Portada » Filosofía » Apariencia y realidad heraclito
Durante toda la historia de la filosofía, se ha ofrecido como solución al enigma del conocimiento el hecho de que existen dos mundos, o dos realidades, dependiendo del filósofo que lo explique. Desde Platón, Descartes, Kant o incluso el propio cristianismo, ha separado el mundo en dos espacios: uno, en el que todo es permanente, los “objetos” o “ideas”, que no varían, son reales, y a él sólo se puede llegar a través de la razón. Este mundo es el que permite el conocimiento verdadero, el auténtico; y por otro lado el mundo de lo aparente, lo cambiante, que tiene un valor inferior al mundo verdadero, y en el que no se puede conocer la verdad. Nietzsche rompe con toda esta filosofía, criticando el llamado “mundo verdadero”, así como el concepto tan arraigado de “verdad absoluta” como ningún otro filósofo se ha atrevido a hacerlo, ya que simplemente se limitaban a cambiar el lugar en el que se esconde dicha verdad. Así, en éste apartado de su filosofía, el pensador alemán se enfrenta al “mundo verdadero” o “metafísico”, al igual que al lenguaje que se utiliza en referencia a este, y sobre todo, intenta responder a preguntas como: ¿Existe la realidad?
¿Y la verdad? ¿Qué buscan los hombres en la verdad?. Según Nietzsche, la realidad no es, deviene. Esto podría explicarse con el hecho de que la realidad se renueva en cada momento, como también se renueva nuestra forma de percibir la realidad en cada nueva percepción de esta. La concepción de un tal devenir tiene ascendencias heraclíteas: en Heráclito, el mundo es un constante devenir, es un cambio continuo, por este motivo (al igual que no podemos sumergirnos dos veces en el
mismo río) no podemos conocer el mundo tal como realmente es, porque es un continuo devenir. El mundo es un cambio incesante, y esto es lo único real. Así pues, cualquier intento de conocer la realidad idealizada está destinado al fracaso ya que la realidad puede ser experimentada, pero no conocida. Al contrario que prácticamente todos los filósofos anteriores (a excepción de los empiristas) piensan que los sentidos son engañosos y que nos conducen a error, Nietzsche piensa que los sentidos son el único modo de percibir la realidad. Desarrollando este pensamiento, el filósofo alemán llega a la conclusión de que el llamado “mundo verdadero” no existe, ya que el único mundo existente es el que percibimos a través de los sentidos, el de la experiencia, el que los antiguos filósofos calificaban como mundo de las apariencias y de los objetos cambiantes. El mundo “verdadero” tan sólo es una invención del hombre, un mundo inventado que dista mucho de ser verdadero. Por tanto, el llamado “mundo aparente” pasa a ser el único existente y real, ya que si el verdadero desaparece,no podemos llamar al que percibimos mediante los sentidos aparente ya que no es apariencia de nada, tan solo una sucesión de experiencias que devienen, y que son las que forman lo que nosotros entendemos como mundo. Un devenir sin intención final, carente de meta y de sentido, en el cual cada persona tiene experiencias dependiendo de la actividad que desarrolle o los gustos que tenga, es decir, un mundo experimentable. Como solución a la pregunta realizada en la introducción, de qué es lo que el hombre busca en la verdad, Nietzsche
encuentra como solución que el “mundo verdadero” es creado simplemente para sobrevivir. Es creado por hombres débiles, con miedo al azar y al rápido devenir del mundo, que inventa un mundo a su imagen y necesidad con el que encubre todo lo que le inquieta o lo que le produce miedo. El hombre sólo dispone de un instrumento: el intelecto. El intelecto le posibilita la huida del devenir. Es por esto por lo que el hombre necesita crearse falsos conceptos, falsas categorías, falsas verdades… que fijen un mundo siempre cambiante y, así, poder sobrevivir.Estos filósofos-momia crean un lenguaje específico con el que referirse al “mundo verdadero”: sustancia, sujetos, causa-efecto, identidad…que nunca pueden llegar a ser experimentados. Esta gramática especial nos hace creer que toda acción tiene detrás