Portada » Arte » Arte Visigodo y Asturiano: Arquitectura, Escultura y Orfebrería
Los visigodos fueron uno de los pueblos germánicos más romanizados y su asentamiento temprano en el Imperio de Occidente facilitó la aparición de un arte de tradición clásica con influencias paleocristianas y bizantinas, sobre todo en las ciudades (Toledo, Mérida, Sevilla…). En general, durante el siglo VI predomina la influencia paleocristiana, sobre todo en la Bética y costa mediterránea. Durante el siglo VII es cuando el arte visigodo adquiere su madurez y las principales obras, tanto de arquitectura como de orfebrería, son de este siglo. Los visigodos eran arrianos, hasta que se convirtieron al catolicismo en el año 589 (Recaredo). A partir de este momento se inicia el periodo artístico de más personalidad del arte visigodo.
Si bien las principales iglesias se construyeron en las ciudades (Toledo…), la mayor parte de las iglesias conservadas están en zonas rurales, sobre todo en el Valle del Duero y son de pequeño tamaño.
Sólo existen relieves decorativos en las iglesias. En las impostas o en bandas horizontales que se desarrollan por los muros se suceden los motivos decorativos geométricos, de vegetales entrelazados, sogueados, roleos con motivos vegetales (hojas y racimos de uvas), pájaros enlazados, cruces y círculos, todos muy esquemáticos y tallados a bisel, muy parecida a la talla en madera, con muy poca profundidad. Puede decirse que estos relieves son una síntesis entre las formas geométricas germanas con elementos clásicos y otros de procedencia oriental. Buenos ejemplos son los relieves procedentes de Quintanilla de las Viñas: aparecen la representación del Sol y de la Luna, junto con los 4 evangelistas y un Cristo imberbe flanqueado por 2 ángeles. Sin duda alguna las obras más famosas son los capiteles de San Pedro de la Nave, donde aparecen representadas escenas del Antiguo Testamento: Daniel en el foso de los leones y el Sacrificio de Isaac. Son muy rústicas, pero sin duda alguna de gran fuerza expresiva.
Las muestras más sobresalientes de la orfebrería visigoda son los tesoros de Guarrazar y el de Torredonjimeno, ambos del siglo VII. El primero es el más importante e incluye un valioso lote de coronas votivas, cruces, cadenas de oro, etc. Las coronas eran regaladas por los monarcas a las iglesias y no servían como adorno personal. La más interesante es la de Recesvinto (Museo Arqueológico Nacional, Madrid), que conserva la inscripción votiva: «Recesvintus rex offeret«, cuyas letras están hechas con esmaltes. La corona propiamente dicha está formada por un cilindro de oro, sujeto por 4 cadenillas, y decorado con piedras semipreciosas engarzadas.
Después de la rápida conquista del reino visigodo por los musulmanes, el primer movimiento de independencia contra ellos tuvo por centro los Picos de Europa: en el año 718, los astures derrotan a los musulmanes en Covadonga, dirigidos por un noble visigodo, Pelayo, con el que se inicia la lista de los reyes asturianos. El primer rey importante fue Alfonso I (739- 757), que extendió el reino astur hasta más allá de la Cordillera Cantábrica, llevando a los habitantes del valle del Duero a Asturias. Alfonso II (791- 842) conquistó Galicia. El hallazgo de los restos del apóstol Santiago sirvió para afianzar la moral del reino, una prueba más de que Dios aceptaba a la monarquía asturiana como heredera de la visigoda («Traslatio Regni«). La consolidación del reino asturiano culminó con el reinado de Alfonso III (866- 910) que repobló las tierras situadas en la margen derecha del Duero (Oporto, Zamora, Burgos, etc.). A su muerte García I traslada la capital a León.
La arquitectura asturiana (finales del siglo VIII a principios del X), posee una gran originalidad y una fuerte personalidad. Se funden en ella la tradición clásica, utilizada con mucha libertad, las aportaciones visigodas, la tradición local de raíz celta, las influencias que vienen de Europa, sobre todo del arte carolingio y, por último, elementos del arte bizantino.