Portada » Español » Comentario de texto el conde Lucanor
La lírica tradicional la componen las canciones anónimas que se transmiten oralmente y tienen como tema el sentimiento amoroso; se cantaban en los trabajos agrícolas, las fiestas, las bodas, cuando alguien moría… Son las llamadas mayas
La lírica culta o cortesana es una poesía de autor conocido (el trovador) que se transmite mediante la escritura; en general, es una poesía elaborada que aparece más tarde que la lírica tradicional. La primera lírica culta en lengua romance fue la provenzal, que tuvo un gran florecimiento hacia el Siglo XII, al amparo de los señores provenzales, en cuyas cortes se celebran famosos torneos poéticos.
Las jarchas son unos breves poemas escritos en lengua mozárabe (romance hablado por los cristianos en el territorio ocupado por los árabes) que tratan el tema amoroso desde una perspectiva femenina. Datan el Siglo XI y son la muestra más antigua de la lírica tradicional hispánica.
La lírica galaicoportuguesa alcanzó un gran desarrollo en la Edad Media con tres tipos de composiciones o cantigas: las cantigas de amigo, las de amor y las de escarnio (o maldecir). Las primeras pertenecen a la lírica tradicional, mientras que las de amor y las de escarnio son una muestra de lírica culta.
Los juglares eran unos verdaderos actores profesionales que recorrían pueblos, cortes, castillos, romerías y caminos recitando o cantando poemas. Al “oficio” de juglar se llamó Mester de Juglaría.
De la épica castellana se conservan sólo tres cantares, entre ellos destaca el Cantar de mio Cid, el poema más extenso (3730 versos), que está prácticamente completo en un manuscrito del Siglo XIV.
El Cantar de mio Cid relata las hazañas de un héroe. El protagonista es el Cid Campeador, noble que ha sido injustamente desterrado y debe luchar para recuperar su honor. A lo largo del relato, el héroe se perfila como un modelo de caballero.
La historia empieza con enormes dificultades y acaba de forma gloriosa. El poema se divide en tres Cantares.
El poema nos introduce directamente en el asunto: el héroe, llorando, abandona su casa porque ha sido desterrado injustamente por su rey. Tras dejar a su mujer y sus pequeñas hijas en un monasterio, se lanza a la conquista de tierras. El Cid ha sido desterrado y debe recuperar su honor, la a y la confianza del rey partiendo de la infamia y el deshonor en que se encuentra.
Tras ganar muchas batallas, el Cid envía mensajeros al rey con regalos y le reitera su fidelidad: «Tan ricos se han hecho, que ya no saben lo que tienen», acaba diciendo el primer cantar.
El Cid conquista Valencia y consigue el perdón real. El monarca permite que su mujer e hijas se reúnan con él y, además, pide al Cid que case a sus hijas con dos nobles castellanos, los infantes de Carrión. El protagonista recela de estas bodas, pero accede porque no puede negar nada a su señor. El juglar se despide tras el episodio de la celebración de las bodas.
En este cantar, el Cid recupera su honor como caballero porque se le reconoce su fidelidad al rey y porque casa a sus hijas con unos nobles.
El tema central del poema es la recuperación del honor en dos vertientes:
-El honor social como vasallo. El Cid pasa del destierro a ser un héroe emparentado con los reyes.
-El o personal como padre injuriado. Recuperada la honra social, los infantes de Carrión obligan al héroe a reparar una afrenta personal y familiar. El resultado del juicio intensifica el ascenso social del Cid.
Comienza con unas anécdotas que revelan la cobardía de los infantes de Carrión (ante un león que ha escapado de una jaula y en una batalla contra los moros). Como los vasallos del Cid se burlan de los infantes, estos deciden vengarse: marchan con sus mujeres a Carrión y, al llegar al robledo de Corpes, los infantes las desnudan, las azotan y las abandonan. El Cid pide justicia al rey, quien convoca las Cortes en Toledo; en ellas vencen los representantes del Cid y los infantes de Navarra y Aragón piden casarse con las hijas del héroe, que así culmina su ascenso social. El cantar termina diciendo: «|…] los reyes sus parientes son».
En el Siglo XII, nacíó una nueva forma narrativa conocida como Mester de Clerecía, es decir, ‘oficio de clérigos ( o personas cultas)’. La inició Gonzalo de Berceo, quién marcó el estilo de esa escuela: narraciones didácticas en una nueva forma métrica (la cuaderna vía) que recogen temas de la tradición culta y utilizan recursos juglarescos.
Don Juan Manuel es autor de El conde Lucanor, un conjunto de cuentos enlazados por dos personajes: el conde Lucaor y su criado Patronio. Esta obra, del Siglo XIV, se considera la primera prosa narrativa de autor en castellano.
–El conde Lucanor plantea a su sirviente Patronio algún problema.
–Patronio responde que sobre el mismo tema conoce un ejemplo o cuento y se lo explica; de esa narración se deriva una enseñanza.
–Se dice muy brevemente que el conde puso en práctica el consejo y le fue bien.
–El autor resume la idea didáctica en una moraleja.
Los temas que plantea don Juan Manuel reflejan, en conjunto, las preocupaciones de los aristócratas de la época, como, por ejemplo, el mantenimiento del prestigio y riqueza, el comportamiento moral y social que deben seguir los nobles.
El joven y noble Calisto está cazando con su halcón y este se le escapa, busca al jardín de Melibea, encuentra al halcón y ve a Melibea, hija de un gran comerciante, queda enamorado de ella y se declara en ese mismo momento, pero la joven lo rechaza. Aconsejado por su criado Sempronio, Calisto acude a la alcahueta Celestina para que lo ayude. El otro criado de Calisto, Pármeno, opone ciertos reparos a la intervención o esta logra la complicidad de los criados prometíéndoles ganancias y proporciónándoles compañía femenina. La vieja alcahueta visita a Melibea, le ablanda el corazón con mentiras y hechizos, y consigue que la joven proponga una cita con Calisto. El joven enamorado, feliz por la cita, regala una cadena de oro a Celestina. Al enterarse, los criados reclaman su parte de la recompensa a la alcahueta, pero Celestina se resiste a compartirla y no quiere pagarles muere en la disputa. Los criados Sempronio y Pármeno intentan escapar pero no lo consiguen y son detenidos y los ahorcan. Cuando los amantes están en el jardín de Melibea, se oyen gritos en la calle y Calisto, al intentar escalar el muro para acudir en ayuda de sus criados, cae y muere.
Son realistas y evolucionan a lo largo de la obra. En conjunto, parece que
todos son arrastrados por las pasiones: Calisto y Melibea actúan movidos por el amor, mientras que la codicia domina a Celestina y a los criados. Sin embargo, cada uno de ellos muestra matices variados, como ocurre con las personas:son personajes diferenciados que no responden a los modelos literarios anteriores. Un rasgo renacentista e innovador de la obra es que los personajes comparten un fuerte individualismo y una visión del mundo pagana y trágica: no se sienten culpables, sino víctimas de la caprichosa Fortuna, que rige sus destinos.
Combina los 3 temas, fortuna, amor y muerte, la fortuna mueve a los personajes mediante las pasiones y los conduce hacia la muerte. Sin embargo, junto a esta visión del mundo como un caos, el argumento encadena los acontecimientos con una sólida lógica de causa-efecto. Así, el final se presenta como algo inevitable, lo que aumenta el tono trágico de la obra. La fuerza de la pasión amorosa mueve a Calisto y Melibea, la codicia empuja a los criados y La Celestina, y todos van hacia la muerte víctimas de un destino incomprensible.