un sujeto, un agente, cuando lo único que existe es la acción, el devenir. Así, citando uno de los ejemplos del propio Nietzsche, cuando decimos: “el relámpago brilla”, estamos relacionándolo con el mundo metafísico, duplicando la realidad. Afirmo que hay una sustancia (el relámpago) que genera un efecto (el brillo). De esta manera, he convertido una experiencia de los sentidos en un mundo de sustancias y con causas y efectos, ya que en realidad no se puede separar al relámpago del brillo. Así pues, también podemos analizar otras formas de expresión metafísicas provenientes de famosos filósofos, como lo es Descartes y su “pienso, luego existo”. En esta expresión, el filósofo francés está demostrando la existencia de un sujeto, “yo”, con la experiencia de pensar, de donde en realidad tan solo se puede extraer que hay pensamiento. Además, esta expresión
El uso de esta palabra nos convence de que existe un sujeto, mientras que en realidad el “yo” es una pluralidad de fuerzas y personajes que coexisten. Así pues, otro uso del lenguaje engañoso en ese sentido es la gramática del verbo “ser”, tan usado en todas las lenguas, y que trasmite la idea de que la esencia no cambia, que lo que cambian son sus características. También, la estructura de sujeto-predicado mantiene la idea de la causa y el efecto, ya que facilita la diferenciación entre un sujeto agente y su producto, es decir, su efecto. Otro recurso de los filósofos-momia es la polisemia y sinonimia. Con el lenguaje, sometemos lo individual a lo universal, tratamos lo parecido como si fuera igual, aunque no hay nada igual. El reducir la realidad a unos pocos conceptos iguales para todos nos simplifica la vida, nos la hace más cómoda y segura, pero no tiene nada que ver con la realidad. Mediante el lenguaje gramatical y la razón el mundo reduce su complejidad y se vuelve más cómodo. Ayudándonos con vocablos como sustancia, causa… nos sobreponemos a la realidad, al devenir caótico, inventamos un mundo a nuestra medida para librarnos del miedo. Las ilusiones metafísicas no aumentan nuestro conocimiento del mundo, sino que nos ayudan a adaptarnos a él. En realidad, no hay verdad, porque no hay mundo verdadero-metafísico; sólo hay interpretaciones diversas, tanto como percepciones haya de la realidad. Así pues, no solo hay una interpretación de la realidad por cada persona, si no que nuestra interpretación de las cosas puede variar con el tiempo, o con las diversas
sensaciones que experimentemos, y todas son válidas. Una interpretación está principalmente influenciada por tres aspectos:El aparato sensorial:las necesidades,impulsos y motivaciones del que observa;las vivencias o lo que ya hemos experimentado y los impulsos o instintos.Este carácter interpretativo de lo experimentado es lo que aleja a Nietzsche del empirismo, ya que para esta corriente es posible la observación neutral y objetiva, mientras que para el filósofo que estudiamos,la observación siempre será subjetiva a quien la experimente.Como hemos dicho anteriormente, una de las influencias para las interpretaciones son las necesidades, ya que son las que interpretan al mundo. Según Nietzsche,hay que aprender a moverse sin un criterio absoluto de verdad, experimentando la vida,ytomando en cada momento lo que más nos convenga, relacionado con la fuerza de la voluntad de poder de esta necesidad.Como conclusión,resaltar de este autor el hecho de que rompió por completo la filosofía anterior.Al contrario que Descartes, que intentaba proponer unas nuevas bases para la filosofía, aunque se basaba en ideas tan antiguas como el dualismo platónico,Nietzsche crea una filosofía totalmente renovada,criticándola desde un punto de vista sin ningún tipo de religión o de mundos verdaderos, si no desde la realidad de los sentidos y de la experiencia. Así,desarma las antiguas filosofías que calificaban nuestro mundo como el mundo de las apariencias,dando paso a la idea de que nuestro mundo es el único real, y la realidad deviene, son experiencias subjetivas, sin ningún tipo de verdad a la que hay que llegar,si no centrándose en el aspecto práctico de la vida.