Portada » Magisterio » Competencia Informacional y Digital: Evolución Conceptual y Aportaciones Clave
Una revisión de la literatura sobre el origen del concepto “competencia digital”, nos muestra la diversidad de términos existentes para abordarlo. Estamos ante una expresión ambivalente, puesto que, dependiendo de la cronología (antes o después de los años 90), del ámbito cultural (sea anglosajón o no), o del ámbito profesional (espacio educativo, medios de comunicación o ámbito laboral), se han utilizado de forma análoga, aunque con matices diferenciados, los términos: alfabetización en medios, alfabetización informática, competencia digital, competencia tecnológica, alfabetización informacional, alfabetización digital o alfabetización en redes. Por ello, se hace necesario aclarar el marco conceptual en el que ubicamos la competencia digital.
Al destacar que en los últimos 20 años han coexistido muchas definiciones del concepto alfabetización o competencia digital, también subrayaremos el esfuerzo de numerosos autores como Bawden (2001), Kope (2006), Martin (2006), Viciana (2008) o Martínez y Suñé (2012), entre otros, por aclarar estos conceptos; coincidiendo todos ellos en que la alfabetización digital encuentra su lugar entre variadas multialfabetizaciones como la icónica, la informática, la informacional.
De las locuciones existentes, el término alfabetización y la expresión competencia digital son los conceptos que se vienen imponiendo a nivel internacional; avalados por un amplio consenso entre los investigadores relacionados con los diferentes tipos de alfabetización en TIC.
Es a partir de la última década, cuando el término alfabetización o competencia digital se presenta como el resultado de la integración de capacidades, habilidades y conocimientos, referidos a diferentes competencias (intelectuales, éticas o sociales); y no como meras habilidades tecnológicas. Trabajos de Tornero (2004), Martín (2006) y Midoro (2007) le atribuyen una naturaleza polisignificativa como: tecnológico, informacional o cognitivo.
Gilster (1997), a quien se le atribuye la popularización del término alfabetización digital, ya hizo hincapié, no solo en las habilidades tecnológicas (propias del concepto alfabetización tecnológica), sino en la capacidad para estimular el pensamiento crítico y los procesos cognitivos. Autores como Buckingham (2007) o Pietrass (2007), también resaltan dicha dimensión de la CD destacando la importancia de la comprensión crítica, el desarrollo social y sus implicaciones económicas y culturales.
En España, en el ámbito de la educación obligatoria (Enseñanza Primaria, ESO, Bachillerato y universitaria), con la aprobación de la Ley Orgánica de Educación (LOE, 2006), se ha generalizado el concepto competencia digital sobre el de alfabetización digital. Queremos destacar que la referida legislación (LOE y posteriores reales decretos, decretos y órdenes ministeriales y autonómicas que la desarrollan), asocian e integran la competencia digital con la informacional, lo que refleja la apuesta de los sistemas educativos internacionales, incluido el nuestro, por resaltar la complementariedad de ambas competencias, y el respaldo a procesos formativos basados en alfabetizaciones múltiples.
Además de estas referencias y aportaciones teóricas, que evidencian la intercambiabilidad del término, vemos interesante aquilatar su constructo conceptual, con aportaciones contemporáneas realizadas por diferentes autores e instituciones en esta primera década del siglo XXI.
La Comisión Europea (COM, 2005. 548 final[1]), establece 8 competencias básicas (o clave, como las llama) para el aprendizaje permanente; entre las que incluye la CD. El documento destaca una serie de conocimientos, capacidades y actitudes esenciales para desarrollarla: indica que la CD busca conocer las principales aplicaciones informáticas, la comprensión de las oportunidades que ofrecen Internet y la comunicación por medios electrónicos para el ocio, y usar las redes de colaboración, aprendizaje e investigación.
Entre las capacidades que debe desarrollar la competencia están:
la capacidad de buscar, obtener y tratar información, así como de utilizarla de manera crítica y sistemática (…) la habilidad necesaria para acceder a servicios basados en Internet y saber cómo utilizar las TIC en apoyo del pensamiento crítico, la creatividad y la innovación (p. 17).
El Parlamento Europeo publica en 2006, Recommendation the European Parliament and the Council of 18 December 2006 on Key Competences for Lifelong Learning[2], donde establece un marco de referencia continental que determina las competencias clave entre las que se encuentra la CD. Y sobre esta afirma:
La competencia digital entraña el uso seguro y crítico de las tecnologías de la sociedad de la información (TSI) para el trabajo, el ocio y la comunicación. Se sustenta en las competencias básicas en materia de TSI: el uso de ordenadores para obtener, evaluar, almacenar, producir, presentar e intercambiar información, y comunicarse y participar en redes de colaboración a través de Internet (p. 7).
Calvani, Cartelli, Fini y Ranieri de la Università di Firenze (2008) realizan una definición más exhaustiva y matizan la responsabilidad ética de la CD.
La competencia digital consiste en ser capaz de explorar y hacer frente a nuevas situaciones tecnológicas de una manera flexible, para analizar, seleccionar y evaluar críticamente los datos y la información, para aprovechar el potencial tecnológico con el fin de representar y resolver problemas y construir conocimiento compartido y de colaboración, mientras que el fomento de la conciencia de las propias responsabilidades personales de uno y el respeto de los derechos u obligaciones recíprocas (p. 3).
El programa ISkills (Bogan, 2007), del Educational Testing Service (ETS) de EEUU, la define como la habilidad que permite usar la tecnología digital, las herramientas de comunicación y/o redes para acceder, gestionar, integrar, evaluar, crear y comunicar información ética y legalmente a fin de funcionar en la sociedad del conocimiento.
Por su parte, Adell (2007 y 2012) con una clara intencionalidad instrumental mantiene que el uso de las NNTT para el desarrollo de las competencias digitales, debería cumplir cinco objetivos principales (AAAAI):
Para Tíscar Lara (2009), la CD supone disponer de unas habilidades comunicativas, para ser una persona autónoma, eficaz, responsable, crítica y reflexiva que disponga de habilidades para el manejo de la información y el uso de las herramientas tecnológicas. La autora nos propone un mapa conceptual que presentamos en la figura siguiente.
Figura nº. Mapa conceptual de la competencia digital, siguiendo a Lara (2009).
Como vemos en estas definiciones, sintetizadas por Almenara (2010), la competencia digital implica dominar multiadquisiciones encaminadas a desarrollar habilidades, capacidades y valores cuyos objetivos son: