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El árbol de la ciencia, fue publicada en 1911. La acción se desarrolla entre 1887 y 1898. Es una obra de carácter casi autobiogràfico, dividida en 2 partes simetricas (I-III y V-VIII) separadas por una larga conversación filosófica entre el protagonista y su tío, el doctor Iturrioz.
En la primera de ellas se narra la vida como estudiante de medicina de Andrés Hurtado. A través de su familia, profesores, condiscípulos y amistades diversas, Baroja traza una despiadada radiografía del Madrid burgués y proletario de finales del siglo XIX.
En la segunda se nos cuenta la estancia de Hurtado como médico en Alcolea, aprovechada para mostrar la penosa situación del campesinado: caciquismo, ignorancia, desidia, resignación, el retorno a Madrid (destaca aquí el informe redactado sobre la prostitución de la época que se realiza gracias al trabajo de Andrés Hurtado como médico de higiene) y, finalmente, el desgraciado matrimonio con Lulú, chica que conoció en sus tiempos de estudiante.
El intermedio filosófico (IV) descansa en el diálogo directo (es, por lo tanto, radicalmente diferente al resto de la novela, ya que en ella predomina la narración en tercera persona con narrador parcial y contrapone el pragmatismo anglosajón (defendido por el doctor Iturrioz) al idealismo alemán, que tiene como valedor a Andrés Hurtado.
# El uso preferente, como se acaba de indicar, del narrador en tercera persona parcial (pues solo conoce los sentimientos de Andrés Hurtado y en todo momento nos situamos en los lugares en los que el protagonista está)
# La centralización de forma exclusiva a través de Andrés Hurtado
# La utilización de la narración lineal
# La riqueza de personajes secundarios -casi todos caracterizados de forma negativa- de entre los que destaca Lulú, personaje ideal (es el único o, al menos uno de los pocos, que no tiene base autobiográfica) que Baroja construye poco a poco: comienza siendo una muchacha aparentemente insignificante y acaba como una mujer de carácter, inteligente y sensible.
El estilo de Baroja, tilado a menudo de desaliñado e incorrecto (por lo que se refiere a la sintaxis), constituye uno de sus máximos atractivos. En contraste con la frase decimonónica, elocuente y rotunda, utiliza el periodo
corto y se declara a favor de lo que él denomina la retórica del tono menor; ésta, advierte en Juventud, egolatría, aunque a primera vista parece pobre, luego resulta más atractiva, tiene un ritmo más vivo, más vital, menos ampulos.
El árbol de la ciencia está centrado en las características de la generación del 98 puesto que su escritor, Pío Baroja, fue uno de los mejores escritores de ese movimiento literario. Las características están presentes en toda la obra, y se ven reflejadas en varias ocasiones de una manera muy clara, como por ejemplo en el reflejo del pesimismo presente en toda la obra. Hay algunos temas que llaman la atención como que prácticamente ninguna de las familias están unidas y la mayoría de los hombres tratan a las mujeres como objetos y no como personas.
# La amargura existencial # El hastío # La angustia # La melancolía del pasado # La incertidumbre ante el futuro # El cosmopolitismo.
Respecto al lenguaje; la sencillez, claridad y precisión es lo que más lo caracterizan, huyendo siempre del retoricismo. Baroja reproduce coloquialismos, jergas…adaptando de forma muy realista el habla de los personajes a su condición: Dice el Chafandín: A mí ningún pollo neque me toma el pelo. En Valencia se oye: ¡Eh, tú, che! Lulú a don Cleto: De pira ¿ eh? Es usted un pirantón. La compañía de cómicos: ¡Molina, que la característica te llama! Lulú dice a doña Virginia: ¡Valiente tía cerda! y ¡Qué tía guarra!… Dice el Chafandín: A mí ningún pollo neque me toma el pelo. En Valencia se oye: ¡Eh, tú, che!
La única dificultad que en este sentido puede presentar la obra es la cantidad de tecnicismos del ámbito de la filosofía y la ciencia.
