Portada » Filosofía » Alegoría de la Caverna de Platón: Un Viaje del Conocimiento Sensible al Inteligible
Platón nos describe la situación de unos prisioneros que están encadenados dentro de la caverna; los prisioneros representan a los seres humanos. Ahora bien, se trata de cómo está el hombre en su estado cotidiano, tal estado es debido a que el ser humano se guía por el cuerpo: por su experiencia sensitiva.
La experiencia sensitiva mantiene al ser humano es un estado de falta de paideia, es decir, en un estado de ignorancia.
Así pues, Platón está diferenciando entre el alma y el cuerpo y da un valor superior al alma, pues considera que guiarse por el alma es estar liberado, mientras que permanecer en la caverna es estar prisionero. Así pues, el alma es algo intermedio entre lo sensible y lo inteligible.
Tal liberación representa una mejora en el conocimiento acerca de la realidad. El prisionero ha de sobreponerse al dolor que le causa el cambio, es decir, que el ser humano ha de sobreponerse a la tensión que le produce el tener que renunciar a su estado habitual de ignorancia, en el que prefiere conformarse con sus prejuicios: éstos son debidos a que el hombre se fía de la experiencia sensitiva.
Así, en el pensamiento de Platón se da un giro histórico en la concepción de la verdad: es el prisionero el que se mueve por la caverna. A diferencia de los presocráticos, para Platón es el ser humano quién ha de decidir permanecer en la falta de conocimiento o ascender por él.
Los prisioneros sólo pueden mirar hacia el fondo de la caverna. Ahí solo pueden ver sombras de unos objetos que son transportados detrás de ellos. Esta situación de los prisioneros representa el estado de falta de conocimiento denominado por Platón «imaginación«. La imaginación se ocupa de las sombras y reflejos de las cosas del mundo sensible, es el estado en el que se da por verdadero lo imaginario.
Ascender al mundo de arriba es salir de la caverna. La caverna representa el mundo sensible, lo que captamos con nuestros sentidos. En el interior de la caverna solo se puede ver gracias a la luz que da un fuego, este fuego representa al Sol físico, al astro. El movimiento del prisionero representa el proceso que va del conocimiento inferior u opinión, el cual se ocupa solo del mundo sensible, al conocimiento superior o ciencia, el cual se ocupa del mundo inteligible.
La experiencia sensitiva mantiene al ser humano en un estado de falta de paideia, es decir, en un estado de ignorancia.
Platón está diferenciando entre el alma y el cuerpo, y da un valor superior al alma, pues considera que guiarse por el alma es estar liberado, mientras que permanecer en la caverna es estar prisionero. Así pues, el alma es algo intermedio entre lo sensible y lo inteligible. Ahora bien, al ser más real lo que captamos con el alma, el proceso de ascenso es un proceso de rememoración: para salir de la caverna, el prisionero ha de recordar las ideas.
Así pues, en su ascenso, el prisionero superará los grados del conocimiento sensible, que son: la imaginación, representada por la visión de las sombras, que se ocupa de sombras y reflejos de las cosas del mundo sensible. Es el estado en que se da por verdadero lo imaginario.
Y la creencia, representada por la visión directa de los objetos de los porteadores:
Esos dos grados de conocimiento mencionados pertenecen al conocimiento al que Platón llama «opinión». Es para Platón un conocimiento inferior, por lo que el prisionero tendrá que seguir avanzando hasta salir de la caverna y alcanzar el grado superior del conocimiento: la «ciencia».
El sol físico, el astro, está representado por el fuego que arde dentro de la caverna, pero hay otro sol: es lo último que puede contemplar el prisionero que sale de la caverna. Representa a la idea última, a la que Platón llama también: idea del bien.
Por ser la última idea a la que podemos ascender, tiene las siguientes características:
Platón considera la posibilidad de que un prisionero que ha salido fuera de la caverna volviera a entrar en ella, eso tendría que pasar del conocimiento superior o ciencia (mundo inteligible), al conocimiento inferior u opinión (mundo sensible). Es decir, que ese proceso va de lo que captamos con nuestro intelecto a lo que captamos con nuestros sentidos.
Así pues, Platón está diferenciando entre el alma y el cuerpo, y da un valor superior al alma, pues considera que guiarse por el alma es estar liberado, mientras que permanecer en la caverna es estar prisionero de la ignorancia. Así pues, el alma es algo intermedio entre lo inteligible y lo sensible.
Según Platón, si un prisionero lograra salir de la caverna no querría ya volver a entrar en ella después de habituarse al mundo de fuera. Preferiría una vida dura y anónima fuera de la caverna a cualquier honor que hubiera dentro. Por tanto, ya que el liberado no puede volver por interés individual, solo puede hacerlo por un motivo moral, el de intentar liberar a los demás prisioneros. En otras palabras: para educar a los demás, para ayudarles a conocer la verdad.
Por el contrario, dentro de la caverna hay tinieblas porque se ve solo gracias a una fogata.
Las tinieblas representan lo que captamos con nuestros sentidos, no nos permiten tener verdadero conocimiento, solo nos dan opiniones. Esta se subdivide en dos grados; el de «imaginación» que se ocupa de las sombras y reflejos de las cosas del mundo sensible y es el estado en que se da por verdadero lo imaginario y el grado de «creencia» que se ocupa de las cosas sensibles mismas y es el estado en que se da por verdadera la interpretación cotidiana de la realidad natural y cultural.