradicciones y los replanteamientos son constantes. Considera necesario, previo a cualquier otra investigación, analizar el conocimiento mismo y para ello debe analizar el entendimiento humano la idea de Hume es: el hombre debe estudiarse a sí mismo para saber si sus producciones tienen alguna garantía de verdad. Hume considera que todos los contenidos mentales son fruto de nuestras percepciones y todas ellas provienen de la experiencia, ya que el innatismo es falso, y por tanto no hay ideas previas a la percepción. Clasifica las percepciones entendiendo a 3 características:
a. Impresiones o sensaciones. Son inmediatas. Son imágenes de la realidad.
b. Puedes ser ideas, que son copias difusas de las impresiones. Son producto de la imaginación y de la memoria y no consiguen llegar a la exactitud de las impresiones
a. Las ideas simples provienen de sus correspondientes impresiones simples. Las representaciones mentales con las que damos argumentos o razones son copias de nuestras impresiones.
b. Las ideas complejas pueden formarse de dos maneras: o bien a través de impresiones complejas, o bien de la combinación fantasiosa que realiza la imaginación cuando combina ideas simples. La imaginación se encarga de combinar ideas simples para formar ideas complejas, y aunque a veces pueden surgir ideas fantasiosas, lo habitual es que siga ciertas leyes, a las que denomina leyes de asociación de ideas. Estas leyes son tres:
1ª) Ley de semejanza. Una idea de semejanza guarda un cierto grado de similitud con la realidad
2ª) Contigüidad espacio-tiempo: una idea conduce a otra cuando hay una relación de proximidad
3ª) Relación causa-efecto: nuestro entendimiento crea una expectativa de futuro entre sucesos que se suceden temporalmente. Es la imaginación
Todos los contenidos mentales se reducen a impresiones o ideas y con ellas construimos juicios, afirmaciones, establecemos relaciones entre esas ideas, formulamos teorías, leyes… y todo ello constituye lo que es el conocimiento. Los juicios y afirmaciones que se pueden construir son de dos tipos:
1. Las cuestiones de hechos: es un juicio que establece relaciones entre hechos que hemos de comprobar mediante la experiencia, la observación. Son juicios posibles y por tanto contingentes.
2. Las relaciones de ideas es un tipo de juicio que establece relaciones entre ideas. No describe como es el mundo. No surge de la experiencia, sino del razonamiento. Son afirmaciones universales y necesarias. Su negación implica una contradicción
La conexión causa-efecto además de una ley de asociación de ideas, es una relación que atribuimos a los acontecimientos que suceden en el mundo. Esta relación es algo que se asume de una manera acrítica durante mucho tiempo. Sin embargo Hume desconfía de las posiciones dogmaticas y pretende examinar la legitimidad de esa idea. Para comprobarlo toma como criterio de validez la impresión. Es decir, para toda idea o creencia hay que probar de que impresión es copia, en caso de que no haya ninguno original, esa idea no es válida.
Hume observa que la relación causal se concive como una conexión necesaria, como si dos fenómenos A y B estuvieran unidos inevitablemente. Sin embargo Hume no encuentra ninguna impresión que valide este conocimiento. No encuentra ninguna impresión de necesidad que me relación el fenómeno A con el fenómeno B. Lo único de lo que tengo impresión es que el fenómeno A ocurre antes que el fenómeno B, y que siempre que ha sucedido B sucedió A.
La idea de conexión entre A y B es fruto de la imaginación. La costumbre lleva a la imaginación a pensar que siempre sucederá así. Por tanto, es el hábito y la costumbre la que establece la relación. Por otra parte, sin esta conexión el mundo se volvería caótico e imprevisible.
A pesar de la utilidad que supone esto, nunca puede ser considerado como un conocimiento universal y necesario; y Esto cuestiona la validez de la ciencia.
