Portada » Arte » Arte Paleocristiano, Bizantino e Islámico: Un Viaje a Través de las Primeras Civilizaciones
Jesús de Nazaret nació en Judea, una provincia romana habitada por el pueblo judío. Su mensaje, basado en la predicación de un Dios único y la esperanza de una vida después de la muerte, resonó en los sectores marginados de la sociedad romana.
La Biblia, el libro sagrado del cristianismo, se divide en dos partes: el Antiguo Testamento, que narra la historia del pueblo judío y la ley de Moisés, y el Nuevo Testamento, que relata la vida de Jesús, sus enseñanzas y la expansión del cristianismo.
El cristianismo es una religión monoteísta que comparte raíces con el judaísmo. La predicación de Jesús humanizó la religión y sus mensajes se convirtieron en esperanza para muchos. La doctrina cristiana defiende la idea de un Dios único, padre y juez de los seres creados, y afirma la vida después de la muerte.
A partir de la vida de Jesús, sus seguidores, encabezados por los doce apóstoles, expandieron el cristianismo por el Imperio Romano, estableciendo las bases de la Iglesia. La predicación comenzó en las ciudades, lo que aceleró la expansión del cristianismo en la parte oriental del Imperio.
El Imperio Romano era politeísta, y el judaísmo era considerado una religión “lícita” y respetada. Sin embargo, el cristianismo, debido a su rápida expansión e influencia social, sufrió persecuciones por parte de las autoridades. Tras la crisis del siglo III, el emperador Constantino promulgó el Edicto de Milán, que permitió la práctica de la religión cristiana. Después del Concilio de Nicea, el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio.
En los primeros siglos del cristianismo, la representación de Jesús se limitaba a símbolos como el crismón (anagrama de las iniciales de Cristo en griego), el cordero, el pez, los panes, el buen pastor y el ancla. Estos símbolos representaban diferentes aspectos de la vida y la enseñanza de Jesús.
El arte paleocristiano también incorporó temas del Antiguo Testamento, como Adán y Eva (alegoría del pecado), el sacrificio de Isaac (obediencia a Dios), Daniel en el foso de los leones (efectividad de la oración), David y Goliat (inteligencia vs. fuerza bruta) y Noé y el diluvio universal (castigo divino y salvación de los justos).
Las técnicas y la estética del arte paleocristiano eran puramente romanas. Se buscaba no solo el simbolismo, sino también la calidad y la belleza. Las primeras manifestaciones fueron mosaicos y esculturas.
Surgieron dos corrientes principales en la representación de Cristo: la escuela de Alejandría, que representaba a Cristo como un hombre joven, y la escuela de Siria, que se oponía a esta representación.
Los mosaicos, realizados con la técnica romana del opus tessellatum, decoraban los nuevos edificios religiosos. Los temas iconográficos más comunes eran:
Se conservan pocos ejemplos de escultura exenta, limitados a estatuas del buen pastor y representaciones de Cristo como maestro. Los relieves en los sarcófagos eran más abundantes. Los sarcófagos se decoraban con frisos corridos, figuras y motivos según la estética romana del horror vacui y el sistema cristalino.
El emperador Constantino trasladó la capital del Imperio Romano a la ciudad de Bizancio, que pasó a llamarse Constantinopla. Roma continuó siendo la primera ciudad del Imperio, sede de la autoridad religiosa y del patriciado, pero la nueva capital albergaba la administración y la corte imperial.
El arte bizantino se caracteriza por su riqueza y complejidad. Se distinguen tres edades de oro:
El mundo islámico surgió a principios del siglo VII en la península Arábiga, un lugar de paso de importantes rutas comerciales. A pesar de los desiertos, las zonas costeras del Mar Rojo y el Mar Arábigo eran fértiles y cuna de las primeras civilizaciones semitas.
Mahoma nació en La Meca. Su familia custodiaba la Kaaba, un lugar sagrado construido por Abraham para congregar a la humanidad. Mahoma tuvo visiones en las que el arcángel Gabriel le señaló como profeta elegido por Dios. Comenzó a predicar en su círculo familiar y luego en La Meca.
Mahoma recuperó el monoteísmo del pueblo árabe y desarrolló el Islam, una de las grandes religiones monoteístas abrahámicas. “Islam” significa sumisión a Dios, por lo que la religión debe regular toda la vida del musulmán. Su ley se basa en la sharia, indicada en el Corán y la sunna de Mahoma.
La Cúpula de la Roca, construida en Jerusalén, se levantó sobre el Monte Moriah, donde estuvo ubicado el Templo de Salomón. El edificio alberga la Roca Sagrada, lugar donde se desarrolló el sacrificio de Isaac por parte de Abraham y, según la creencia musulmana, lugar desde el que Mahoma partió hacia los cielos. Se siguieron los modelos de planta centralizada del arte paleocristiano y bizantino, con una planta octogonal cubierta por una cúpula de media naranja. Todo el edificio está decorado con mosaicos.
La Mezquita de Damasco, construida entre 706 y 715, fue concebida como un símbolo del triunfo del Islam y una alegoría del poder de los omeyas. Su haram se dispuso de tres naves paralelas a la quibla, cubiertas de madera, con una gran cúpula en el centro. Estaba rodeado de arquerías y en la parte occidental se erigió un templete octogonal sobre ocho columnas y cubierto por una cúpula. La decoración se basa en mosaicos.
La arquitectura almohade se caracteriza por:
El periodo nazarí, que surgió en la península ibérica, fusionó las formas de las taifas con los principios almohades y una cierta influencia cristiana. Se caracteriza por su riqueza decorativa. Sus elementos principales son: