Portada » Arte » Características de los edificios románicos
El monasterio medieval es un conjunto de edificios en el que vive, ora y trabaja una comunidad de monjes. Los monasterios no fueron sólo centros religiosos sino también culturales, políticos, económicos y artísticos y pueden considerarse pequeñas ciudades de economía autosuficiente y con una organización rigurosa. La reforma de los benedictinos, que tiene su origen en el ya citado monasterio de Cluny favorece poderosamente a la unificación de su vida. Su regla termina imponiéndose a un millar de abadías diseminadas por todo Occidente, que considera dependencias suyas. Fue San Benito de Nursia en el siglo VI, quien dictó toda una serie de normas para la comunidad monástica que fueron muy extendidas entre los monasterios. Carácterística del monasterio benedictino era una norma en la que el horario y todos los aspectos de la vida del monje estaban rígidamente estabecidos, de manera que este no sólo se dedicaba a la oración, sino que también se ocupaba de labores o cuestiones intelectuales como por ejemplo la agricultura o la copia de libros (los llamados códices).Las normas que regían la vida de los monjes condicionaban la existencia de una serie de dependencias y su organización espacial. Así, la planta del monasterio venía dictada por esa visión jerárquica y religiosa: dominando las demás construcciones estaba la iglesia, construida con los materiales más ricos, mientras que en los edificios adyacentes se seguía empleando con frecuencia la madera. Junto a la iglesia había un claustro, espacio abierto ajardinado, rodeado por una galería cubierta y que servía como lugar de procesiones y como centro distribuidor de las distintas dependencias del monasterio. Entre estas destacaba la sala capitular, generalmente cuadrada y con bancos que recorren la pared, donde se reunían los miembros de la comunidad y el prior. El comedor es otra estancia importante, era una gran sala rectangular, en la que a veces se encontraba un púlpito elevado en el que se situaba un monje que leía en voz alta textos religiosos mientras el resto de la comunidad comía. Además, el monasterio contaba con dormitorios, el “scriptorium”, donde los monjes estudiaban y copiaban los libros antiguos, las cocinas y almacenes, el hospital, la hospedería de peregrinos, los establos, las letrinas, etc.
Los templos ROMánicos fueron los edificios en los que se centraron todos los esfuerzos constructivos, ya que la arquitectura ROMánica, como toda la cristiana medieval, es, sobre todo, de carácter religioso. Este tipo de templo se aleja del puramente basilical, tiene una estructura abovedada y es uniforme. Estos templos además de servir como lugar de reuníón de los fieles, serán lugar de celebración de toda una serie de ritos litúrgicos, tales como bodas, bautizos, funerales, etc. Hay varios aspectos en estos templos que los hacen diferentes a los demás: la innovación principal fue sus grandes dimensiones, destinadas a acoger a peregrinos y la existencia de grandes capillas y ábsides. Estas iglesias poseen una planta de cruz latina, representando la cruz donde fue crucificado Jesucristo. Por esto es por lo que estas iglesias poseen un número comprendido entre 3 y 5 de naves tanto transversales como longitudinales, que se cruzan en un punto llamado crucero. Otro aspecto importante son los nuevos elementos sustentantes, ya que por primera vez se utilizan los pilares con columnas adosadas. Además de estos pilares, se emplean muros de sillares de piedra con contrafuertes adosados para contrarrestar el empuje lateral. En lo referido a la cubierta de las naves, esta era diferente según la ubicación de la nave. De este modo, las naves centrales se cubrían con bóvedas de medio cañón; mientras que las laterales lo hacían con bóvedas de arista, que se construían sobre una base cuadrangular y se formaba por la penetración de dos bóvedas de cañón en ángulo recto. Otro aspecto destacable es el del paso de la nave central a las laterales, que se hace a través de arcos de medio punto apoyados sobre pilares. Fueron carácterísticas del ROMánico las fachadas flanqueadas por torres. También predominan las portadas tripartitas, lo que permite anticipar como serán los interiores: así la portada principal más grande que las laterales, evoca la mayor amplitud de la nave central.Las catedrales ROMánicas europeas más importantes son la catedral de Pisa en Italia y Spira-Speier y Worms en Alemania. En España sólo podemos contemplar muestras de iglesias ROMánicas en la zona norte peninsular, ya que el sur seguía ocupado por los musulmanes. Las tres grandes catedrales ROMánicas en España son las de Santiago de Compostela, la Seu d’Urgell y por último, la de Jaca.
