Portada » Arte » Antecedentes y consecuentes del extasis de santa teresa
Las figuras están realizadas en mármol blanco principalmente, y los rayos del sol de bronce. Tiene una altura de 3,5 metros.
En la obra destacan dos figuras; empezando por la izquierda, nos encontramos con un ángel que sonríe pícaramente después de haber clavado en el corazón de la santa una flecha de amor cristiano. Éste luce una especie de manto con multitud de pliegues, en su mano derecha porta la flecha que acaba de utilizar y también luce dos hermosas alas en su espalda.
A su lado podemos divisar a Santa Teresa en pleno éxtasis; con la boca entreabierta y los ojos cerrados que hacen que el rostro transmita una sensación de mezcla entre dolor y placer. Su cuerpo parece caerse pues sus brazos y piernas están flácidos, ella luce un exagerado manto lleno de pliegues que dan la sensación de hacerlo muy pesado, y bajo éste encontramos un cúmulo de vaporosas nubes que flotan bajo ella.
Sobre las dos figuras caen diversos rayos realizados con bronce que nos dan la sensación de ser rayos de luz que proceden del sol que alumbra a los personajes. Rodeando el conjunto escultórico se encuentra un decorado marco.
A su vez toda la composición nos hace acordarnos de estar viendo una representación teatral en la que el centro de la escena es el conjunto que forman el ángel y la santa. Alrededor, en las paredes laterales, se encuentran divididos en balcones los distintos miembros de la familia que le encargó esta preciosa obra (la familia Cornaro); ya que querían aparecer en ésta, Bernini originalmente los colocó en palcos como si de una actuación teatral se tratase observando éstos lo que estaba ocurriendo en escena.
La arquitectura, escultura y pintura se unen para dar forma al conjunto, de manera que mediante la arquitectura prolongándose con la pintura, (simulando una doble columnata, o el frontón partido) se consigue un efecto de profundidad en los palcos laterales. A su vez, esto va girando hacia el espectador con el fin de hacerle sentirse dentro de la escena.
La cúpula que se sitúa sobre el complejo, al igual que el óculo situado detrás de Santa Teresa y el ángel también deja pasar la luz del mismo modo, iluminando la escena de una manera celestial, divina. Se nos presenta pintada simulando el cielo abierto, mediante una serie de nubes que dejan caer un número de querubines como metáfora de la presencia divina.
Así se establece una sucesión de lo terrenal a lo espiritual en distintos niveles como se puede apreciar en las figuras situadas en los palcos laterales mostrándonos el nivel más cercano a la carne, al igual que el espectador cuando pasa a formar parte de la obra. El segundo nivel es la imagen de Santa Teresa y del ángel que se muestran como el vínculo de unión entre lo divino y lo terrenal, suspendidos en el aire pero sin llegar a las alturas donde se encuentra Dios. Así el tercer nivel sería el más alto, allí donde el cielo se abre y tiende hacia un espacio infinito, es decir Dios.
Tan importante en esta obra es la luz como el color, del que Bernini hace uso mediante el empleo de mármoles policromados, de esta manera remarca el momento de éxtasis que Teresa de Ávila padecía, materializada aquí con un mármol blanco que destaca sobre el ambiente colorido que le rodea.
Cómo conclusión se puede afirmar que realmente Bernini alcanzó con ésta, la más culminante de sus obras, incluso la más culminante de las obras de su tiempo, haciendo uso de la luz de una forma magistral, así como la combinación de la misma con el color, o el empleo coetáneo de la arquitectura, pintura y escultura con las que consigue esa perfecta transición de lo terrenal a lo divino y consigue dotar al conjunto de ese aspecto teatral, algo espectacular, como un instante captado en el tiempo en el que el espectador, además juega un papel importante, percibiendo distintas sensaciones, De este modo la obra nunca se considerará terminada si no es como la presencia humana, es decir, siempre estará abierta a nuevas sensaciones e interpretaciones.
La escultura barroca adquiere un valor omnipresente, aparece en fachadas, retablos, monumentos públicos, etc. Es el elemento clave para dar el sentido simbólico a las escenografías barrocas. La escultura rococó tiene su centro en Europa central.
