Portada » Ciencias sociales » Capitalismo, Trabajo y Alienación en la Crítica de Marx
El capital es dinero susceptible de multiplicarse, dinero que engendra dinero, y es la base del sistema capitalista, cuya riqueza se mide en cantidad de dinero: las personas valen por el dinero que tienen y el trabajo vale por el dinero que genera.
El capital es un tipo de dinero diferente del salario. El salario es el dinero que recibe un proletario a cambio de su trabajo; con él, el trabajador resuelve sus necesidades y repone sus fuerzas para seguir trabajando. El capital es el dinero que el capitalista o burgués obtiene de vender lo que el proletario produce; con él, el burgués puede hacer mucho más que sobrevivir. Por ello, podemos decir que el dinero que entra en el bolsillo del proletario, el salario, es moneda impotente, mientras que el dinero que entra en el bolsillo del burgués, el capital, es moneda potente. La diferencia entre lo que una persona puede hacer en la vida dependiendo de si su dinero es salario o capital es el fundamento de la explotación.
El capitalismo es un sistema económico cuya riqueza es el dinero, y al que le interesan, por tanto, las cosas y el trabajo en la medida en que producen dinero. El dinero, no el hombre, es su finalidad. El dinero y el trabajo no son en el capitalismo medios para que viva el hombre: el hombre y su trabajo son medios para que se multiplique el dinero. El hombre no es un sujeto que maneja el dinero como instrumento, sino al revés: el dinero es el sujeto que maneja al hombre convertido en instrumento.
El dinero, como Dios para Feuerbach, es para Marx lo que existe por encima y antes que el hombre, es el sujeto, el protagonista de la vida humana, y los hombres son sus siervos. Por eso, en el capitalismo, los hombres no son libres, unos están explotados y todos están alienados.
El trabajo es la fuerza que un ser humano aplica con su cuerpo para producir. En el sistema capitalista, la fuerza de trabajo la pone la clase proletaria, mientras que la clase burguesa es dueña de los medios de producción: tierra, industrias y máquinas.
El trabajo en el modo de producción capitalista es un trabajo alienado o, dicho de otro modo, la forma de trabajar aliena a los proletarios, y los aliena por los siguientes motivos:
En el sistema capitalista, los burgueses también están alienados, porque se identifican con el dinero y creen que valen en función del dinero que tienen, pero viven mejor que los proletarios porque no están explotados.
La liberación de la sociedad tiene que ser protagonizada por el proletariado para que los seres humanos puedan ser libres trabajando de otra manera.
La liberación de la sociedad llegará después de una revolución social en la que la economía capitalista, basada en la propiedad privada de los medios de producción, sea sustituida por una economía comunista, basada en la propiedad común de los medios de producción. En esa economía, la fuerza de trabajo la aportan todos los miembros de la sociedad, que no son considerados mera fuerza de trabajo, sino personas libres que trabajan; y se trabaja para resolver las necesidades que realmente tenemos, produciendo bienes con valor de uso, no con valor de cambio. Trabajando de ese modo, todos los miembros de la sociedad trabajan y todos tienen tiempo libre para dedicarlo a sus aficiones y a cultivar entre ellos relaciones de ciudadanía.
La fuerza de trabajo del obrero produce mercancías, y es una mercancía a su vez porque se cambia por dinero: el capitalista la compra, paga al proletario, y el proletario la vende, cobra un salario por ella. El salario se calcula sumando el precio de las mercancías (comida, vestido, habitación, transporte) que el trabajador tiene que consumir para seguir vivo y seguir trabajando.
El capitalista compra la fuerza de trabajo del obrero, le paga al obrero su salario, y después se apropia de las mercancías que el obrero produce: lo que el obrero produce le pertenece al capitalista. A continuación, el capitalista vende esas mercancías a un precio mucho mayor que el salario que ha pagado al obrero por producirlas, y esa diferencia entre lo que el capitalista gana por vender las mercancías y el salario que le ha pagado al obrero por producirlas es la plusvalía.
La plusvalía es el origen de la ganancia del capitalista y de la explotación del trabajador, pues, por este procedimiento, el capitalista puede enriquecerse cada vez más mientras el obrero siempre vivirá con lo justo. El dinero que entra en el bolsillo del obrero es salario, y el salario es moneda impotente, moneda con la que el proletario no puede más que sobrevivir para seguir trabajando; en cambio, el dinero que entra en el bolsillo del capitalista es capital, y el capital es moneda potente, moneda que se multiplica con la que el capitalista puede hacer mucho más que sobrevivir. Por eso, el proletario está explotado.
Una persona está alienada cuando tiene una imagen errónea de sí misma, es decir, cuando es una extraña para sí misma y vive fuera de sí. Alienus en latín significa “otro” y con Marx adquiere el sentido peyorativo de “extrañado o fuera de uno mismo”; por eso se dice de quien tiene una imagen falsa de sí mismo que está alienado. Estar alienado significa no identificarse ni reconocerse a uno mismo y, por tanto, es sinónimo de deshumanización.
Según Feuerbach, la causa de la alienación del hombre es la religión, y según Marx, la causa de la alienación es la propiedad privada, que es la base del sistema de explotación capitalista. En las dos clases sociales que genera el modo de producción capitalista, todos los individuos están alienados, tanto los burgueses como los proletarios.
El burgués o capitalista está alienado porque maneja capital, fuerza monetaria, dinero que engendra más dinero, y se convierte en una personificación de esa fuerza. Su vida consiste en manejar y multiplicar el dinero y termina identificándose con lo que maneja:
Las cualidades del dinero se convierten en sus propias cualidades, es más importante mientras más dinero tiene, vale por la cantidad de dinero que acumula o por el dinero que cuestan las cosas que posee, es decir, vale por su dinero, no por su persona. Además, el capitalista está alienado porque no utiliza el dinero para vivir, sino que pone su vida al servicio del dinero.
El proletario, por su parte, está alienado por la forma en que trabaja. En principio, según Marx, debería ser a través del trabajo como el ser humano consigue su realización y dignificación personal. Sin embargo, en el sistema capitalista le sucede lo contrario: lo que el obrero produce no le pertenece y, por tanto, no se reconoce en lo que crea; la actividad laboral no le interesa, y su horario de trabajo no le deja tiempo para cultivarse como persona (desarrollar sus capacidades intelectuales o espirituales) ni para establecer con las demás personas relaciones sociales satisfactorias. Solo es una pieza más del engranaje productivo.
La religión, que hace creer que existe tras la muerte una vida mejor y resigna a las personas a aceptar sus sufrimientos, es el efecto y no la causa de la alienación: la religión sirve para adormecer el deseo de libertad y de felicidad en este mundo y, por ello, según Marx, la religión es el “opio del pueblo”.
La propiedad privada es la causa de la alienación y solo el comunismo -entendido como supresión de la propiedad privada y del capital- permitirá la eliminación de todas las alienaciones, el fin de la explotación y la humanización del hombre.