Portada » Otras materias » Gestión de Desastres: Ciclo, Riesgos y Clasificación de Eventos Adversos
La gestión de desastres abarca diversas etapas y conceptos clave para proteger a las personas, bienes, servicios, poblaciones y el medio ambiente.
Son los daños producidos a las personas, bienes, servicios, poblaciones y el ambiente debidos a circunstancias naturales o generadas por la actividad humana que ponen en peligro el bienestar del ser humano y el medio ambiente.
Las etapas que se deben seguir son:
Es una tendencia a mejorar la calidad de vida humana y social, así como a mejorar el crecimiento de los bienes, servicios y los recursos de una comunidad.
Al existir este desarrollo, también puede aumentar el número de desastres en la región. Por ello, es crucial que los profesionales, como los médicos, se enfoquen en prevenir, mitigar pérdidas, prepararse para las consecuencias, alertar, brindar una adecuada atención a las víctimas (tanto fuera como dentro del hospital) y, por último, facilitar la recuperación de los efectos causados por los desastres.
Es una intervención para reducir los riesgos y daños, tomando medidas o acciones para modificar determinadas circunstancias. Cuando se refiere a desastres, se toma una acción para modificar la característica de una amenaza, ayudando a un sistema biológico, físico o social a reducir su vulnerabilidad.
Es posible evitar algún tipo de desastre, pero es necesario buscar las posibilidades de evitarlos y proteger a todos los elementos que se encuentran bajo su acción.
No se puede garantizar que un desastre no ocurra, y no siempre estas medidas cubren en su totalidad. El objetivo de la Mitigación es la reducción de los riesgos y daños que causa sobre la vida y los bienes. Una buena planificación de los asentamientos humanos contribuiría a una reducción de riesgos.
Es importante llevar a cabo análisis geográficos, ecológicos, demográficos, topográficos, etc. Esto permite conocer las zonas más afectadas para la localización de asentamientos humanos, actividades productivas e infraestructura.
El crecimiento desordenado de las poblaciones expone los asentamientos humanos e infraestructuras a fenómenos que ocasionan pérdidas de vida.
La evaluación de los tipos de amenazas y el grado de vulnerabilidad de los elementos expuestos es muy importante. La evaluación del riesgo es crucial para definir las medidas de prevención o mitigación, permitiendo intervenir sobre la amenaza y la debilidad de los elementos expuestos.
Los métodos de mitigación pueden ser activos y pasivos.
Para implementar las medidas de mitigación, es necesario incorporar modalidades sectoriales, territoriales, urbanas y la reubicación de territorios de alto riesgo.
Las etapas del ciclo de gestión de eventos adversos se dividen en tres fases principales:
Son las actividades que se deben realizar antes de que ocurran los eventos adversos. Estas actividades incluyen: Prevención, Mitigación, Preparación, Alerta y Evacuación.
Son las actividades que se realizan inmediatamente después de ocurrir el evento o desastre.
Las acciones que se llevan a cabo son la búsqueda, rescate, atención extrahospitalaria de todas las víctimas afectadas, y otras actividades necesarias cuando la comunidad está desorganizada y los servicios básicos no funcionan.
Esta fase se realiza después de los sucesos. Es el proceso de recuperación y rehabilitación. Se restablecen los servicios necesarios a corto plazo, se reconstruyen las infraestructuras dañadas por los eventos y se restaura el sistema de producción a su estado previo al desastre.
Para prevenir un desastre, es necesario reducir el riesgo. Es importante recordar el concepto de riesgo y los factores que lo condicionan, vistos desde los sujetos, objetos o sistemas expuestos.
Es un factor externo de riesgo que puede ser de origen natural o generado por la actividad del hombre, el cual se manifiesta en un lugar específico, con una intensidad y duración determinadas. Por ejemplo, una fuga radiactiva, un derrame tóxico, una erupción volcánica, un terremoto. Estas amenazas solo representan un riesgo cuando existen sujetos u objetos expuestos en el medio.
Es un factor interno de riesgo que presenta un sujeto expuesto a una amenaza, y por el cual puede resultar dañado. Por ejemplo, son vulnerables las poblaciones que se encuentran en zonas de ríos con alta pendiente o cerca de una planta nuclear, una bodega de sustancias químicas, cerca de un volcán o una falla geológica.
Implica un mayor peligro para la integridad de los daños sociales, ambientales y económicos en una zona dada y durante el tiempo que dure el desastre.
El valor específico de los daños es la pérdida que la comunidad asume y es llamada riesgo aceptable.
El riesgo se relaciona con la probabilidad de sufrir daños, la cual no solo depende de la amenaza, sino también de la susceptibilidad y la capacidad de reacción.
