Portada » Ciencias sociales » Análisis del Poder y la Democracia en la Modernidad: Foucault, Bobbio y O’Donnell
Michel Foucault rompe con las concepciones tradicionales de poder. A diferencia de Maquiavelo, quien se centró en la obtención y el mantenimiento del poder, o Weber, que lo asoció al Estado, Foucault analiza cómo se ejerce el poder en la sociedad moderna disciplinaria. Su análisis parte de la evolución del castigo en el derecho penal.
Su obra se divide en tres campos:
Puntos importantes del análisis de Foucault:
Foucault critica a Marx por no abordar cómo se maneja el poder. En las sociedades antiguas, el poder de castigar provenía del rey, delegado por Dios. En la modernidad, el pecado ofende a la sociedad, y nuestra vida depende de todos, no del rey o Dios. El poder circula en las instituciones (escuela, familia, hospital, fábrica, cárcel, psiquiatra), que moldean a los individuos para ser funcionales al sistema capitalista, creando individuos «normales». Los «anormales» son reeducados en la cárcel o el psiquiátrico. La «mirada» o el «qué dirán» ejerce un control constante. La disciplina es la autocoerción.
El saber sobre las instituciones que un individuo ha atravesado permite conocerlo, creando la anatomopolítica y la biopolítica, estadísticas de las características de un grupo. El hombre es visto como potencialmente peligroso y requiere control. La cárcel, en lugar de reincorporar normas, produce delincuentes que justifican el control policial.
Bobbio considera la democracia directa insensata en sociedades complejas. La democracia representativa surge como alternativa. Marx planteó al hombre total como meta, pero Bobbio lo ve como ciudadano total, parte del estado total. La democracia rousseauniana es interpretada como totalitaria, en oposición a la liberal. No todo estado representativo es democrático. En la representativa, las decisiones las toman los elegidos. Elementos de la democracia directa en estados modernos: revocabilidad del mandato, iniciativa popular, presupuesto participativo.
El delegado es un portavoz con mandato limitado y revocable. El fiduciario tiene autonomía para decidir. La representación por mandato es un punto intermedio entre ambas democracias. La democracia directa se ve en la asamblea de ciudadanos y el referéndum.
Bobbio observa una expansión del poder ascendente de lo político a lo social. La democracia política está condicionada por la sociedad civil. El avance democrático se mide por la conquista de espacios de poder no democráticos.
Bobbio busca una sociedad pluralista y democrática. La democracia moderna es pluralista. La teoría democrática se opone al poder autocrático (de arriba hacia abajo), mientras que la teoría pluralista se opone al poder monocrático (centrado en uno). La democracia moderna lucha contra el abuso de poder en dos frentes: desde arriba y contra el poder concentrado.
La democracia requiere consenso y disenso. El disenso es inevitable y, donde se manifiesta libremente, hay democracia. La sociedad pluralista permite el disenso, distribuye el poder, abre la democratización de la sociedad civil, y amplía e integra la democracia política. El problema en la modernidad es la democratización de instituciones con poder autocrático como el Estado y las empresas.
El derrumbe de sistemas autoritarios dio lugar a democracias políticas (poliarquías), representativas e institucionalizadas, algunas con baja institucionalización. O’Donnell analiza la transición del estado burocrático autoritario a la democracia. En Argentina, la transición fue un colapso; en Brasil, negociada; y en Perú, un populismo militar-autoritario incorporativo.
El Estado es un conjunto de relaciones sociales que establece un orden con garantía coactiva centralizada en un territorio. El sistema legal es constitutivo del Estado. La igualdad ciudadana garantiza los derechos políticos. Hay dos tipos de democracia: en sentido estricto (régimen político) y ampliada (distribución de la riqueza). En América Latina, los gobiernos son democráticos, pero no las sociedades. Argentina, Brasil y Perú sufren una crisis estatal con tres dimensiones: burocracia, efectividad de la ley y bien público. Es una crisis del modelo de acumulación de capital. La poliarquía requiere sufragio universal, acceso a la información y libre competencia, pero con baja institucionalización.
O’Donnell plantea un mapa con zonas según la presencia estatal:
En América Latina, crece la zona marrón, aumentando la fragmentación del Estado. En estas zonas, las democracias mezclan características democráticas y autoritarias. El régimen define el acceso a los cargos de gobierno. Un Estado incapaz de imponer su legalidad sustenta una democracia de baja intensidad. En las zonas marrones, se respetan los derechos políticos de la poliarquía, pero se viola el componente liberal, cancelando derechos como el voto sin coacción.
La crisis se profundiza por la desconfianza en el gobierno, llevando a acciones individuales y horizontes temporales cortos, como en el dilema del prisionero. Se rompen las solidaridades y predomina el «sálvese quien pueda». Hay baja institucionalización, corrupción y fragmentación estatal. Para progresar, se deben reestructurar las políticas liberales, ampliando los horizontes temporales y las solidaridades, fortaleciendo las instituciones. Las democracias latinoamericanas son delegativas, no representativas, con control vertical (voto) pero no horizontal.
La solución al dilema requiere encontrar áreas donde la acción amplíe los horizontes temporales y las solidaridades, fortaleciendo las instituciones políticas y sociales.