Portada » Filosofía » Análisis del Materialismo Histórico y la Crítica Ética de Nietzsche
La interpretación general de la sociedad de la historia marxista se denomina materialismo histórico. En toda sociedad se pueden distinguir la infraestructura económica de la superestructura ideológica.
La infraestructura económica es la manera en la que se organiza el modo de producción, es decir, la praxis humana. Han habido varios modos de producción anteriores: esclavista, feudal, gremial, y en su época el capitalismo. En todo modo de producción se pueden distinguir unas fuerzas productivas, que son todos los elementos que intervienen en la producción, y los medios de producción. El medio de producción más importante hasta el siglo XIX ha sido la posesión de tierras, a partir del siglo XX aparecen las grandes máquinas y las fábricas. Los seres humanos establecen unas determinadas relaciones en torno a esas fuerzas productivas, y se establece una división básica con una clase propietaria y otra clase no propietaria. La relación entre ambas clases es de explotación.
La infraestructura marca las condiciones de vida reales de las personas, todo el conjunto de ideas que se crean en torno a las condiciones, viene determinado por la infraestructura y se denomina superestructura ideológica.
En la época de Marx se está produciendo un cambio histórico. Los cambios comienzan en la infraestructura; muy rápidamente las fuerzas productivas han cambiado a las grandes máquinas y fábricas como nuevos medios de producción. Esta aparición provoca cambios en las relaciones de producción, como la aparición de nuevas clases sociales; las clases antiguas entran en conflicto y luchan para poder acceder a los nuevos medios de producción. Cuando ya han surgido las nuevas clases sociales y ha cambiado la infraestructura, la superestructura se tiene que ir amoldando a la nueva situación, primero las leyes y las instituciones, y después el pensamiento; es decir, toda la superestructura.
El materialismo histórico se inserta dentro de la teoría de la esencia del materialismo dialéctico, que defiende que la naturaleza es dinámica y que se mueve por oposiciones y conflictos de contrarios, tesis y antítesis, que dan lugar a nuevas situaciones que asumen y superan la oposición anterior, síntesis, cuyo desarrollo da lugar a nuevos conflictos de posiciones.
Por último, Marx analiza las contradicciones que tiene la sociedad capitalista que van a llevar su propia destrucción. En primer lugar, el capitalismo va hacia crisis periódicas, cada vez mayores. Como lo que se busca es aumentar la producción, el capitalista va a invertir el beneficio en nuevas máquinas y en la mejora del método de producción. Este aumento llega a un momento en el que escasean las materias primas y hay un excedente de producción que no puede ser consumido. El número de proletarios no va a crecer en la medida de los productos y Marx siempre pensó que iban a recibir un salario de subsistencia. Un segundo factor fundamental es la proletización constante; el aumento de la maquinaria y la concentración del capital en menos manos, hará que la clase capitalista triunfadora sea menor respecto al número de proletarios. Ese momento sería la revolución del proletariado, que se considera bastante cercana. En primer lugar el proletario se hará con la fuerza y con la propiedad de los medios de producción, esto dará lugar a una dictadura del proletariado. El objetivo final es la desaparición de la clase capitalista y de la propiedad privada de los medios de producción.
En la crítica general a la metafísica, un apartado importante es la crítica a la moral cristiana, que considera una moral de esclavos y de rebaños frente a la moral de la aristocracia griega, es decir, una moral de señores.
Esta moral de los señores es la exaltación de la vida, de la voluntad del poder; el aristócrata buscaba la diferencia y la superioridad, para ellos era una virtud el orgullo y la forma; buscaba la autoafirmación y el desarrollo completo de todas sus posibilidades. Todo esto, representa la voluntad de poder, que siempre es una voluntad de ser más y para Nietzsche la fuerza vital más importante. Frente a esta moral se encuentra la moral de los esclavos, que niega la vida y es propia del cristianismo. Esta moral predica que todos los hombres son iguales, pero solo tiene valor ante Dios; los hombres deben obedecer y ser humildes, ya que cualquier autoafirmación supone pecar ante Dios; todos los instintos del hombre tienen que ser suprimidos y cualquier expresión de un instinto vital es merecedora de un castigo; también, el hombre debe reconocer su mediocridad y ausencia de valor para ser ante Dios.
La parte crítica de Nietzsche se complementa con una parte creadora y afirmativa de nuevos valores, denominada nihilismo.
Con esta metáfora, Nietzsche explica las tres transformaciones por las que tiene que pasar el espíritu para superar al hombre antiguo y que aparezca el nuevo hombre o superhombre.
También habla de la metáfora del eterno retorno; esta indica que hay que vivir cada momento deseando que se repita eternamente; sus manifestaciones son los propios de lo que Nietzsche llama superhombre; también la creación, porque ese hombre superior debe crear sus propios valores y metáforas que impulsen esa voluntad de poder.