Donald Foley y su método de análisis para estructuras metropolitanas la ordenación espacial de la comunidad metropolitana, tal como se expresa a través de su forma física, de hecho no es un sistema cerrado, esto nos ha llevado a examinar la estructura dentro de un contexto más amplio. El esquema se amplía para incluir aspectos inespaciales.
A- Inespacial real interés por las características y las interrelaciones de los fenómenos dentro de otras estructuras de referencia.
B- Espacial atención directa al modelo según el cual la lectura, actividad, personas y objetos físicos están distribuidos en el espacio.
La distinción entre los tres niveles o aspectos indicados en el diagrama con 1, 2 y 3 se introduce como una clasificación separada y transversal. Dentro del primer nivel encontramos los aspectos normativos y culturales, en el segundo nivel los aspectos organizativos funcionales y en el tercer nivel los aspectos físicos.
Los aspectos normativos de la vida de la comunidad es sustancialmente inespacial y aparecen clasificados en la casilla 1A.
La casilla 1B comprende dos variantes: el “pattern” espacial según el cual se distribuyen las características culturales; y aquellos valores particulares y normas que inciden directamente sobre el carácter de los modelos espaciales de la comunidad, con su población, su actividad y su base física.
El ambientefísico consume y define espacio y está comprendido principalmente en la casilla 3B. El ambiente físico sostiene una estructura espacial permanente y semipermanente que puede ser fácilmente descrita en mapas o plantas.
En la casilla 3A, situamos aquellos aspectos del ambiente físico que describen los objetos físicos del ambiente metropolitano, pero que no definen o describen el modelo espacial de aquel ambiente (clima, vegetación, estilos, materiales, trama, color y aquellas calidades que determinan sugerencias simbólicas para comprender el significado o el uso de los edificios y del suelo.).
La posición de la organizaciónfuncional determina un punto estratégico para analizar el paso de lo inespacial a lo espacial. Mediadora en la relación entre normas y valores compartidos y los aspectos físicos del ambiente.
La estructura de referencia nos permite examinar la diferencia conceptual de base entre la casilla 1A y 3B del diagrama. Nuestro intento será anular esta diferencia en diagonal.
La relación principal es la relación en forma de S donde no se consideran ni el sector espacial de los aspectos normativos ni el inespacial de los aspectos físicos. La relación se forma partiendo desde 1A 2A 2B 3B o viceversa 3B 2B 2A 1A. Es evidente que 2A y 2B asumen una importancia crítica en el salto entre la casilla de valores y la de ambiente físico. Esta secuencia se
basa en una preocupación mayor por la relación entre los aspectos espaciales e inespaciales a nivel de lo organizativo-funcional.
La primera relación 1A-2A pertenece al campo de la sociología, esta se ocupa de la interrelación entre valores y normas por un lado y la organización funcional del área metropolitana por otro. Según la sociología, la organización funcional de nuestra ciudad tiende, en varios aspectos, a cambiar más rápidamente que nuestros valores. Las principales fuerzas que impulsan este cambio son: el crecimiento y la redistribución de la población, las innovaciones tecnológicas, el ciclo económico, la guerra, la redistribución de la renta. Generalmente estos cambios se encuentran en el sector de la organización funcional, y después, solo gradualmente y con retraso, se reflejan en los valores de la sociedad.
La segunda relación 2A-2B entra en el campo de las ciencias sociales. Influyen también en la organización espacial algunas fuerzas, sobre todo aquellas conectadas con la tecnología de transporte y de las comunicaciones, que modifican el modelo espacial (2B) y que a su vez, produce una retroacción en la casilla 2A.
La ultima relación 2B-3B está entre la organización funcional considerada en términos de espacio (2B) y la base del ambiente físico también meramente espacial (3B). Las instalaciones físicas (3B), una vez desarrolladas, tienden a quedar fijas o son de costosa transformación. La cantidad, la naturaleza y distribución de la actividad, por el contrario, pueden variar con los años y pueden adaptarse a las estructuras físicas que las alojan. La investigación urbanística tiene una importante tarea en el estudio del paso de 2B a 3B en cuanto que el modelo del ambiente físico, una vez fijado, parece constituir un fuerte factor determinante, que influye y vincula el modo de configurarse la actividad en el espacio y la misma organización funcional de la comunidad.
Una relación alternativa es la relación en L que centra su interés en una marcada preocupación por el logro de una particular calidad ambiental. El pasaje de lo inespacial a lo espacial se da en el tercer nivel 3A-3B. En el razonamiento que hemos desarrollado está implícito un preciso interés por una organización global del espacio. Pero existe la posibilidad de que quien esté interesado en determinada actividad (arquitectos y paisajistas) pueda concentrarse en el particular género de ambiente que busca en vez de dirigir su atención sobre todo el modelo espacial metropolitano. Arquitectos y paisajistas, por ejemplo, concentran su interés en cierto aspecto del desarrollo espacial, pero a una escala inferior a la de la planificación metropolitana.
Una segunda relación alternativa es la relación en L invertida, podría estar dado por un tipo de pensamiento que se apoyara fundamentalmente en los valores, partiendo del rescate de tipologías espaciales y formales contenedoras de valores tradicionales y simbólicos. El pasaje de lo inespacial a lo espacial se daría a nivel de lo normativo-cultural (1A-1B). El ambiente físico sirve para perpetuar las tradiciones de la comunidad y para formar un sentido de orientación desde dentro o hacia ella. Por este motivo, la base física tiende a acumular o a simbolizar valores importantes. El ambiente físico, en efecto, se asocia a la cultura en la continuidad de las tradiciones y en la resistencia a las fuerzas opuestas al cambio, como las que, en particular, tienen inicio en la esfera organizativa-funcional.