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Para el correcto diseño de un embalse de tierras es preciso disponer de una información suficiente sobre todo lo que pueda tener incidencia.La información y los estudios previos se pueden clasificar en tres grandes capítulos de acuerdo con el ámbito a tratar: el emplazamiento, su entorno y las aguas a embalsar.2.1.- EN CUANTO AL EMPLAZAMIENTOEl conocimiento del terreno donde se ha de ubicar el embalse, no solamente habrá de referirse a sus características físicas de forma (relieve) y de estructura (geología), sino también a los usos que en él se desarrollan, debiendo detallarse en ellos los bienes o construcciones fijas preexistentes, así como la distribución de la propiedad. 2.1.1.- Cartografía general y topografía de detalle.
En función de la finalidad de su utilización, la cartografía a emplear exige una escala y contenido diferente. Las más utilizadas son la 1:25.000 en general, todos aquellos que exijan un análisis territorial de gran amplitud ( hasta un radio de 10 km.).La escala 1: 5.000 se utiliza en todos aquellos aspectos del proyecto que transciendan del embalse propiamente dicho: la accesibilidad, las instalaciones de aducción y distribución, los dispositivos para el aprovechamiento de aguas superficiales, las líneas de suministro de energía.2.1.2.- Usos del suelo y estructura de la propiedad
Como en cualquier otro proyecto, se ha de tener información de los usos del suelo a ocupar por el embalse. Normalmente los embalses para riegos se encuentran localizados en suelos agrícolas o sobre zonas forestales. Su valoración incidirá tanto en la selección del emplazamiento como en los efectos socioeconómicos de la nueva implantación y en los derechos de indemnización que se pudieran generar.
Junto a los usos preexistentes, es necesario incorporar los usos del suelo que tiene previsto el planeamiento urbanístico vigente en cualquiera de sus figuras administrativas.
En el caso de tratarse de suelos integrados en espacios naturales protegidos, se precisará un reconocimiento más detallado de las determinaciones que regulen los usos permitidos, así como las condiciones de compatibilidad y cualquier circunstancia especial limitativa de los mismos.
La geología del emplazamiento, la aptitud de los materiales para su utilización en los terraplenes, su facilidad para ser extraídos y las condiciones de estabilidad de los desmontes, son los aspectos básicos que habrá de contemplar este estudio.
En todo caso será precisa una campaña de campo que se iniciará con un reconocimiento geológico de superficie al que seguirá la ejecución de calicatas y sondeos. El estudio deberá aportar todos aquellos parámetros característicos de los suelos que son necesarios para el diseño y cálculo de estabilidad de los diques o secciones de terraplén: densidad aparente, módulo de elasticidad, coeficiente de cohesión y ángulo de rozamiento interno. Otros ensayos, tales como los que determinan la humedad natural, los límites de Atterberg, la cantidad de materia orgánica, la compresión simple, la permeabilidad, granulometría y módulos edométricos, complementan la información geotécnica.
El proyecto del embalse está condicionado, no sólo por la características del emplazamiento, sino también por las del territorio que lo rodea, dentro de la que pudiera considerarse su área de influencia. Nos referimos a la hidrología superficial, sus condiciones climáticas, su sismicidad, sus valores ambientales y ecológicos, la ponderación de los efectos producidos por un eventual desbordamiento, parcial o total, del agua embalsada, conforman una base imprescindible para la adopción de las soluciones correctas en el desarrollo del proyecto.
Agrupamos en este apartado todos aquellos aspectos que definen las condiciones naturales permanentes del entorno.
La información hidrológica incluye el régimen pluviométrico basado en las observaciones de las estaciones meteorológicas localizadas dentro del área o en sus proximidades, así como el estudio de las escorrentías superficiales de los cauces más representativos, con la determinación del régimen de crecidas y máximas avenidas a partir de los datos disponibles.
El estudio climático ha de contener información detallada sobre el régimen de vientos, niveles de insolación a lo largo de las distintas estaciones y valores de las temperaturas máximas, mínimas y medias anuales, tanto diurnas como nocturnas.
Las condiciones de sismicidad de la zona en la que haya de ubicarse el embalse son de aplicación obligada en la determinación de algunos parámetros de la geometría del embalse y de sus coeficientes de seguridad. Mediante los mapas sismológicos, se puede establecer con exactitud las acciones sísmicas a considerar en el proyecto.
Para evaluar los daños previsibles en el caso de avería parcial o total del embalse, resulta obligado conocer los límites del área afectada en mayor o menor grado, así como los bienes, usos y actividades localizadas en su interior.
En esta evaluación se habrá de contemplar la hipótesis de destrucción completa de los bienes y actividades económicas preexistentes, para lo que será preciso establecer los valores de indemnización aplicables a cada uno de los bienes y de las actividades económicas incluidas en el ámbito delimitado, tanto de titularidad privada como pública.
En el caso de existir viviendas aisladas o asentamientos poblacionales de mayor entidad, los daños producidos pueden incluir la pérdida de vidas humanas. Un especial análisis del riesgo de invasión de las edificaciones por la avenida provocada por el agua embalsada, así como de la posibles medidas de protección frente a ella, permiten cuantificar los efectos de un fallo de la construcción en sus distintos grados y en diferentes hipótesis de nivel de agua en el embalse.
La vigente normativa nacional y autonómica sobre evaluación de impacto ambiental establece la obligatoriedad de someter a evaluación de impacto aquellos proyectos que por razones de financiación, lugar o actividad se determina que queden sujetos a este trámite vinculante.
Entre los aspectos que deben considerarse en cuanto a sus efectos negativos sobre el medio ambiente pueden señalarse los siguientes:
· los recursos naturales que habrán de consumirse
· las sustancias, energía o ruido liberados
· los hábitats y elementos singulares en el ámbito de influencia
· las especies protegidas de fauna y flora
· los desequilibrios ecológicos que pudieran provocarse
· los usos tradicionales del suelo
· el paisaje del entorno
· el ciclo hidrológico afectado, en su caso
· la contaminación atmosférica desde la perspectiva del bienestar humano
· los restos arqueológicos o históricos
La información relativa a este capítulo debe incluir la delimitación cartografiada de los espacios naturales y áreas de sensibilidad ecológica catalogados por las disposiciones legales vigentes.
Siendo el objeto de un embalse la racionalización del sistema de distribución de las aguas de riego mediante la regulación de los recursos disponibles, la información referente a las aguas a embalsar reviste una especial importancia para el diseño y dimensionamiento de muchos capítulos del proyecto. Esta información, que en algunos casos requerirá la elaboración de estudios específicos, versará sobre la procedencia de esta agua, sobre las conducciones para su transporte, sobre sus características físico-químicas y sobre su destino o utilización en el riego.
La información deberá señalar el origen de las aguas que se pretenden almacenar, bien sean superficiales o subterráneas. En el primer caso podrá tratarse de corrientes continuas o discontinuas, cuyo régimen se deducirá del estudio hidrológico y permitirá establecer los caudales que pueden derivarse hacia el embalse. Al tratarse en este caso de aguas de dominio público, será necesario aportar los datos necesarios para conocer las condiciones que habrán de tenerse en cuenta en la localización y diseño de los dispositivos de captación del caudal circulante. Aquellas se referirán, no sólo a los aspectos técnicos, sino también administrativos, en cuanto al carácter concesional que en general tendrán estos aprovechamientos.