Portada » Lengua y literatura » Cervantes y Garcilaso de la Vega: Dos Figuras Clave del Siglo de Oro Español
Miguel de Cervantes fue un ávido lector de la novelística de su tiempo, incluyendo libros de caballerías, novelas bizantinas y pastoriles. Su obra maestra, El Quijote, no creó un nuevo género, sino una nueva forma de narrar. En los capítulos iniciales de la novela, que recuerdan al Entremés de los romances, el autor nos presenta a un personaje, Alonso Quijano (no Bartolo), que enloquece de tanto leer libros de caballerías y decide salir en busca de aventuras para emular a sus héroes. En el prólogo de la primera parte de El Quijote, Cervantes critica las novelas de caballerías, compartiendo la opinión de muchos moralistas de la época que las consideraban mal escritas y llenas de hechos inverosímiles.
La novela se publicó en dos partes:
Un año antes, en 1614, había aparecido un falso Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, escrito por un tal Alonso Fernández de Avellaneda, quien insultaba a Cervantes. El autor respondió a esta afrenta en su segunda parte, afirmando la falsedad de la obra de Avellaneda.
A principios del siglo XVI, se introduce en España la lírica italiana a través de los poetas españoles que habían vivido en Nápoles. Estos poetas, atraídos por la fama y el prestigio de la poesía italiana, imitan sus novedosas formas métricas y temas. Los impulsores de esta tendencia son Juan Boscán y Garcilaso de la Vega. La lírica renacentista comienza con la obra del poeta barcelonés Juan Boscán, quien decide adoptar los metros y motivos poéticos desarrollados en Italia. Boscán convence a su amigo Garcilaso de la Vega para que haga lo mismo. Garcilaso provocará una revolución «garcilasista», gracias a su talento lírico.
Los poetas renacentistas buscan la expresión de la belleza. Los temas principales son el amor, la naturaleza y la mitología. Su éxito no radica en la selección de los temas, sino en su enfoque y tratamiento. Los tópicos más usados son:
La lírica del Renacimiento se caracteriza por la naturalidad de la expresión. Se persigue un estilo sencillo y elegante, con recursos estéticos de fácil comprensión, como metáforas, comparaciones y epítetos. Los poetas imitan las formas italianas, expresando una belleza serena y armoniosa. El Renacimiento supone una importante renovación métrica. Se utilizan el endecasílabo y el heptasílabo. Los versos más frecuentes son los endecasílabos (tercetos, sonetos) y los heptasílabos (lira, silva y estancia). Se usaron una serie de composiciones, como la égloga, la elegía, la oda y la epístola.
La obra de Garcilaso se compone de 38 sonetos, 3 églogas, 5 canciones, 1 oda en liras, 2 elegías, 1 epístola a Juan Boscán y 8 coplas castellanas. La edición de su obra se publicó en 1543 junto con algunas obras de Juan Boscán.
Se observan dos etapas en su obra:
Su estilo refleja el ideal renacentista. Su poesía es una búsqueda de la sencillez formal y la elegancia para crear una expresión armónica y hermosa.