Portada » Español » Análisis de obras musicales: Debussy, Satie, Bretón, Albéniz y Puccini
Obra del siglo XIX. Claude Debussy utiliza una peculiar orquestación: tres flautas, dos oboes, dos clarinetes, dos fagotes, cuatro trompas, dos arpas y la sección de cuerdas. No hay trompetas, trombones ni percusión, buscando una sonoridad tenue y vaporosa. La obra tiene seis partes de longitud desigual, dominadas por el solo inicial de flauta, expuesto con admiración, primero leve y después completa. La melodía resulta difícil de aprehender por la amplia gama de valores rítmicos. La segunda parte presenta un segundo motivo en el oboe, creando una atmósfera más animada. En la tercera, clarinete, oboe y cuerda presentan un nuevo elemento melódico, lleno de emotividad y lirismo. La cuarta parte retoma el primer tema, transformándolo rítmicamente. El tema reaparece y se esquematiza en una especie de coda final. Debussy se aparta de la estética establecida, utilizando los recursos a su antojo para expresar la impresión general que le dejó el poema de Mallarmé. No busca imitar, sino reflejar la esencia de la naturaleza y la armonía que estimula la imaginación. Debussy utiliza escalas no tradicionales, acordes extendidos, acordes tradicionales fuera de contexto, color armónico y ambigüedad tonal. Novenas, oncenas y trecenas se esconden en su música, sin descartar acordes tradicionales como los mayores y menores, usándolos para dar color. El tema principal aparece primero sin acompañamiento y al final con una cadencia plagal a sol bemol.
Tres piezas para piano, ligeras pero atípicas, que desafían las reglas de la música clásica y contemporánea. Este rechazo es sutil para el oyente, gracias a la carga emocional y elegancia de la narración. Los tres fragmentos, en compás de 3/4, tienen tema y estructura similares. Satie se inspiró en los bailes de la Antigua Grecia. Publicadas por su padre, las piezas alcanzaron popularidad en 1910, cuando jóvenes compositores e intérpretes franceses las descubrieron. La temática griega recorre la obra de Satie. La palabra «Gymnopedies» alude al ascetismo y austeridad espartanos. Dada la precaria situación financiera de Satie, Debussy orquestó la obra para darle mayor visibilidad. La melodía inquietante, flotando sobre un acompañamiento constante, con ritmos cortos, es expresiva en su sencillez y franqueza, disimulando sus aparentes disonancias. Las gymnopedies eran danzas rituales que imitaban los ejercicios gimnásticos. Satie reinterpreta estas danzas con un tono irónico e infantil.
Zarzuela en un acto, con libreto de Ricardo de la Vega. Ambientada en las fiestas madrileñas de agosto, el día 15, con la procesión de la Virgen de la Paloma. Un acto, tres cuadros, género chico. Personajes típicos como chulapas, sereno, guardias, boticario, tabernero, Don Hilarión, Sebastián, Tía Antonia. Las seguidillas, con ritmo ternario y movimiento animado, se acompañan con castañuelas, guitarras, bandurrias, etc. Estrofas de cuatro versos, alternando siete y cinco sílabas, de tema amoroso o jocoso. Se baila en parejas. Soprano y tenor, acompañados por orquesta. Melodía simple, sin alteraciones, pulso continuo, resonancias arcaicas, sin semitonos diatónicos. Ritmo libre, melodía suave.
Obra cumbre de la literatura pianística española. «El Corpus en Sevilla», la pieza más larga del primer cuaderno, es técnicamente compleja. Estructurada en tres pentagramas, con indicaciones de matices y fraseo. Inicia con redobles de tambor, seguidos del primer tema, la marcha (Allegro giocoso). Un segundo tema, «La Saeta», más tranquilo. Un desarrollo contrapuntístico y rítmico. Concluye con un tema calmado en pianissimo: «La Tarara». Melodía popular, saltos con grados conjuntos. Textura compleja. Pedal como acompañamiento. Única pieza de las siete que describe el desarrollo de la procesión. Género programático. Intención descriptiva, recursos tímbricos. Amplio uso del pedal. Lenguaje sugerente, no narrativo. Impresiones del ambiente andaluz en Semana Santa, con lenguaje impresionista y rasgos románticos. «La Tarara» unifica la pieza.
Ópera cómica en un acto, libreto de Giovacchino. Música rica en ritmo, armonía y colorido. Ternura en los enamorados Rinuccio y Lauretta, comicidad en el resto. Florencia, 1299. Buoso muere, dejando su fortuna a un monasterio. Los familiares buscan cambiar el testamento. Rinuccio cree que Gianni Schicchi puede ayudarlos. Los parientes desprecian a Schicchi, pero Lauretta le suplica. Schicchi se hace pasar por Buoso y dicta un nuevo testamento, dejando a los monjes 5 libras y bienes a algunos parientes. La mejor parte (casa y molinos) para… ¡Gianni Schicchi! «O mio babbino caro» es una súplica de Lauretta a su padre. Dos frases de 8 compases, la segunda ampliada, con motivos de 2 compases. Melodía expresiva, precedida por un preludio de la cuerda.