Portada » Filosofía » Aristoteles y su Ética: Virtud y Felicidad
Aristóteles contempló el ocaso del mundo clásico griego. Tuvo lugar el siglo de Pericles, la hegemonía de Atenas, la guerra del Peloponeso, la crisis de los polis y por último el dominio Macedonio sobre toda Hélade. La filosofía ofrecía dos grandes vertientes: los presocráticos dedicados al estudio de la physis y el cosmos, los sofistas hacían el estudio del hombre y las polis, de esta nació la ética de Sócrates. La filosofía había encontrado una cumbre, y una teoría antológica contra los sofistas. Nació en Estagira. Su padre era médico y lo introdujo en la medicina, lo que tuvo una influencia decisiva para la orientación empírica.
1/La ciencia, según él, implica conocimiento sistemático y demostrativo basado en principios necesarios. Lo necesario se refiere a lo que siempre es de la misma manera y no puede ser de otra manera. Aristóteles sostiene que la ciencia se aplica a lo necesario, ya que se fundamenta en verdades inmutables y principios universales de los cuales no existe principio y final y es eterno. Así, establece una conexión crucial entre el conocimiento científico y lo que es necesariamente verdadero en la realidad.
2/La producción se refiere a la creación de algo externo al agente, como una obra de arte o un objeto material. Por otro lado, la acción implica actividades que afectan directamente al agente, como decisiones morales o comportamientos éticos. Aristóteles destaca que la producción busca un resultado específico, mientras que la acción tiene un valor estrechamente ligado a la acción y no sólo al resultado. Así, establece una distinción significativa entre el proceso creativo orientado a un producto y las acciones éticas que contribuyen al carácter y la virtud del individuo.
3/La prudencia implica la capacidad de tomar decisiones morales y éticas correctas basadas en el conocimiento y la razón práctica. Por otro lado, la moderación se refiere a encontrar un equilibrio adecuado en las acciones, evitando los extremos. Aristóteles argumenta que la prudencia guía la moderación y viceversa. La prudencia ayuda a discernir el punto medio virtuoso entre excesos y defectos, llevando a una vida equilibrada y ética. La moderación, entonces, se convierte en la manifestación práctica de la prudencia al buscar evitar los extremos en nuestras acciones. En conjunto, prudencia y moderación forman un enfoque integral para la conducta ética y la búsqueda de la virtud.
Aristóteles, en su enfoque ético, conecta la virtud y la felicidad de manera intrínseca. Él considera que el bien se manifiesta de diversas formas y que la ética no es la esencia abstracta, sino la reflexión práctica dirigida a la acción, además de ace la distinción con las 4 partes del alma: vegetativa (funciones vitales), sensitiva (sentimientos), conativa (tendencias a placeres, huir del dolor…) y la intelectiva (racional).
Partiendo de la experiencia, Aristóteles emplea un método inductivo y destaca que nuestras acciones dependen del momento, revelando la complejidad de nuestra naturaleza y sus objetos, como las pasiones, deseos y deliberaciones. Estas acciones no son independientes del bagaje cultural y la experiencia personal, siendo los hábitos y costumbres determinantes. El bien, como fin, se integra en la historia personal de cada individuo, surgiendo del vivir, hacer y pensar. Aristóteles define el bien en función del fin, siendo su ética teleológica. La felicidad, o «eudaimonía», actúa como juez del nivel de eficacia en la defensa del propio ser. Buscar la felicidad implica acciones buenas, mientras que desviarse de este propósito se considera malo. Aristóteles ve la felicidad como un estado total, que incluye prosperidad material, paz interior y buena fortuna, siendo inseparable de la vida en la polis.
La ética, por ende, se relaciona con la política. En cuanto a la virtud, Aristóteles la concibe como una disposición del alma, una capacidad permanente para comportarse adecuadamente y que además debe ser continuada en el tiempo. Requiere voluntad, se adquiere mediante el ejercicio y el hábito, y está ligada al control de la parte pensante del ser humano. La virtud consiste en decidir bien según una regla, hallando el equilibrio entre extremos defectuosos. Existen 2 tipos de virtud: «ethos» relacionada con la parte apetitiva del alma y «dianoia» relacionada con la parte pensante. La virtud ética se desarrolla a través de hábitos de tomar decisiones correctas, mientras que las virtudes diagnósticas, como la prudencia, están vinculadas al pensamiento y la elección.
En conclusión, Aristóteles propone que la virtud es esencial para alcanzar la felicidad, conectando acciones éticas con una vida plena. Su ética se funda en la práctica, hábitos y búsqueda constante de un equilibrio virtuoso para lograr el bienestar duradero.