Portada » Derecho » Análisis del Ethos y los Tipos de Control Social
Algunos sociólogos consideran que en cada sociedad existe un ethos básico, que proporciona las señas de identidad de la sociedad. Otros autores entienden que eso era válido para las sociedades antiguas, llenas de tabúes, pero que una sociedad moderna es compleja, por lo que coexisten distintos ethos. También hay una tesis intermedia que dice que hay que aceptar un ethos plural, pero admitiendo que existe un ethos prevalente. Una sociedad moderna, conservando sus sujetos, intenta comprender el sentido de otros ethos, siempre que no contradigan los principios básicos de esa sociedad.
A finales de los años 60, encontramos una sentencia del Tribunal Supremo por escándalo público a una mujer por tomar el sol en bikini en la terraza de su casa porque iba en contra de los valores éticos de la sociedad española. Sin embargo, 7 años después, encontramos una sentencia del Tribunal Supremo contra tres mujeres por el mismo hecho, pero las absuelve por el fenómeno de turismo al que ha sido sometida España, por lo que no se considera que atente contra el orden público. También hay una sentencia del Tribunal de Palma de Mallorca por una mujer que tomaba el sol en la playa en topless, pero la absolvieron. Con esto vemos que el ethos ha ido cambiando a lo largo de los años. Desde el punto de vista de la política criminal, hay que relacionar el ethos con la norma jurídica. Según Merton, hay cinco actitudes básicas frente al ethos y las instituciones jurídicas (el derecho penal):
Los controles sociales son los mecanismos que en las distintas sociedades actúan como elementos terapéuticos o disuasorios. Hay tres tipos:
Es el control social más antiguo, pero sigue presente actualmente. Se puede presentar a nivel interno (la relación entre el ciudadano y el Estado) o externo (las relaciones de los Estados entre sí). Se pretenden evitar los conflictos sociales a través de la fuerza y el temor. Parece que el uso de la fuerza tendría que estar reñido con la política criminal y cualquier consideración de tipo jurídico de los problemas sociales. Desde el punto de vista de la política criminal y el derecho penal, la fuerza tendría poco que decir, máxime si desde antiguo se considera contraria a la especie humana y sinónimo de anticultura. Como dijo Cicerón: «donde hablan las armas, las leyes callan», o Cervantes: «donde hay fuerza de hecho, se pierde cualquier derecho». Aunque en principio es lo que parece más correcto, no podemos olvidar que, para el positivismo jurídico, la idea de coacción organizada es un elemento esencial dentro de la definición de derecho. Desde el siglo XIX hasta el presente, ha habido un intento cada vez mayor de identificar derecho y fuerza. Así pues, Von Ihering dijo que el derecho es un sistema de normas respaldadas por la coacción, por lo que: derecho = normas + coacción.
Por otro lado, los realistas escandinavos, como Olivecrona y Ross, dan un paso más y dicen que el derecho no es un sistema de normas que se hace valer a través de la fuerza, sino un sistema de normas que regulan el uso de la fuerza en la sociedad, por lo que: derecho = normas que regulan la fuerza.
Por su parte, Kelsen opina que el derecho es igual a las normas y las normas no son otra cosa que la coacción, por lo tanto: derecho = normas = coacción o fuerza.
Estas teorías que identifican derecho y fuerza tienen sus detractores, los iusnaturalistas, que realizan una serie de críticas:
Pese a estas críticas, la fuerza sigue siendo utilizada como un elemento de control social a día de hoy. En el derecho penal, la coacción tiene un protagonismo incuestionable; se trata de una coacción legítima, no de una coacción de régimen dictatorial.
Son controles que tienden a influir en el comportamiento humano a través de la proyección en la mente de las personas de unas ideas, creencias, que inciden posteriormente en sus comportamientos. Estos controles no presionan físicamente, pero sí ejercen una compulsión psicológica. Las sociedades modernas tienden a ir reemplazando el control social basado en la fuerza por fenómenos de fuerza disfrazada como la coacción psicológica. Son controles ideológicos la religión, la moral, etc.