Esta obra fue encargada por el cardenal Federico Cornaro. En esta capilla, Bernini supo dar vida al espectáculo total, creando un cuadro teatral fijo en el que se transpone la celda conventual de Santa Teresa en el momento en que, sufriendo una mística experiencia, disfruta de la unión extática suprema con Cristo. El grupo es en sí mismo una de las más exquisitas esculturas de la historia del arte, insuperable en su interpretación del éxtasis como turbamiento espiritual y sensual a un tiempo, pero también por su alto virtuosismo técnico. Las palabras con las que la Santa describe su experiencia en el «Libro de su vida» encuentran en Bernini al más extraordinario de los traductores por su rara capacidad de fundir tensión espiritual y carga emotiva y sensual, los componentes básicos de la religiosidad barroca, gracias a un conocimiento exhaustivo de las posibilidades expresivas de los materiales y a un dominio insólito de los procedimientos.
En sus primeras obras Bernini respetaba fielmente los cánones clásicos, a la vez que se observaba la influencia manierista de su padre. Sin embargo, su estilo muestra una evolución, donde aparece con fuerza la creatividad del artista.
En sus composiciones el artista plasma el momento culminante del drama, mostrando la gracia y la expresión de los personajes. Pero sobre todo, lo que fascina de sus obras es el virtuosismo, la naturalidad, el efecto de materialidad y de claroscuro. Por otro lado, resulta novedosa la relación de las esculturas con el espacio circundante, ya que están concebidas para ser observadas desde un punto determinado, no para ser rodeadas y vistas desde cualquier ángulo. Del mismo modo su estilo será un ejemplo para los artistas posteriores.
El Barroco tiene una localización fácil de definir, pues su foco más influyente fue la Roma papal, centro de un arte contrarreformista que derivó hacia un barroco exuberante y que influyó en todo el arte europeo de los siglos XVII y XVIII. Sevilla, Valencia, Toledo y Madrid en la Península, y Nápoles o Flandes fuera de ella. El barroco integra a la perfección la escultura, arquitectura y pintura en los espacios.
El término barroco tiene un sentido peyorativo, y su origen parece derivar de barrueco, nombre dado a una perla de forma irregular. El barroco, estilo que a lo largo del siglo XVII y parte del XVIII aparece en Italia con una visión unitaria. El arte barroco se puede definir como la manifestación de los tres poderes establecidos: la iglesia, la monarquía y la burguesía. Y podemos dividir la producción artística barroca en dos grupos: la derivada de la burguesía protestante y la que proviene de la Iglesia y el poder real.
El término rococó se trata de un calificativo despectivo derivado del término rocaille, elemento principal de la decoración del siglo XVIII. Es un estilo rico. Se trata de un arte al servicio de la comodidad, del lujo y de la fiesta, y en parte prefigura el arte burgués, el arte «se hace más humano». En el Rococó se aplica el concepto de «el arte por el arte». El estilo Rococó se caracteriza por su arte distanciado y refinado, esencialmente aristocrático.
El arte barroco se caracterizó por ser un arte integrador de espacios en un todo unitario. Otro aspecto importante del urbanismo barroco es el urbanismo de jardines como El Palacio de Versalles con numerosas fuentes.
En la arquitectura religiosa el Barroco pretende potenciar la liturgia como vehículo transmisor de las ideas de la Contrarreforma.
La escultura barroca adquiere un valor omnipresente, aparece en fachadas, retablos, monumentos públicos, etc. Es el elemento clave para dar el sentido palaciego cortesano o simbólico a las escenografías barrocas. La escultura rococó tiene su centro neurálgico en la Europa central, donde se conservará la impronta de Bernini.
La pintura barroca es una de las manifestaciones artísticas más ricas y abundantes de los siglos XVII y XVIII. Las temáticas de la pintura barroca son muy variadas, aunque son de destacar los temas mitológicos, los alegóricos y los históricos. Dentro del arte de los palacios, el retrato y los grandes bodegones y floreros tienen una doble e importante razón de ser: la autoafirmación del monarca o del noble y servir de decoración de las distintas estancias. En la pintura del siglo XVII podemos diferenciar cinco tendencias:
Clasicista: representa una corriente contraria a los excesos del manierismo.
Naturalista: la corriente artística que toma como modelo de su obra la realidad, aplicándola a temas históricos o religiosos del pasado. Su máximo representante es Caravaggio.
Realista: entendemos por pintura realista la manera artística que tiene como modelo la realidad observable y tangible que traslada a la composición de la manera más fiel posible.
Academicista: una de las tendencias más monótonas ya que uniformiza al arte llamado también estilo Luis XIV.
Barroca: tiene como máximo representante a Rubens, autor influido por la terrebilitá de Miguel Ángel y por el cromatismo de Tiziano.
La tendencia propiamente barroca en España se centró en dos escuelas: la sevillana y la de la Corte madrileña.
El éxtasis de Santa Teresa. Bernini