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Buenos días, yo os voy a presentar la obra
Romance del Duero de Gerardo Diego.
Primero os voy a hacer una pequeña introducción sobre el autor.
Gerardo Diego nacíó en Santander en 1896, fue Catedrático de Literatura (en los Institutos de Soria, Santander y Madrid) y dio cursos y conferencias en todo el mundo.
Pertenecíó a la conocida generación del 27, donde ejercíó un papel importante como impulsor de esta, escribiendo en 1931 “Antología” donde recogía muestras de obras de todos los autores pertenecientes a la generación del 27.
Estudió filosofía i letras en la universidad de Deusto y posteriormente, el 1920 obtuvo la plaza de Catedrático y de Lengua y Literatura y empezó a dar clases.
En ese mismo año escribíó su primer libro de poesías “El romancero de la novia”.
Además fue un gran crítico literario y miembro de la Real Academia, y entre sus cuantiosos premios, podemos destacar el premio Nacional de Literatura de 1925 y el premio Cervantes en 1979.
Murió en Madrid en 1987.
Su poesía ofrecíó dos vertientes muy diversas; una la poesía de vanguardia, de las que podemos decir que fue el máximo representante del Creacionismo (libre juego de imaginación, sin lógica.)Y otra, la poesía tradicional, donde encontramos temas muy diferentes. Como libros de esta vertiente cabe destacar por ejemplo “Versos divinos” o la ya nombrada previamente “Soria” (1923). Esta obra última recoge poemas de carácter popular.
Romance del Duero es uno de los poemas incluidos en su libro de poemas Soria del 1923.
Podríamos considerar este poema como una maravillosa oda al río Duero, río que atraviesa la Provincia de Castilla y León, que acompañó a Gerardo Diego cuando trabajó en el Instituto de Soria. Quizás con este poema lírico nos quiera expresar su fuerte sentimiento hacia dicho río tratándolo con elevación.
En este poema topográfico Gerardo Diego nos destaca desde el principio el triste olvido por parte de la gente de la zona de un río tan significativo para él. Incluso nos describe su belleza para justificar la pena que da que sus gentes no le presten atención y para finalizar nos resalta la existencia de aquellos pocos que aún le hacen caso y lo recuerdan: Los enamorados.
En los dos primeros versos, en los que se hace alusión a la soledad del río Duero, el autor comienza con un apóstrofe con la que pretende obtener la atención de sus lectores e incluso la del mismo Duero, al que alaba. Y con los dos siguientes versos, mediante una clara anáfora, nos recuerda la gente que disfruta del encanto del río (nadie). Desde el primer verso, Diego, nos hace partícipes de su opinión del magnífico sonido del agua corriendo como una bella canción, como podemos ver en la metáfora pura existente en el cuarto verso “tu eterna estrofa de agua”.
En los cuatro versos siguientes hace alusión a la ciudad de Soria, la cual se muestra indiferente a la presencia del río, también a ésta le da carácterísticas humanas , és decir, personificaciones, diciendo que la ciudad no quiere ni siquiera apreciar en el reflejo del río su Castillo.(“no quiere ver en tu espejo…”) (“muralla desdentada”).
En la tercera estrofa nos comienza a hablar de las carácterísticas del Duero. Empieza en el verso nueve nuevamente con un apóstrofe que llama la atención del lector. Seguidamente se refiere a los posibles trigales peludos que hay en los campos mediante una metáfora pura (“barba de plata”), a su vez para destacar las eses que forma el río en su cauce, utiliza una personificación con la que da al mismo la cualidad de sonreír, e incluso para remarcar estas eses crea una aliteración de ellas en los cuatro versos. En el verso once vuelve a comparar el paso del río corriendo con una canción o en este caso un romance.
En la siguiente estrofa podemos ver una anáfora nada más empezar, en los dos primeros versos. Y cabría destacar esa metáfora al final del verso en forma de epanadiplosis con la que consigue dar ritmo al poema, repitiendo el mismo verso al final del texto.
A continuación tenemos una estrofa que contiene de principio a fin una interrogación retórica con la que intenta el autor exaltar las espléndidas cualidades del río. Es curioso la utilización en esta estrofa de diferentes adjetivos contradictorios formando antítesis, como vemos, por ejemplo, en el verso dieciocho (“a la vez quieto y en marcha”). Aquí vuelve a hacer alusión al canto del río cuando corre por las tierras de Soria.
En los siguientes cuatro versos de nuevo nos recuerda el olvido de la gente hacia el río. Como en cada estrofa analizada anteriormente nos compara el paso del río con una tranquila canción. Y además en este fragmento podemos observar la abundante utilización de comas apreciando un asíndeton que da más rapidez y viveza a la estrofa. Como es notable existe un claro paralelismo entre esta penúltima estrofa y la primera. Desde el apóstrofe con el que se comienza en verso hasta el significado en conjunto de ambas estrofas, pues a pesar de utilizar diferentes palabras viene a decir lo mismo. Además existe una anáfora de la misma palabra en los segundos y terceros versos de dichas estrofa.
Finalmente, en la última estrofa, nos habla de los únicos humanos que prestan aún atención al río, que son los amantes que recuerdan todavía la belleza del Duero. Para cerrar el poema utilizan las mismas palabras que en el verso dieciséis, consiguiendo dar así más ritmo al poema y una epanadiplosis, figura que consiste en terminar un verso o frase con la misma palabra con la que empieza, en este caso (palabras de amor, palabras).
Analizando detenidamente el texto, podemos darnos cuenta de la abundancia general de verbos que aportan acción, variedad, rapidez y actividad al poema. Debemos destacar que todos ellos están escritos en presente, dándole frescura a la poesía.
Como podemos observar gracias a las distintas figuras y recursos literarios utilizados por el autor y que además ya hemos destacado, se escribe siempre desde un punto de vista muy subjetivo pues el romance que aquí tenemos presente es la opinión propia de Gerardo Diego sobre la belleza del río Duero. Además aportan los adjetivos valores expresivos y estilísticos.
Lo más curioso que encuentro en el texto es cómo Diego para exaltar su apreciación hacia el río, utiliza una continua personificación, con la que da a éste las cualidades humanas de escucharlo; pues si nos fijamos desde el principio hasta el final del texto Gerardo Diego está hablando de tú a tú con el río.
El Apóstrofe: Se dirige a seres animados o inanimados, presentes o distantes mediante preguntas o exclamaciones vehementes .
La reduplicación: Repite seguida la misma palabra.
La anáfora: Repite la misma palabra al comienzo de varias frases o versos.
El hipérbaton: Cambia el orden habitual de los complementos en la oración. Por ejemplo, el verbo al final de la frase: Nadie a acompañarte baja.
La personificación: Atribuye a seres inanimados comportamientos o sentimientos propios de los seres vivos. Ejemplo: Tú, viejo Duero, sonríes.
La metáfora: Sustituye una palabra por otra, no sinónima, con la que guarda una relación e parecido. Ejemplo: estrofa (por rumor) de agua, tu espejo (por superficie), muralla desdentada (por hundida), barbas (por cascadas) de plata (por blancas), moler con romances (por la fuerza del agua).
Está compuesto de 7 estrofas de 4 versos octosílabos. El romance tiene rima asonante que rima en (a-a) en los versos pares.