Portada » Lengua y literatura » Obra poética de Miguel Hernández
Se suele llamar así a la formada por aquellos que empiezan a escribir inmediatamente después de la Guerra Civil que sufrió España en S.XX (1936-1939). Padecen las consecuencias de la dura España de la autarquía y la división entre los vencedores y vencidos, la censura y penurias y miserias morales y materiales que imponía la situación. Son los años de pujanza del Existencialismo. 2
Él es una de las figuras más atractivas de la Generación del 36. Su mundo poético es un mundo transfigurado. Y toda su obra es la transformación poética de ásperas, fuertes y extremadas realidades. Todas sus vivencias, desde las del pastor adolescente hasta las de preso condenado a la última pena, se convierten en poesía por el milagro de una intuición lírica, pura y precoz en sus primeras composiciones, y madurada después por el dolor y muerte.
Se conservan más de 100 poemas de esta época iniciática. Su mayoría son de arte menor, aunque también hizo unos pocos de arte mayor. M.H. imita a los autores que ha leído. Los temas son relacionados con la vida campestre. Como en el paisaje de Orihuela, en la serranía que recorre con sus cabras. La vida de pastor se introduce en ellos y les presta su vocabulario agreste: “zagal”, “zurrón”, “cordero”… Utiliza de vez en cuando el dialecto panocho.
En su primer viaje a Madrid, la Generación del 27 está en pleno apogeo. M.H. se siente atraído y deslumbrado por actitudes de aquel grupo de poetas: la vuelta a Góngora, nacida al calor de la conmemoración del cuarto centenario de su muerte. M.H. lanza “Perito de lunas” a la conquista de aquella maestría de la forma, a la búsqueda de la belleza como fin último de la poesía; y le empuja al cultivo de metáforas y al endecasílabo. El tema central de dicha obra se relaciona con la luna, pero esta es real, pero había a veces, que estaba encubierta en otros objetos similares o bajo un nombre supuesto. El poeta nos recrea su propio mundo bucólico; de los frutos del campo de Orihuela: sandía, ganado…; de la culebra y la serpiente, de cohetes… y todo del mundo rural. Perito significa espejo. El libro está constituido pos 42 octavas reales en endecasílabos, predomina la acentuación en 6ª y 10ª sílabas. NEORROMANTICISMO:
Lo conforman 31 composiciones: 27 sonetos, dos poemas y dos elegías. Tiene un tono trágico y dolorido. Describe una lucha constante, en que el yo lírico pelea contra la fatalidad con actitud combativa y vital. Expresa el amor humano, visto como destino trágico y presiente la muerte como inminencia. Motivo central es la amenaza constante de un destino trágico y violento. En “El rayo que no cesa” hay una maduración íntima, referido al amor, que lo aleja de las melancolías y de los vuelos místicos, y se abre con un poema cortante y patético, donde el amor es “un cuchillo carnívoro”, símbolo de fantasma homicida hiriente y perseguidor; es el amor como agonía, un amor doloroso. Lo lanza a la fama, por dos crisis: una amorosa y otra ideológica y poética. Ya que los poemas están marcados por influencia positiva del 2º viaje a Madrid. Tres de los poemas amorosos están dedicados a Josefina Manresa (su novia), el resto a este tema (a una ruptura provisional con Josefina) a dos mujeres, de polos opuestos: Maruja Mallo (corresponden más de la mitad de poemas) y María Cegarra.
Esta obra hace referencia a la lucha de la libertad, al derecho del proletariado… “Viento” significa entusiasmo y “del pueblo” de toda la gente. En Viento del pueblo hay pasión desbordada, esperanza y optimismo por el rumbo que pueden tomar los acontecimientos. Viento del pueblo implica que lo lírico cede a lo épico: el poeta asume una función “profética” (su voz se alza para proclamar el amor a la patria, para educar a los suyos en la lucha por la libertad y la justicia y para increpar a los opresores de la patria y los hombres). Dicha función se articula en tres tonos:- Exaltación (exaltación heroica de los hombres que luchan por la justicia y la libertad): «Vientos del pueblo», «Canción del esposo soldado», «El sudor», «Rosario, dinamitera»… – Lamentación (lamentación por las víctimas de los opresores): «Elegía primera» [“A Federico García Lorca, poeta”], «Elegía segunda» [“A Pablo de la Torriente, comisario político”], «El niño yuntero», «Aceituneros»… – Imprecación (imprecación a los enemigos, opresores y explotadores): «Los cobardes», «Ceniciento Mussolini». Durante la guerra, el poeta somete su fuerza creadora a los fines más inmediatos Busca Hernández una poesía útil que llegue al corazón del pueblo llano, escrita para ser recitada en las trincheras, aldeas y pueblos, y busca emparejarlas con el cancionero popular con la intención de «mantener la moral del soldado, para adoctrinarle a propósito de la causas. El contenido del libro se estructura en 4 categorías, pero para M.H sin orden ni clasificación: 1) Elegías, 2) Odas, 3) Cantos épicos: (Que son los más hermosos), y 4) Poemas imprecatorios: de inspiración airada, rozan la arenga y son el clamor condenatorio de un pueblo.
El hombre acecha sigue la línea marcada por Viento del pueblo, pero con un doloroso acento por la tragedia de la guerra. Desde el título mismo, se nos propone una tesitura dolorida, un desencanto amargo por comportamientos crueles e injustos. La guerra había acumulado experiencias demasiado feroces y el hambre, las cárceles, las mutilaciones y la destrucción ensombrecieron su poesía. “No me dejéis ser fiera”, clama. Y también “ayudadme a ser hombre”. Pero un mundo de compulsiones, de delaciones y de violencias azuza de continuo el instinto feroz, y el poeta que quiere cantar la ternura junto al amor a al hijo, siente que las armas animalizan al hombre. La simbología es clara fiera-maleza-garra, correspondiéndose con hombre agresivo-odio-armamento. El desaliento se halla, sin embargo, superado por el impulso de solidaridad y, en último término, por su fe en el hombre que no desaparece nunca del todo. Destaca el poema «Llamo a los poetas», que exalta la solidaridad entre poeta y pueblo, revelando si no una poética, sí una actitud ante la poesía, que debe substanciarse en el vida. En ambos libros (Viento del pueblo y El hombre acecha), el lenguaje es más claro, más directo. La preocupación estética es menor: así se lo exigía la intención que lo animaba.