Portada » Lengua y literatura » Canales de Difusión del Pensamiento Ilustrado en el Siglo XVIII
La Ilustración fue un movimiento internacional, y el pensamiento de los filósofos fue esencial, así como la difusión de esos conceptos. Contó con varios canales de difusión:
La letra impresa, en forma de periódicos o libros, fue un gran instrumento. Se incrementó el comercio de libros porque aumentó la demanda. No en vano, es en el siglo XVIII cuando en las casas aparece la biblioteca como espacio de lectura y reflexión, un espacio individualizado dentro de la casa. Esto fue favorecido por las ediciones de bolsillo, los fascículos, las suscripciones, y por el desarrollo de la prensa, que había aparecido en el siglo XVII, pero se consolidó en el XVIII. Encontramos una amplia temática, aunque predomina la prensa miscelánea, que trata de distintos temas. También hay prensa especializada. Las aportaciones más notables fueron la aparición de los diarios. El primer periódico que aparece diariamente es en Inglaterra. En España será el Diario curioso… en 1798. Más tarde, El País y el Diario de Barcelona. La segunda innovación es la prensa periódica con carácter social, crítica de costumbres y propuestas de nuevos valores sociales e individuales. Aparece en Inglaterra de la mano de Steele y Addison, que a comienzos del siglo XVIII sacan a la luz dos periódicos: The Tatler y The Spectator, en los cuales hacen crítica social de las costumbres para instruir al lector y proponer un nuevo modelo de valores. En España, el modelo de esta prensa lo representa El Pensador, entre 1762 y 1767, dirigido por Clavijo y Fajardo.
La palabra tuvo sus principales lugares de difusión en los clubs que proliferaron en Europa siguiendo el modelo inglés, en los cafés que se crean por el continente, tomados del modelo turco, y en los salones. El elemento común es que son lugares de reunión donde se habla y se debaten las ideas ilustradas.
Los salones presentan un carácter más diferente, porque nacen en el siglo XVII en Francia, en casa de la Marquesa de Rambouillet, que establece la costumbre de reunir en torno a una pieza de la casa decorada en azul a un grupo de amigos para debatir. A esta habitación se le empezó a llamar salón. En el siglo XVIII aumentan en importancia y se extienden por Europa. Este concepto acaba definiendo un modelo de reunión mantenido por una señora de la nobleza o burguesía, al cual acuden solo varones, de forma que, aunque la anfitriona es una mujer, quienes determinan la calidad son los hombres que acuden. Hay intelectuales, políticos… Se convirtió en un lugar fundamental como espacio de extensión de las ideas ilustradas. Se convirtieron en lugares de preparación de la revolución, porque acabaron siendo un lugar donde acudían grupos de oposición al régimen absolutista. Fueron también un espacio excepcional para la educación femenina. Muchas mujeres entraron en contacto con las ideas ilustradas, y les permitió mejorar su formación. Muchas lo utilizaron como elemento de influencia a nivel político, lo que generó una mala prensa, sobre todo en la Revolución. Se acabarán prohibiendo por ser considerados como lugares que atentaban a la moral femenina y los ascensos sociales.
A través de algunas instituciones se difunde la Ilustración, fundamentalmente las Academias y la Masonería.
Las academias aparecen en la Italia renacentista vinculadas inicialmente a la literatura y a la ciencia, y más tarde a las artes. A lo largo de los siglos XVI y XVII se extienden por Europa, y en Francia se va a articular el carácter que las definirá hasta hoy. También en el siglo XVIII se convierten en fuente de autoridad respecto a las actividades que tienen como objeto. Desde esas academias van a dictarse unas normas que regularán las actividades. Las academias, por el carácter normativizador, van a ser muy adecuadas al estilo de la Ilustración: espíritu racionalizador. Por eso, durante el siglo XVIII se dan en las capitales y en más ciudades importantes. En España, la primera es la Real Academia Española (RAE), en 1714. En total, en 1770 encontramos hasta 40 en toda Europa, constituidas por miembros que proceden de la burguesía, y en casos de la nobleza y de las élites intelectuales. También entran en el ámbito científico, la más famosa la Royal Society of London.
En cuanto a la masonería, sus orígenes se remontan al templo de Salomón. El término alude a las organizaciones de constructores de catedrales medievales. Pero en la Edad Moderna renace en la Gran Logia de Londres a comienzos del siglo XVIII, cuando se van a organizar las Constituciones de Anderson, que aparecen a principios de los años 20. Esta Gran Logia toma unos elementos ideológicos de los filósofos del siglo XVII como Locke o Bacon. Además, recoge principios de la masonería medieval. La nueva masonería nace con ideales que encajan con los ilustrados, lo que les permite encontrar un espacio para reunirse y un medio de difusión. Nace con una vocación universal, fraternal, que le lleva a proponer un ideal de unir a todos los hombres dentro de ella. Nace con un espíritu de neutralidad en los dos terrenos que confrontan a los individuos: religión y política.