Portada » Español » Análisis del poema «Me busco y no me encuentro» de Josefina de la Torre
Josefina de la Torre (1907-2002) fue una poeta, novelista, cantante lírica y actriz canaria, nacida en una familia de artistas de renombre como su hermano, el novelista Claudio de la Torre, y su tío, el barítono Néstor de la Torre. Publicó su primer poema en el diario La Jornada con ocasión de la muerte de Benito Pérez Galdós. Inicialmente, sus poemas aparecían ocasionalmente en revistas y periódicos.
Podemos considerarla como la más joven representante de la Generación del 27, ya que comparte el gusto por la sencillez formal, el lirismo interior, el uso de un lenguaje de expresión popular y las innovaciones vanguardistas, además de la influencia de autores de esta misma generación, como Pedro Salinas.
«Me busco y no me encuentro» es un poema que se encuentra en el poemario Marzo incompleto (1968), considerado por algunos como «el anuncio ininterrumpido y primaveral de una desolación», y es, junto a Medida del tiempo, la culminación poética de nuestra autora.
La intención del poema es expresar la profunda frustración que siente la autora al ser incapaz de ser madre, su gran sueño incumplido. Por ello, las modalidades oracionales que encontramos son la desiderativa y la enunciativa.
Estructuralmente, podemos dividirlo en tres partes:
Los temas principales del poema son la soledad, la angustia y el paso del tiempo.
Es un texto literario, con género lírico, que combina versos alejandrinos con heptasílabos. Solo se emplean dos heptasílabos en todo el poema, en los que se manifiesta la condición que motiva esta composición: una búsqueda personal que no logra su objetivo. De esta manera, tanto visual como métricamente, estos dos versos cautivan la atención del lector.
Las funciones del lenguaje que podemos ver son la poética, al tratarse de un poema, y la emotiva, dado que Josefina nos transmite sus sentimientos de frustración y desconcierto.
Se utilizan diversos recursos literarios:
A lo largo del poema se reflejan sentimientos de desolación, tristeza, inseguridad, desaliento y rebeldía, que se ven reflejados en términos negativos como «oscura», «silencio», «vacío», «incertidumbre», «tinieblas», «desalentado», «desgranarse», «sordas», «herido» y «sombra».
Destaca el adverbio temporal «ahora», que marca el inicio de la segunda parte del poema. En un atisbo de ilusión y esperanza, se plantea el avanzar (uso del verbo «ir»), pero en su progreso tendrá que convivir con las «tinieblas». La frustración se confirma cuando la poeta afirma «no pude ser», antes de realizar una enumeración de sus anhelos incumplidos: «tierra, esencia y armonía».
La condición interior de la poeta es la de una persona con heridas internas que se hace preguntas. En esta situación, «busca, interroga, pregunta» e intenta «descubrir», pero es en vano. Las heridas causadas por lo que está viviendo no son físicas, sino psicológicas y emocionales.