En El árbol de la ciencia Baroja plantea muchas inquietudes científicas y filosóficas de 1890 con el contrapunto de las opiniones de dos de sus personajes. Para conocer el mundo pobre de Madrid hay que recurrir a la trilogía de La lucha por la vida, y para el de las ideas científicas y filosóficas a El árbol de la ciencia. Muchas de las escenas que se describen en estas novelas madrileñas son imágenes que vio Baroja en sus andanzas de aquellos años con la idea de conocer España. Esta idea estaba muy arraigada en los jóvenes de España y fue precursora de muchas inquietudes. El árbol de la ciencia es casi una autobiografía de la juventud del autor, en la que la acción se desarrolla en los mismos años en los que Baroja estudió medicina y fue médico rural. Baroja refleja en los cuatro periodos de su vida enriquecidos con vivencias posteriores. Una novela anterior a ésta y muy parecida es Camino de perfección, que se podría decir que es un esbozo de El árbol de la ciencia. Su personaje también es estudiante de medicina, los dos personajes son seres suprasensibles y atormentados por distintos motivos. Estas dos novelas han hecho pensar a los jóvenes que las han leído.
Uno de los temas que aborda Baroja es el de la ciencia. El siglo XIX es el siglo de la Ciencia, es en esos años cuando se realizan grandes descubrimientos y se forman las bases de la ciencia moderna. Los jóvenes de esa época sienten veneración hacia ella y a su alrededor se crea una ilusión. El hombre aparece como un ser sin límites cuyo apoyo es la ciencia. Por eso, cuando Baroja va a clases cargado de ilusiones y se encuentra con farsantes, se desespera. Esta decepción la repetirá muchas veces en sus novelas. Otra de sus inquietudes era la preocupación por la higiene, esta idea le obsesiona. Baroja tiene una idea clara de la higiene, fruto de su preparación y de que se mantenía al tanto de las publicaciones científicas. La ida al Mediterráneo en busca de sol, calor y vida se repite también en sus novelas
En un principio nos encontramos con una estructura deshilvanada; aparecen entremezclados personajes, anécdotas, situaciones, lugares…que hacen difícil la organización de la obra. Pero esto es a simple vista, en el fondo existe una estructura interna muy coherente en la novela; y será la figura del protagonista, presente en todos los capítulos, y su evolución psicológica, las que conferirán unidad a la obra.
-EXTERNA: 53 capítulos divididos en 7 partes.
INTERNA:
Conoce a sus principales amigos: Aracil, Montaner…Ha pasado la experiencia de la enfermedad de su hermano, ha conocido a Lulú. Y termina esta parte con la carrera acabada y planteándose la postura que debe tomar en la vida (el colegio o el convento).
Con la enfermedad y muerte de Luisito las preguntas y reflexiones que se planteara al principio siguen desarrollándose en esta parte, conduciéndolo a un mayor pesimismo y desorientación. En la figura de su hermano pequeño, sensible e inteligente, y de su amigo el Choriset, salvaje y primitivo, Andrés afianza sus teorías darwinistas aplicadas al mundo humano: el fuerte sobrevive. En esta parte Andrés siente incertidumbre, aburrimiento y desconcierto. Aquí se pone de manifiesto la evolución de su personalidad: va pasando del pesimismo al nihilismo.
Disquisiciones filosóficas con su tío Iturrioz: el árbol de la ciencia mata, porque simboliza la verdad y, por tanto, el sufrimiento; el árbol de la vida es sano, porque simboliza la mentira útil.¡ La inteligencia y la ciencia son propias de seres decadentes, porque matan. Iturrioz toma partido por la vida, por la mentira biológicamente útil, Andrés por la verdad y la ciencia. Este problema tiene de fondo una contraposición racial: el semitismo, que representa la mentira interesada.
Médico en Alcolea. Presenta la idiosincrasia del pueblo: insolidaridad, estupidez, caciquismo… Primera experiencia sexual. Vuelta a Madrid. Reencuentro con Lulú y viejos amigos: Aracil, Montaner, Ibarra, Villasús…Guerra de Cuba. Se acrecienta su pesimismo.