El arte ROMánico hace posible el Renacimiento de la escultura en piedra formando parte de los edificios y quedando supeditada a ellos. La escultura romana había quedado empobrecida en los últimos tiempos del Imperio y termina por desaparecer con las invasiones bárbaras. La actividad escultórica a partir de este momento se va a ver limitada a la orfebrería y pequeños trabajos en marfil. La importancia de la escultura ROMánica en el edificio se hace posible gracias a la incorporación de escultores en las cuadrillas ambulantes de canteros que irán incorporando la decoración esculpida a la propia arquitectura en capiteles, frisos, cimacios, molduras, arcos, tímpanos, etc. Esta estrecha colaboración entre escultores y arquitectos hace posible que en el Siglo XII se desarrolle la escultura monumental, que no puede concebirse fuera de su soporte vital, la arquitectura y más específicamente en las iglesias, donde se desarrollan la mayor parte de los programas decorativos.La particularidad de estar supeditada al soporte arquitectónico hace que esta escultura adquiera dentro de él sus formas precisas, ajustándose las figuras a la estructura del capitel, alargándose en las jambas o empequeñeciéndose en las dovelas de un arco. Esta supeditación y el carácter instructivo de la decoración hace que exista una despreocupación por la belleza formal, las figuras son planas, rígidas y los gestos hieráticos. Con frecuencia se tiende a la geometrización: ojos almendrados, dedos tubulares y pliegues que parecen rayas trazadas a escuadra. Era necesario entender con un golpe de vista que era lo representado que a su vez tenía que adaptarse perfectamente al marco arquitectónico elegido. La simplificación en los métodos de representación, apartándose del mundo de las cosas visibles, permitíó expresar el mundo sobrenatural mediante un simbolismo muy sutil.En la iconografía la escultura al igual que la pintura se inspira en fuentes muy diversas, tanto religiosas como profanas, recogiendo motivos tanto de la antigüedad clásica como de los modelos prerrománicos. Los temas y motivos más representados fueron los que narraban historias del Antiguo Testamento, los Evangelios, el Apocalipsis, o las luchas simbólicas entre hombres y animales, asimismo representaciones del bestiario heredado de la antigüedad clásica y el mundo oriental y simplemente motivos vegetales y geométricos. Esta iconografía tenía como una de sus más importantes finalidades la de instruir a los fieles, uniendo las funciones narrativas con las pedagógicas y de transmisión de la cultura.Para expresar sus mensajes, los hombres del ROMánico se valieron de multitud de recursos plásticos, tanto pictóricos como escultóricos, aplicados a los edificios o a las obras que estos atesoraban. No obstante, la gran creación del estilo fue la creación de una portada monumental “parlante”. Las portadas se encuentran en las fachadas de las iglesias ROMánicas, que es donde se hallan los relieves principales. Se componen de un tímpano o parte semicircular que se encuentra sobre la puerta; de un dintel, franja situada bajo el semicírculo del tímpano; el parteluz o columna, que divide la puerta en dos partes; las arquivoltas, que bordean la parte superior del tímpano. También pueden aparecer esculturas de tamaño considerable en las jambas de las puertas y, en menor escala, en capiteles y cimacios, o en los canecillos, piezas que soportan los aleros del edificio o pórtico. Uno de los temas preferido para la decoración es la visión apocalíptica del Todopoderoso (Pantocrátor) rodeado por los símbolos de los cuatro evangelistas (el ágüila de San Juan, el león de San Marcos, el toro de San Lucas y el ángel de San Mateo) y contemplado por los veinticuatro ancianos. También se representa con frecuencia el Juicio Final. En todas esas composiciones aparece el Todopoderoso dentro de una aureola ovalada, conocida con el nombre de almendra mística, que representa el resplandor del que habla el texto apocalíptico. A los temas puramente apocalípticos se agregan a veces otros procedentes de los textos de los profetas Ezequiel e Isaías.Cabe destacar uno de los mejores pórticos ROMánicos, el Pórtico de la Gloria en la fachada de la Catedral de Santiago de Compostela, considerado como una de las mejores obras maestras de la iconografía ROMánica. Es una portada triple, símbolo de la trinidad.
Las pinturas murales ROMánicas también trataban de hacer alusión o relatar pasajes de las Sagradas Escrituras. Pero son pocas las muestras que de ellas encontramos, pues no era un estilo artístico muy cultivado. Si que se utilizaban en tablas o tapices para decorar los altares, o también en los famosos códices o libros copiados. Eran un refuerzo de lo que aparecía en las portadas. El estilo era comparable al de la escultura: personajes planos, pliegues rígidos, riqueza policroma y carácter expresivo y solemne. La pintura ROMánica en general tiene dos carácterísticas principales: la primera es la técnica empleada por los pintores ROMánicos, esta era el fresco, que resultaba idónea en el ROMánico, ya que sus muros solían tener un número muy reducido de vanos. Para la pintura al fresco se cubrían las paredes de una capa de enlucido más o menos grueso y, cuando este estaba aún húmedo, se reproducían con colores las figuras, de tal manera que, al secar el enlucido, las pinturas que habían penetrado en él formaban con el soporte un todo unitario. Esta técnica requería gran destreza y rapidez, pues una vez seco el soporte, no se podía seguir pintando y había que picar lo que quedaba y empezar de nuevo. Respetando la jerarquía que impera en todo el arte ROMánico, el ábside se reserva para el tema principal y por los muros de la iglesia se distribuyen las demás escenas. La otra carácterística de esta pintura es la falta de perspectiva que posee. Cataluña hizo una de las más extraordinarias aportaciones al ROMánico europeo. Sus pinturas suelen ser lineales, con figuras nítidamente recortadas sobre el fondo, presentados de frente, con ojos grandes y mirada de gran fijeza. Destacan murales como los de San Clemente y Santa María de Tahúll y San Quirce de Pedret.