Portada » Arte » Arte en Mesopotamia y Egipto: Un Legado Milenario
Hace 3000 años, los sumerios y acadios se asentaron en las riberas de los ríos Tigris y Éufrates, desarrollando la primera civilización urbana. Entre el 3500 y el 2000 a.C., construyeron diques, fundaron ciudades-estado y descubrieron la escritura. Lagash, la ciudad más antigua de Mesopotamia, y Ur, el primer núcleo urbano, son ejemplos de su legado.
El arte sumerio y acadio tenía un fuerte significado político y religioso. A pesar de la pobreza de los materiales, se observa una estética continua en las civilizaciones posteriores. Destacaron en la glíptica (arte de grabar en piedras duras) y la orfebrería (trabajo de metales para la elaboración de piezas decorativas).
Los templos (zigurats) y palacios eran los centros políticos y religiosos. Estas construcciones sagradas, de gran amplitud, inventaron el arco. Los zigurats eran pirámides escalonadas.
Destaca el palacio de Jorsabad.
El relieve se utilizaba para la glorificación del soberano. El pueblo asirio, guerrero y violento, se representaba con una expresión solemne y deshumanizada, con símbolos de opresión. La cumbre del arte asirio se encuentra en los relieves, que combinan rigidez, movimiento, realismo y fantasía.
El arte persa es testimonio de una rica interacción cultural entre distintas civilizaciones. Heredero del arte caldeo y asirio, su arquitectura fusiona elementos egipcios y griegos con la tradición mesopotámica. Sus monumentos perduran en el tiempo gracias al uso de la piedra.
Los palacios eran la fortaleza del reino y la residencia de los emperadores.
El arte persa se caracterizaba por bellos diseños, generalmente naturales, aplicados en cerámica, tapices, tejidos y manuscritos. Los arqueros conformaban el cuerpo militar más poderoso.
La sociedad egipcia era jerarquizada. El faraón, considerado rey y dios, dueño de las tierras, las personas y el Estado, ocupaba la cúspide de la pirámide. En segundo lugar, se encontraban los virreyes, jefes de la administración, y altos funcionarios como ministros, sacerdotes y altos cargos militares. En tercer lugar, las personas libres: soldados, artesanos, obreros y campesinos. Finalmente, en el cuarto lugar, estaban los esclavos, que trabajaban en la construcción y las minas.
La arquitectura egipcia tenía un significado funerario y religioso. Se caracterizaba por estructuras sólidas, macizas, prominentes y colosales, con el objetivo de perdurar e infundir temor. Los muros eran de gran grosor y las columnas se utilizaban como elementos sustentantes y decorativos (arquitectura arquitrabada). También se empleaba el dintel o viga horizontal (arquitectura adintelada).
Mastabas, pirámides e hipogeos:
Pilono de la entrada del Templo de Luxor (1400 a.C. aprox.).
Los templos se utilizaban para el culto. Consistían en una serie de salas cerradas, patios abiertos y monumentales gruesos muros. La parte más importante era el Naos, que albergaba una imagen de culto y la estatua del dios. Los speos eran edificaciones funerarias semisubterráneas, una fusión de templo e hipogeo. Ejemplo: Templo de Ramsés II (1244 a.C.).
Se utilizaban la escultura de medio bulto, la escultura exenta y el relieve (huecorrelieve, altorrelieve y bajorrelieve). Se seguía la regla de los 18 puños.
Temática: Mitología, vida cotidiana, funeraria y escrituras jeroglíficas. Técnica: Predominaba la pintura mural (fresco, temple y encáustica). Características: Frontalidad, hieratismo, ausencia de perspectiva, bidimensionalidad, colores vivos, ausencia de modelado. Las mujeres se representaban con un color de piel más claro. Los personajes sagrados eran más estereotipados, mientras que las personas comunes se representaban de forma más natural y dinámica. La perspectiva era bidimensional. Las pinturas muestran una observación de la naturaleza y expresan alegría y optimismo vital. Se seguía un canon, una norma.