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La música juega un papel importante al invitar al Espíritu a estar presente durante las reuniones.
¿Por qué cantamos como parte de nuestra adoración? ¿Por qué tiene la música una capacidad tan poderosa para influir en nuestro estado de ánimo? ¿Qué tipo de música nos acerca a nuestro Padre Celestial?
La Primera Presidencia responde a muchas preguntas sobre la música, en un lugar donde usted puede haber pasado por alto: El prefacio para himnos, el libro de música sagrada que se utiliza en casi todas las reuniones de la Iglesia. La Primera Presidencia también proporciona guía en la la sección de música de Para la Fortaleza de la Juventud. Además, otros profetas y apóstoles han reiterado los mensajes sobre la importancia de la música.
El Señor le dijo a Emma Smith que hiciera una selección de himnos sagrados para la Iglesia.
Los himnos invitan la presencia del Espíritu del Señor, inducen a la reverencia, nos ayudan a sentirnos más unidos y nos dan la oportunidad de alabar al Señor. “El canto de los himnos muchas veces es en sí un elocuente sermón. Los himnos nos instan a arrepentirnos y a hacer buenas obras, fortalecen nuestro testimonio y nuestra fe, nos consuelan cuando nos sentimos tristes o desesperanzados y nos inspiran a perseverar hasta el fin”.
La Primera Presidencia indica que la música ha sido una parte especial de la cultura y de los servicios de adoración de los Santos de los Últimos Días desde los inicios de la Iglesia. “A los tres meses de organizada la Iglesia, el Señor, por medio del profeta José Smith, le pidió a Emma, la esposa del Profeta, que hiciera una selección de himnos religiosos para la Iglesia: ‘Porque mi alma se deleita en el canto del corazón; sí, la canción de los justos es una oración para mí, y será contestada con una bendición sobre su cabeza’ (D. y C. 25:12)”.
La música digna invita al Espíritu, de acuerdo con la Primera Presidencia. Los himnos también nos ayudan a resistir las tentaciones de Satanás. En particular, “los himnos nos pueden beneficiar de forma individual porque nos dan ánimo, valor y el empuje para que actuemos correctamente; nos llenan el alma de pensamientos celestiales y nos dan paz espiritual”.
El prefacio también incluye el consejo sobre la música y las familias. “La música tiene un poder ilimitado para influir en la familia y motivarla a ser más devota y espiritual. Como Santos de los Últimos Días debemos llenar nuestra casa de música que nos inspire.
“Nuestro himnario se presta para cantar en casa así como en la capilla; por eso esperamos que tenga un lugar prominente en nuestros hogares junto con las Escrituras y otros libros religiosos. Con el canto de los himnos podemos atraer al hogar un hermoso espíritu de paz que inspire amor y unidad en la familia”, dice la Primera Presidencia.
Al hablarles a los jóvenes de la Iglesia, la Primera Presidencia dice: “La música puede enriquecer tu vida. Te puede edificar e inspirar, y ayudarte a acercarte a tu Padre Celestial. La música tiene una profunda influencia en tu mente, tu espíritu y tu comportamiento.
“Elige con cuidado la música que escuches; presta atención a lo que sientas cuando estés escuchando. Cierta música tiene mensajes malos y destructivos. No escuches música que fomente la inmoralidad o ensalce la violencia, ya sea por medio de su letra, su ritmo o intensidad. No escuches música que utilice lenguaje grosero u ofensivo ni que promueva prácticas perversas. Esa clase de música puede entorpecer tu sensibilidad espiritual”.
Simplemente leyendo las palabras de un himno puede traer un sentimiento de paz y reverencia.
“La música inspiradora es potente”, dice el élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles.“Tiene el poder para hacernos humildes y agradecidos y entregados a la oración… La música tiene el poder para nutrir espiritualmente. La música tiene poder para sanar. La música tiene poder para fomentar la adoración… Nos brinda el poder para expresar pensamientos de oración y dar testimonio de verdades sagradas”.
Los profetas y apóstoles también aconsejan que la música puede ayudarnos a escapar de la tentación.
La Primera Presidencia nos invita: “Le animamos a memorizar sus himnos favoritos y estudiar las Escrituras que se relacionen con ellos. Entonces, si alguna vez tienen pensamientos impuros, canten mentalmente uno de esos himnos para desplazar lo malo y reemplazarlo con lo bueno”.
El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, dice: “La música sacra puede sernos de ayuda aun cuando no haya una representación en público. Por ejemplo, cuando se presenta la tentación, podemos eliminar su efecto tarareando o repitiendo las palabras de un himno que nos guste”.
Y el presidente Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce Apóstoles, aconseja: “Escojan un himno o canción favoritos… Busquen la guía del Espíritu al hacer la selección; escudriñen la canción cuidadosamente; memorícenla. Aun cuando no hayan tenido preparación musical, pueden analizar una simple canción. Utilicen entonces esto como un curso para sus pensamientos. Hagan que sea su canal de emergencia”.
El presidente Packer aconseja a menudo que la música puede ser una gran fuerza para bien o para mal.
“No se pueden dar el lujo de albergar en su mente los efectos de la música indigna de hoy en día”, advierte él. “No es inofensiva; puede traer al escenario de su mente pensamientos indignos que marquen un ritmo al cual éstos actúen y ustedes reaccionen. Ustedes se degradan a ustedes mismos cuando se identifican con esas cosas que a veces rodean los extremos en la música. Tal música no es digna de ustedes.
“Seleccionen cuidadosamente aquello que escuchen y produzcan, porque pasa a ser parte de ustedes; controla sus pensamientos e influye también en la vida de los demás”, dice él, agregando que “hay disponible tanta música maravillosa y edificante que podemos disfrutar para nuestro beneficio. Deberíamos estar rodeados de buena música de todo tipo”.
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