Portada » Historia » APUntes de la dinastia de los borbones en españa siglo 18
Tras la Revolución francesa, se denominó Antiguo Régimen al sistema político, económico y social del siglo XVIII.
La sociedad estaba dividida en tres estamentos muy desiguales entre sí. Los dos primeros eran el clero y la nobleza, privilegiados sin impuestos, con muchas propiedades y la mayoría de los cargos públicos. Los últimos eran el pueblo llano (burguesía, campesinos, clases populares), que soportaban el peso económico y eran marginados de la política.
El clero estaba formado por los cargos eclesiásticos. Constituían el 2% de la población, pero tenían el 40% de las tierras.
A la nobleza se pertenecía de nacimiento, eran menos del 5%, pero tenían grandes territorios y muchos señoríos jurisdiccionales de los que recibían grandes rentas.
En el pueblo llano, los campesinos formaban la mayoría de la población y vivían al límite de la supervivencia, ya que eran obligados a entregar grandes rentas. La burguesía, debido al poder de la nobleza y el clero, solo destacaba en las ciudades dedicadas al comercio colonial (Cádiz, Barcelona).
La economía se basaba en la agricultura, que era la principal fuente de ingresos. Pero muy pocos campesinos eran propietarios, ya que las tierras habían sido amayorazgadas en la Edad Media. Esto consistía en que el propietario vinculaba por derecho sus propiedades, de tal manera que sus herederos podían usar las tierras a placer, pero sin poder venderlas.
Así, la mayoría de la tierra cultivable era trabajada por jornaleros. Sus condiciones variaban dependiendo de la región. En Cataluña, las tierras eran de extensión media y pertenecían a la Iglesia, y los campesinos tenían un contrato a largo plazo e invariable, por lo que sus rentas eran estables y su situación era mejor. En el norte, los jornaleros eran fijos durante tres generaciones, pero por falta de tierras, estas se subdividieron, creando problemas de subsistencia. En el sur, las condiciones eran las peores, debido a que los jornaleros eran sometidos a contratos a corto plazo, por lo que sus rentas eran aumentadas cada año, impidiendo que tuvieran excedentes. A esto se le unía que los miembros de la Mesta necesitaban tierras para pastar, por lo que se las quitaban a ellos.
Los demás sectores económicos dependían de la agricultura. La industria artesanal, al estar en gremios, tenían controlada la producción y la creación de talleres. Además, las crisis agrícolas, la escasez de demanda y el poder de los gremios impedía el crecimiento de la industria.
El comercio interior era escaso, ya que había problemas de transporte, las ciudades interiores estaban aisladas, y sobre todo, porque la agricultura era casi de subsistencia, con lo que no había apenas excedentes, y los pocos excedentes, eran usados para compras indispensables.
En la política, destacó el absolutismo. Fue creado en Francia en el S.XVII, como evolución de la monarquía autoritaria. Los Borbones a su llegada implantaron esta forma de gobierno. A diferencia del autoritarismo, donde el rey gobernaba todos los territorios y era la cabeza de las instituciones, en el absolutismo las tierras eran del rey y de este salían las instituciones, siendo su poder prácticamente ilimitado.
Los Austrias ya habían iniciado esta concentración de poder en Castilla, donde apenas quedaban instituciones propias. Por ejemplo, las Cortes solo se habían reunido una vez desde el siglo XVI, en el año 1665, y para aprobar unos impuestos. Sin embargo Aragón, Navarra y País vasco seguían conservando sus instituciones y gozaban de cierta soberanía respecto del poder central.
Los primeros Borbones Felipe V (1700-1746) y Fernando VI (1746-1759), junto a un grupo de consejeros, combatieron la poca oposición al absolutismo. Así, empezaron a unificar y reorganizar el poder centrar, causando la desaparición de los antiguos privilegios de algunas regiones del país, cuyo principal ejemplo es Aragón.
En 1700, Carlos II murió sin descendencia directa, por lo que el trono tenía que ser ocupado por familiares. Los posibles candidatos eran Felipe D’Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, y Carlos de Habsburgo, hijo del emperador de Austria. El testamento indicó que el candidato francés sería el próximo rey, coronándose como Felipe V en 1701.
