Portada » Arte » Claves del Arte Gótico: Innovaciones en Arquitectura, Escultura y Pintura
El surgimiento de la burguesía y el crecimiento de las ciudades fueron motores clave para el desarrollo del estilo gótico, que reflejaba los ideales de esta nueva clase social. Este periodo se caracterizó también por un aumento en la producción agrícola y la consolidación de las rutas de peregrinación. El poder real se afianzó, necesitando una representación arquitectónica tanto para la monarquía como para el poder civil (lonjas, mercados). Además, se estableció y difundió ampliamente el culto a la Virgen María.
La arquitectura eclesiástica gótica se adaptó para mostrar la grandiosidad de la Iglesia y mantener su influencia social. Se caracteriza por la esbeltez, la búsqueda de una gran altura y un elaborado juego de luces, conseguido principalmente a través de las vidrieras.
El elemento estructural fundamental es el arco apuntado u ojival. Este tipo de arco no solo aporta una mayor sensación de esbeltez y verticalidad al edificio, sino que también cumple una función decorativa. Se utiliza sistemáticamente en los vanos (ventanas y puertas), en las arcadas que separan las naves y como componente esencial en la estructura de las bóvedas.
La bóveda de crucería es otro elemento definitorio del arte gótico. Está formada por un esqueleto de arcos apuntados (nervios) que se cruzan en una clave central. Estos nervios recogen el peso de los plementos (los paños de la bóveda) y lo transmiten de manera eficiente a puntos de apoyo concretos (pilares o columnas), generalmente cuatro por tramo.
Los pilares góticos derivan de los robustos pilares románicos, pero son notablemente más altos y esbeltos. Su planta suele ser más compleja (poligonal, cruciforme con columnillas adosadas o fasciculado), ya que deben recoger las cargas transmitidas por los nervios de las bóvedas. Las columnillas adosadas suelen tener capitel y basa individualizados, aunque a menudo se unifican visualmente en un capitel corrido, frecuentemente decorado con motivos vegetales naturalistas (hojas de cardo, roble, vid).
En una arquitectura que busca la máxima elevación, los arbotantes y contrafuertes son esenciales. El arbotante es un arco exterior que recoge el empuje lateral de las bóvedas de crucería de la nave central y lo transmite a un contrafuerte (o estribo), un pilar macizo situado en el exterior del edificio. Los arbotantes también suelen servir como canales para evacuar el agua de lluvia de los tejados. Sobre el contrafuerte se coloca a menudo un pináculo, un remate piramidal que no solo decora y acentúa la verticalidad, sino que también añade peso al contrafuerte, mejorando su estabilidad.
Gracias a este sistema estructural (arco apuntado, bóveda de crucería, arbotantes y contrafuertes), el muro pierde su función sustentante primordial y puede ser sustituido por amplios vanos. Para el cerramiento de estos huecos surge la vidriera, que no solo cierra el espacio sino que lo transforma mediante la luz coloreada, dando una atmósfera especial y «corporeidad» lumínica al interior. Las ventanas góticas (ventanales) suelen presentar divisiones verticales mediante finas columnillas (maineles o mullions) unidas por pequeños arcos, todo ello enmarcado en un arco mayor. El espacio superior entre estos arcos (tímpano de la ventana) se decora con complejos diseños calados en piedra, conocidos como tracería. La tracería evoluciona desde formas geométricas simples a elaborados ritmos de curvas y contracurvas (tracería flamígera). Los espacios abiertos por la tracería se cubren con vidrieras de colores, a menudo representando escenas religiosas o heráldicas.
La decoración escultórica y arquitectónica se concentra en las fachadas, tanto la principal (a los pies de la iglesia) como las de los brazos del crucero. La fachada principal suele estar flanqueada por torres, a menudo rematadas por chapiteles o agujas. El cuerpo central entre las torres se estructura típicamente en varios niveles:
La primera impresión al entrar en una iglesia gótica es de una sobrecogedora altura y luminosidad. Los arquitectos potenciaron esta sensación mediante el uso sistemático de líneas ascendentes en arcos, pilares y bóvedas. El alzado interior típico de la nave central se articula en varios niveles:
La planta predominante sigue siendo la basilical o de cruz latina, generalmente con tres o cinco naves longitudinales y un transepto (nave transversal). La cabecera adquiere un desarrollo monumental, con una amplia girola o deambulatorio (pasillo que rodea el altar mayor) al que se abren numerosas capillas radiales o absidiolos. En algunos casos, la cabecera puede llegar a ocupar casi la mitad de la longitud total del edificio. La estructura del alzado mencionada (arcadas, triforio, claristorio) se desarrolla a lo largo de las naves.
La escultura gótica evoluciona desde el hieratismo románico hacia un mayor naturalismo y expresividad.
La pintura gótica abarca las obras pictóricas europeas realizadas aproximadamente entre finales del siglo XII y el siglo XV, con variaciones regionales.
Debido a la reducción del muro en la arquitectura gótica, la pintura mural pierde protagonismo frente a otros soportes:
Se desarrollan nuevas técnicas, destacando la pintura al óleo sobre tabla (especialmente en Flandes), que permite obtener colores más brillantes, veladuras, texturas detalladas y la posibilidad de realizar correcciones.
Aparecen nuevos temas y enfoques:
Existen importantes novedades estilísticas:
Los pintores dejan de ser considerados meros artesanos anónimos. Muchos empiezan a firmar sus obras y adquieren prestigio trabajando para los nuevos mecenas: la Iglesia, la nobleza y, cada vez más, la rica burguesía (especialmente la comercial y financiera de Flandes e Italia).
La pintura gótica se diversifica, escapando parcialmente del dominio exclusivo de la Iglesia y del soporte mural. Explora nuevos formatos, técnicas y temas (como el retrato y el paisaje incipiente), sentando las bases para desarrollos artísticos posteriores, especialmente el Renacimiento.