Portada » Historia » Transformaciones agrarias y proceso de industrialización en la españa del siglo XIX
TEMA 6. REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. MODERNIZACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS: EL IMPACTO DEL FERROCARRIL.
1. INTRODUCCIÓN.
España experimentó durante el siglo XIX un proceso de modernización y desarrollo industrial. Este desarrollo industrial se circunscribió a estas zonas costeras por su fácil accesibilidad por mar y por su proximidad con los países europeos más avanzados. El resto del Estado permaneció virtualmente desindustrializado. Comparando el caso español con la evolución de Gran Bretaña, Francia y Bélgica observamos que la incorporación de España al proceso industrializador resulto tardía. Las causas de este retraso español en el siglo XIX son muy numerosas.
2. LA INDUSTRIA ALGODONERA CATALANA.
La expansión de la industria moderna en la España del XIX se inició en Cataluña con el sector algodonero. La importancia de esta moderna industrial textil residió en que desde su nacimiento fue un sector dedicado a producir para el mercado y no para el autoconsumo. Los primeros cambios se iniciaron hacia 1780 cuando empezaron a introducirse las nuevas máquinas de hilar inglesas. Después de la Guerra de Independencia y a pesar de la emancipación de las colonias inició una gran expansión. Esta mecanización supuso una disminución de los costes y de los precios de venta. Esta fase de crecimiento sólo se vio frenada por la falta de algodón derivada de la Guerra de Secesión Americana (1861-1865).
De todas maneras, fue insuficiente para arrastrar al conjunto de la economía y dar paso al proceso de industrialización de España.
3. LA MINERÍA ESPAÑOLA.
Entre 1874 y 1914 tuvo lugar la explotación masiva de los ricos yacimientos mineros del subsuelo español. Esta expansión de la producción minera se explica por tres factores.
En lo referente a los minerales metálicos fueron importantes los yacimientos de plomo en el sur peninsular, los de cobre de Riotinto, los de mercurio en Almadén, los de cinc de Reocín y los de hierro, plata, plomo y cinc de La Unión.
La extracción de estos minerales no transformó la economía de estas regiones. Una excepción fue la minería del Hierro que representó un gran cambio en el País Vasco. El convertidor Bessemer requería hierro sin fósforo y esa una de las características del hierro vasco. A partir de 1871 se crearon en el País Vasco un gran número de sociedades mineras.
En lo referente a los yacimientos hulleros estaban distribuidos por diversas zonas. La baja calidad de este carbón lo hizo poco competitivo frente a las importaciones extranjeras. A partir de entonces, el aumento de la extracción fue inseparable de las ayudas estatales
4. LA INDUSTRIA SIDERÚRGICA.
La siderurgia fue el sector que estimuló el desarrollo de la industria moderna. Los primeros intentos de crear una siderurgia moderna se desarrollaron en Andalucía, en concreto en Málaga. Esta hegemonía iniciada a partir de 1826 duraría tres décadas Sin embargo, el intento fracasó debido a la dificultad de adquirir carbón de coque. La existencia de yacimientos de hulla en Asturias convertiría a esta región en el centro siderúrgico de España entre 1864 y 1879. Pero, a partir de 1876, la llegada de coque galés a Bilbao, condujo a consolidar la siderurgia en Vizcaya. Esto comporto la pérdida de competitividad de las empresas asturianas con costes muy superiores. Así, a finales del siglo XIX
en esta provincia se producían dos tercios de la producción española. La influencia del eje comercial hispano-británico influyó en el desarrollo de Cantabria donde se desarrollaría este sector a finales de siglo.
Uno de los rasgos de la industrialización vasca fue la diversificación de su industria dentro de su especialización.
5. EL FERROCARRIL Y EL MERCADO INTERIOR.
Cuando a mediados del siglo XIX se inició la construcción de una red ferroviaria en España, el atraso de los sistemas de transporte era notable en relación con los países del continente. España contaba con menos de diez mil kilómetros de carreteras y caminos, ocho veces menos que Francia.
El primer trazado ferroviario española fue inaugurado en 1848 para unir Barcelona y Mataró. A pesar de ello, habría que esperar hasta la Ley General de Ferrocarriles de 1855 para que se iniciase su desarrollo. Esta ley abrió el camino para una intensa construcción. La Desamortización de Madoz permitió financiar esta obra.
La construcción del ferrocarril dependió de la protección del Estado. Por otra parte, las grandes inversiones que requería la construcción favorecieron la entrada de capitales extranjeros.
Alguno de los problemas de la Ley General de Ferrocarriles condicionó la historia económica de España en los cien años siguientes. En primer lugar, se consolidó la estructura radial de la red ferroviaria con centro en Madrid. El segundo aspecto controvertido fue el ancho entre carriles. Las causas fueron técnicas. Sin embargo, adoptar este acho de vía diferente fue un error pues dificultó los intercambios por ferrocarril
con el resto de Europa. Pero el aspecto más controvertido de esta ley fue la autorización concedida a las compañías para importar, todos los materiales utilizados en la construcción. Esta importación y no producción de materiales ha sido considerada por la historiografía como una oportunidad perdida para la industrialización. Sin embargo, lo cierto es que la industria española no estaba en condiciones de incrementar su producción al ritmo necesario.
A pesar de todo, el ferrocarril tuvo efectos muy positivos para la economía española. La red ferroviaria facilitó el intercambio de personas y
mercancías entre distintas regiones. También resultó fundamental para el transporte de vino y minerales para su exportación y contribuyó a la articulación de un mercado interior.
6. CONCLUSIÓN.
Junto a los dos núcleos industriales tradicionales, la industria se difundió por zonas más amplias del territorio nacional. Madrid participó en este proceso de expansión al incorporarse a la industrialización. La importancia de sus progresos se debe a ser la capital de España y sede de la Administración Central. Ahora bien, este desarrollo industrial estuvo acompañado de grandes desequilibrios regionales. Amplias zonas del Estado apenas participaron de un proceso que acabaría siendo determinante para el desarrollo demográfico, económico y político del Estado Español. Gran parte de los desequilibrios del siglo XIX fueron heredados en el siglo XX y han marcado el desarrollo de amplias regiones de España. A pesar del atraso y el desequilibrio en la industrialización, los cambios que se fueron desarrollando a lo largo del siglo XIX permitieron que España fuese industrializándose y desarrollándose económicamente.