Portada » Arte » Arquitectura, Pintura y Escultura del Arte Gótico: Características y Evolución
El gótico nació en la segunda mitad del siglo XII, cuando los arquitectos medievales sustituyeron el arco de medio punto por el ojival y la bóveda de cañón por la de crucería. El desarrollo de esta cubierta permitió una mayor altura y longitud del edificio, y lo más importante, abrir en las paredes grandes ventanales de iluminación. Intervinieron dos factores: la cualificación de los maestros y el poder del dinero. El gótico es un arte de cálculo, de combinación de fuerzas activas, esto permite construir un esqueleto flexible de piedra y revestido de cristal.
La catedral es la iglesia mayor diocesana; en ella se asienta la cátedra del obispo, desde donde preside el culto e imparte su enseñanza a los fieles. Además, durante la Baja Edad Media, este edificio solemne testimonia la gloria del prelado que la mandó construir, exalta la alianza entre el clero y la monarquía, y revela el orgullo de la burguesía. La catedral no solo fue un lugar de oración, sino que se convirtió también en el marco adecuado para celebrar los fastos reales (coronaciones, bautizos, bodas y funerales) y las reuniones civiles de las corporaciones gremiales. Mientras tanto, el pueblo llano rezaba y se divertía en su interior con el teatro litúrgico que en las festividades de la Navidad y de la Semana Santa se representaba en sus naves.
Las catedrales de la fase inicial del gótico se caracterizan por tener cuatro alturas en su alzado interior:
La pugna entre los elementos residuales del pasado y los nuevos tiempos ofrece soluciones de compromiso: la tribuna y el triforio presentan arcos de medio punto románicos, mientras que los formeros y perpiaños que acotan las naves son ya ojivales. Inicialmente, la catedral gótica presenta elementos residuales de la iglesia de peregrinación románica. La planta es cruciforme y muestra un amplísimo desarrollo de la cabecera, que conserva la girola y las capillas radiales. En el interior se alzan cuatro pisos: arcadas separando las naves, tribunas, pasaje del triforio en el espesor del muro y ventanas superiores hasta el arranque de las bóvedas.
El triunfo de la catedral gótica llegaría con el descubrimiento del arbotante: un gran brazo de piedra exterior que neutraliza el empuje de las bóvedas de crucería centrales, descargándolo sobre los contrafuertes laterales. El resultado fue la posibilidad de construir edificios luminosos de cinco y hasta de siete naves con solo tres pisos en altura: la arcada de separación, un reducido triforio y un elevadísimo ventanal. En el siglo XIV, los esquemas atlánticos procedentes del norte de Francia dan paso a una modalidad arquitectónica enraizada en el sur de esa nación, que se ha denominado como gótico mediterráneo. Los edificios se caracterizaban por tener planta ad aula y alzado ad quadratum. Se trata de iglesias de una o tres naves con capillas entre contrafuertes y cubiertas a la misma altura, cuya estructura afecta al espacio interior y a la masa arquitectónica externa. El resultado son salones desahogados de perfil rectangular, opuestos a la silueta triangular del gótico atlántico, producida por el escalonamiento de las naves. El cambio de rumbo lo patrocinó la monarquía catalano-aragonesa en las catedrales de Barcelona, Manresa, Palma de Mallorca y Gerona.
Intramuros de la cerca que defiende los barrios de la ciudad, se alzan varios edificios de rango civil: la universidad, la lonja, el ayuntamiento y el palacio.
La escultura en España exterior de las catedrales se hizo más menuda por la influencia del arte mudéjar y las obras en marfil (la portada de la Virgen Blanca de la fachada occidental). Destacan la puerta del Reloj de la catedral de Toledo y la puerta Preciosa de la de Pamplona; aunque es en Cataluña donde se encuentran los conjuntos escultóricos más sobresalientes, formados por sepulcros y retablos de influencia italiana. Miniaturas góticas en manuscritos, como en el códice de las Cantigas de Alfonso XII.