Este hecho fortalecía el poder de los Borbones, por lo que Holanda Gran Bretaña y Portugal apoyaron al candidato austriaco y declararon la guerra a Francia y España., convirtiéndose el problema sucesorio en un conflicto internacional.
En el ámbito nacional, Castilla se mantuvo fiel a Felipe V, excepto una parte de la nobleza que no quería perder su poder; sin embargo Aragón apoyó completamente al candidato austriaco, ya que no querían perder sus privilegios, por lo que comenzó una guerra civil que duró más de diez años. Los ejércitos de Felipe V controlaron la mayoría del territorio gracias a dos importantes batallas (Almansa (1707) y Villaviciosa (1710)), resistiendo solamente una parte de Cataluña, que acabó por caer el 11 de septiembre de 1714, con la conquista de Barcelona.
Sin embargo, en el ámbito internacional, los borbones eran incapaces de vencer al bando del austriaco. Pero en 1711, el emperador de Austria fallecía, por lo que Carlos ocupó su lugar, haciendo peligrar el equilibrio europeo, al tener el acceso a dos tronos. Ante esto, Gran Bretaña y Holanda quisieron terminar el conflicto, firmando los Tratados de Utrecht, en los que España cedía Flandes, el Milanesado, Nápoles y Cerdeña a Austria, y Menorca y Gibraltar a gran Bretaña, además de privilegios comerciales con la América española.
La llegada de los Borbones se caracterizó por unas medidas centralizadoras, que consistían en unificar las leyes y eliminar los fueros y privilegios de las regiones de España. Esto se llevó a cabo mediante los Decretos de Nueva Planta (1707, 1715, 1716) una serie de decretos que eran una represalia por la rebelión contra Felipe V, y que sometía a algunas regiones como Cataluña, Valencia o Aragón a las mismas leyes que Castilla, quedando excluidas algunas provincias vascas y Navarra, que conservaron sus privilegios, sus Cortes y este último también conservó otras cosas (moneda, Consejo,…). Así, a través de estas medidas se facilitó la centralización del poder.
Pero estas reformas también afectaron a las Cortes y los Consejos. A partir de ese momento, las Cortes solo fueron convocadas para formalidades, y estaban compuestas por miembros de los reinos que perdieron sus privilegios. El poder de los consejos quedó absorbido por los ministros, un cargo que fue creado por Felipe V y que especializaba la labor gubernamental, convirtiéndolos en el cargo más importante de esta época. Conforme pasó el tiempo, se fueron introduciendo más ministros, pasando a ser siete en 1787 (Estado, Guerra, Marina, Hacienda, Gracia y Justicia, y dos para las Indias). Los ministros más importantes fueron, a destiempo, el marqués de la Ensenada, de Floridablanca y Campomanes. Este último formalizó las reuniones entre ministros, creando al Junta Suprema de Estado.
La administración del territorio la llevaba a cabo las Audiencias, que tenían poderes legislativos y judiciales. Estas eran dirigidas por los capitanes, y se crearon varias más, pertenecientes a las provincias que perdieron sus privilegios. También existían los intendentes, que eran los representantes del poder central de una provincia.
Los Borbones también acabaron con la autonomía financiera de las provincias, a través del envío de las cuentas anuales a la Cámara de Castilla (Fernando VI, 1751) y la dirección de los bienes de los pueblos a través del Consejo de Castilla (Carlos III, 1760).
Felipe V también llevo a cabo una Hacienda que consistía en crear un fondo común de los recursos del Estado, dirigida por el ministro de Hacienda. Para ello, se le encargó al marqués de la Ensenada que realizara un catastro para ver las riquezas del país. Pero esta acción encontró mucha oposición, por lo que no fue llevada a cabo.
Por último, cabe destacar la implantación de la Ley Sálica (1713), que solo permitía reinar a las mujeres si no había descendencia principal (hijos) o lateral (sobrinos, hermanos).