Se casa. Mueren su mujer, su hijo y él.
Aunque afirmó su escaso interés por lo estético, Pío Baroja afirmaba que la novela era una especie de cajón de sastre en el que todo cabe; para él no es necesario un planteamiento previo, sino que lo más importante era la naturalidad conseguida mediante la espontaneidad a la hora de escribir.
Esta es la impresión superficial que producen muchas de sus novelas: episodios y acontecimientos puestos unos detrás de otros, anécdotas, divagaciones y digresiones, multitud de personajes ocasionales. En realidad, no era tan espontáneo como él afirmaba; sí se preocupaba de la construcción narrativa y, en general sus novelas tienen una sutil línea estructural, de características muy especiales. Es pues una novela abierta y despreocupada por su composición. Lo que más importa es la evolución y concepción psicológica de su protagonista.
La técnica narrativa de Baroja es sobre todo realista, basada en la observación de ambientes, situaciones y personajes de la vida real, pero vistos a través del particular subjetivismo del autor, lo que confiere a su obra un carácter impresionista.
En cuanto a los personajes, los protagonistas, sobria pero certeramente delineados, suelen ser seres marginales o enfrentados a la sociedad, a veces, cargados de frustración y otras lanzados a la acción. Como ya hemos dicho, las novelas de Baroja están pobladas por multitud de personajes secundarios, apenas caracterizados, que entran y salen sin previo aviso, pero que aportan con su presencia la misma impresión de variedad que se encuentra en la vida.
Se le ha criticado su estilo, a veces desaliñado o descuidado e incluso incorrecto. La verdad es que posee – con algún altibajo no significativo -Una prosa clara, sencilla y espontánea, antirretórica, como era el ideal de todos los miembros de su generación, con abundancia de frases cortas y muy expresivas. Hay que destacar las descripciones líricas con las que Baroja, frecuentemente, remata largos pasajes narrativos y en las que condensa brevemente el ambiente y la impresión de lo narrado.
En su estilo permanece un tono agrio, correspondiente a su temperamento agrio. Prefiere la frase corta y el párrafo breve, según él mismo es “ la forma más natural de expresión. El párrafo corto da la impresión del golpeteo de Morse”. Destaca así mismo también un gran relieve en las descripciones junto a la autenticidad en las conversaciones y diálogos.
El tema fundamental de la novela es el sentido de la existencia humana, el dolor y la muerte, parte de la filosofía de Schopenhauer. Un tema colateral es el de la denuncia social junto a lo individual y social. Cuando trata de lo segundo, se entrevén todas sus ideas políticas, algunas de ellas de corte socialista
Del tema de la muerte derivan los siguientes aspectos ideológicos. Primero, la dicotomía que se establece entre libertad-determinismo
De otro, el problema de la incomunicación, la soledad, la angustia vital que formulado en otros términos, podría ser: individuo-sistema.
La negación de la libertad desde postulados filosóficos justifica la ausencia de alternativa al suicidio. Así queda justificada su muerte desde un punto de vista intelectual y vital. Andrés se suicida porque quiere. El aislamiento en el que vive el protagonista, se traduce en el momento de su muerte.
Esta Novela prefigura uno de los aspectos básicos de la crítica social en la novela de postguerra, es el intento de desmitificación de todos los valores culturales y religiosos que han determinado una forma de ver el mundo y un modo de actuar, es decir, una idiosincrasia tan peculiar como la hispánica. La religión queda reducida a la categoría de superstición.
La ideología de Baroja hay que considerarla de forma inseparable de su temperamento. Las ideas sobre el hombre y el mundo que se desprenden de sus obras se inscriben a la perfección en la línea del pesimismo existencial.
Es característico de Baroja su radical escepticismo religioso, social, económico.
Para Baroja el mundo carece de sentido, la vida le parece absurda y no alberga ninguna confianza en el hombre. Esta concepción hunde sus raíces en Schopenhauer, el filósofo más leído y admirado por Baroja, y se refleja en sus obras y personajes. Su ideología política está marcada por el mismo escepticismo.