Portada » Biología » Ciclos Biogeoquímicos y Formación del Suelo: Procesos Clave en la Dinámica Terrestre
Se refiere a un período de tiempo que, al finalizar, se inicia nuevamente; es una serie de etapas que van en secuencia. El conjunto de los cambios sufridos por el relieve de una región, desde que se eleva sobre el nivel del mar hasta que queda reducido a este por la acción de los agentes del modelado terrestre, se conoce como ciclo geográfico.
Los ciclos se pueden clasificar en dos tipos principales:
El ciclo hidrológico o ciclo del agua es el proceso de circulación del agua entre los distintos compartimentos de la hidrosfera. Se trata de un ciclo biogeoquímico en el que hay una intervención mínima de reacciones químicas, y el agua solamente se traslada de unos lugares a otros o cambia de estado físico. El agua de la hidrósfera procede de la desgasificación del manto, donde tiene una presencia significativa, por los procesos del vulcanismo. Este período es el que más transita series o etapas para realizar su ciclo completo.
El ciclo del nitrógeno es cada uno de los procesos biológicos y abióticos en que se basa el suministro de este elemento a los seres vivos. Es uno de los ciclos biogeoquímicos importantes en que se basa el equilibrio dinámico de composición de la biosfera. Los seres vivos cuentan con una gran proporción de nitrógeno en su composición química.
El ciclo del fósforo es un ciclo biogeoquímico que describe el movimiento de este elemento químico en un ecosistema. Los seres vivos toman el fósforo (P) en forma de fosfatos a partir de las rocas fosfatadas, que mediante meteorización se descomponen y liberan los fosfatos. Estos pasan a los vegetales por el suelo y, seguidamente, a los animales. Cuando estos excretan, los descomponedores actúan volviendo a producir fosfatos.
El ciclo del azufre describe cómo este elemento, que forma parte de incontables compuestos orgánicos (algunos de ellos, proteínas), se mueve a través de los ecosistemas. Las plantas y otros productores primarios lo obtienen principalmente en forma de ion sulfato (SO42-). Estos organismos lo incorporan a las moléculas de proteína, y de esta forma pasa a los organismos del nivel trófico superior. Al morir los organismos, el azufre derivado de sus proteínas entra en el ciclo del azufre y llega a transformarse para que las plantas puedan utilizarlo de nuevo como ion sulfato.
El ciclo de las rocas comprende las transiciones de material geológico que permiten que toda roca pueda transformarse en: sedimentaria, ígnea o metamórfica. Las rocas pueden pasar por cualquiera de los tres estados cuando son forzadas a romper el equilibrio. Una roca ígnea como el basalto puede partirse y disolverse cuando se expone a la atmósfera, o volver a fundirse al subducir por debajo de un continente. Debido a las fuerzas generadoras del ciclo de las rocas, las placas tectónicas y el ciclo del agua, las rocas no pueden mantenerse en equilibrio y son forzadas a cambiar ante los nuevos ambientes.
El ciclo del carbono comprende las transformaciones químicas de compuestos que contienen carbono en los intercambios entre biosfera, atmósfera, hidrosfera y litosfera. Se inicia cuando las plantas o algas toman el dióxido de carbono (CO2) y lo utilizan para producir glucosa a través de la fotosíntesis. El carbono es sólido a temperatura ambiente.
En el planeta Tierra, el carbono circula a través de los océanos, de la atmósfera y de la superficie y el interior terrestre, en un gran ciclo biogeoquímico. Este ciclo puede ser dividido en dos: el ciclo lento o geológico y el ciclo rápido o biológico.
El carbono (C) es el cuarto elemento más abundante en el Universo, después del hidrógeno, el helio y el oxígeno (O).
Es el ciclo de mayor importancia para la supervivencia de los seres vivos en nuestro planeta, debido a que de él depende la producción de materia orgánica, que es el alimento básico y fundamental de todo ser vivo.
El Tiempo como Factor Edafogenético: Si los suelos son delgados o profundos, requieren de tiempo para formarse. Como el proceso de formación de los suelos es lento, el tiempo se convierte en un factor importante.
Un suelo es maduro cuando ha intervenido en su formación un tiempo suficientemente largo para organizar el desarrollo de un perfil que solo cambiará en el futuro de un modo imperceptible. Esto ocurrirá si el cambio producido es natural.
La formación del suelo está asociada a las siguientes interacciones:
La roca madre sobre la cual actúan los procesos que dan origen al suelo constituye el horizonte D, como ya se dijo anteriormente. Este manto de roca se desintegra por acción de la meteorización.
Las masas acumuladas de materia orgánica muerta sufren un proceso de descomposición, es decir, una transformación bioquímica. Esta se efectúa también como resultado de la alimentación de los animales con materia vegetal y las materias que aportan.
Elementos climáticos influyen de manera determinante en la formación de los suelos:
Cuando las pendientes del relieve son bastante inclinadas, la erosión superficial por escorrentía es rápida y la penetración del agua es escasa.
Las tierras bajas y llanas poseen suelos gruesos, pobremente lixiviados y con colores oscuros. La descomposición de la materia orgánica es lenta, lo cual hace que se acumule el humus.
Cuando las pendientes del relieve son suaves, allí donde la lixiviación es buena y la erosión es lenta, se dan las condiciones ideales para la formación de los suelos.