La mayor parte de las explicaciones de la ciencia se basan en la relación de causalidad, y si esta no es una ley universal, sino una creencia/habito, cualquier ciencia que se fundamente en la causalidad pierde la categoría de ciencia.
El edificio de la ciencia se tambalea. Los enunciados científicos no pueden considerarse leyes universales y se convierten en creencias apoyadas en la costumbre y la traducción. La comprobación repetida de 1 fenómeno proporciona a nuestra razón la confianza para creer en la infalibilidad de estos principios. Sin embargo, no son más que creencias probables.
La teoría del conocimiento del que parte Hume, de que toda idea proviene de la experiencia, cuestiona la metafísica, porque según Hume los argumentos que utiliza la metafísica ni son cuestiones de hecho ni son relaciones de ideas. Es decir, no describe cosas que ven, ni trata de evidencias. Parte de un concepto fundamental en la metafísica de la idea de sustancia que es la idea cartesiana
Descartes distingue entre sustancia extensa, sustancia infinita y sustancia pensante
Para Lock la sustancia es incognoscible; Hume afirma que la idea que tenemos de sustancia es la de una realidad objetiva que actúa de soporte de las cualidades que causa nuestras impresiones.
Pero, ¿De dónde procede esa idea? ¿De algo objetivo?
Al margen del olor, color, textura… no encontramos ninguna impresión de esa supuesta realidad subjetiva. Si no proviene de ninguna impresión, esa idea no está fundamentada, es decir, no es validad, por tanto tengo que considerarla un producto de nuestra imaginación. Además, todas nuestras impresiones son puntuales y discontinuas. En cambio, de la sustancia tenemos una concepción continua y estable en el tiempo, y no hay ninguna impresión que reúna esas cualidades, por tanto el concepto de sustancia no puede ser más que una invención de nuestra imaginación, útil para nuestra existencia.
– La sustancia infinita: Dios, La idea que tenemos de Dios es la de una sustancia infinita con todas las perfecciones. Para poder tener una idea así debemos tener una impresión perfecta e infinita, y esto es imposible, porque las impresiones son discontinuas e impuntuales. Por tanto, la idea de Dios se queda sin una impresión que la legitime. Por tanto concluimos que no existe ningún conocimiento ni teológico ni metafísico de Dios. Sin embargo, al igual que con la sustancia extensa, considera que la creencia en Dios es necesaria y natural al hombre.
– Critica a la sustancia pensante. Poner en duda esta idea es poner en tela de juicio la existencia de un yo como sujeto que tiene percepciones. Para Descartes el yo es la primera evidencia. Para Hume sin embargo supone cuestionarse de que impresión deriva la idea de una sustancia que tiene percepciones, pero que es distinta de ella. La conclusión a la que llega es que no deriva de ninguna impresión, si lo hiciera sería algo que permaneciese en el tiempo. EL hombre es la suma de sus percepciones, ahora frio, ahora calor, ahora hambre, ahora felicidad… eso soy yo y va cambiando. Bajo todas esas percepciones creemos que el yo permanece idéntico como núcleo de nuestra personalidad.
La teoría ética de Hume está en consonancia con sus planteamientos escépticos. Rechaza los intentos de fundamentar la ética en la razón. Hasta él, todas las teorías éticas defendían que el bien y el mal dependían de lo que la razón juzgue como bueno o malo. Sin embargo Hume considera que la moral es un conjunto de juicios extraídos de la experiencia con los que intentamos influir en nuestras conductas y en las de los demás. La razón no puede influir en los juicios éticos puesto que estos tienen por objeto el deber ser, y la razón solo puede emitir las acciones morales no pueden ser consideradas verdaderas o falsas sino buenas o malas.
Hume considera que los racionalistas comenten un gran error al pasar del ámbito del ser al ámbito del deber ser. Este error es una falacia.
La ética, por tanto, no se puede basar en la razón, sino en un sentimiento de aprobación o desaprobación de las distintas acciones humanas.