A continuación, se detallan las etapas clave en la gestión de eventos adversos:
Son las acciones que impiden o evitan que los sucesos naturales o las actividades humanas causen desastres.
Fenómenos como los terremotos, volcanes y maremotos son de origen natural y no son posibles de intervenir directamente. Otros, de origen antropogénico o mixto, podrían ser intervenidos, pero a costos elevados. Para ello, se requieren estudios minuciosos sobre las características de los fenómenos. Es necesario realizar un análisis detallado para proteger y controlar mediante obras de protección y control, evitando así inundaciones, explosiones, sequías, deslizamientos, escape de gases tóxicos, entre otros.
Por ejemplo, las industrias de productos químicos tienen medidas de prevención para evitar desastres. Las plantas nucleares también cuentan con sistemas de seguridad que garantizan que las calderas no fallen, evitando fugas y otros desastres.
Para implementar buenas medidas de prevención, se puede actuar a través de:
Toda medida utilizada para reducir los riesgos contribuye al desarrollo de una región, mejorando la seguridad de la población, sus bienes y sus servicios.
Es una intervención para reducir los riesgos y daños, tomando medidas o acciones para modificar determinadas circunstancias. Cuando se refiere a desastres, se toma una acción para modificar la característica de una amenaza, ayudando a un sistema biológico, físico o social a reducir su vulnerabilidad.
Es posible evitar algún tipo de desastre, pero es necesario buscar las posibilidades de evitarlos y proteger a todos los elementos que se encuentran bajo su acción.
No se puede garantizar que un desastre no ocurra, y no siempre estas medidas cubren en su totalidad. El objetivo de la Mitigación es la reducción de los riesgos y daños que causa sobre la vida y los bienes. Una buena planificación de los asentamientos humanos contribuiría a una reducción de riesgos.
Es importante llevar a cabo análisis geográficos, ecológicos, demográficos, topográficos, etc. Esto permite conocer las zonas más afectadas para la localización de asentamientos humanos, actividades productivas e infraestructura.
El crecimiento desordenado de las poblaciones expone los asentamientos humanos e infraestructuras a fenómenos que ocasionan pérdidas de vida.
La evaluación de los tipos de amenazas y el grado de vulnerabilidad de los elementos expuestos es muy importante. La evaluación del riesgo es crucial para definir las medidas de prevención o mitigación, permitiendo intervenir sobre la amenaza y la debilidad de los elementos expuestos.
Los métodos de mitigación pueden ser activos y pasivos.
Para implementar las medidas de mitigación, es necesario incorporar modalidades sectoriales, territoriales, urbanas y la reubicación de territorios de alto riesgo.
Es un conjunto de medidas y acciones que se usan para reducir la pérdida de vidas y otros daños, y que organizan de manera eficiente la recuperación y rehabilitación.
Aunque las acciones de prevención y mitigación minimizan la probabilidad de que un fenómeno se manifieste y produzca daños, no pueden garantizar que un desastre no ocurra.
Es importante una buena preparación para la atención de las emergencias y así poder reducir los daños.
Considera aspectos tales como la predicción de los eventos, la educación, la capacitación de la población, el entrenamiento de los organismos de socorro y la organización y coordinación para la respuesta.
La preparación se fundamenta en la planificación, la organización interinstitucional y el ejercicio en simulaciones y simulacros para el entrenamiento y evaluación de la capacidad de respuesta de la comunidad e instituciones.
Es un anuncio declarado para tomar precauciones específicas ante la probabilidad de un suceso adverso.
Los organismos de socorro harán uso de los procedimientos preestablecidos, y la población debe tomar las precauciones específicas para el evento previsible. Los estados de alerta se declaran para que la población e instituciones tomen medidas específicas.
Predecir un evento implica determinar con certidumbre cuándo y dónde ocurrirá y de qué magnitud será. Los estados de alerta no se pueden declarar para todos los eventos; algunos fenómenos se pueden detectar, como volcanes, huracanes, erupciones volcánicas, tsunamis de origen lejano y deslizamientos. En cambio, otros eventos tardan en manifestarse.
Existen tres estados de alerta:
Para las instituciones, implican alistamiento, organización y respuesta. Se identifican por colores y nombres que sirven para informar a la población de forma práctica y también para indicar las áreas de influencia.
La declaración de la alerta debe ser:
Las respuestas son todas las acciones que se realizan para salvar vidas, reducir el sufrimiento y evitar las pérdidas ocasionadas por los eventos adversos. La respuesta implica brindar atención inmediata y oportuna a la población, incluyendo búsqueda, rescate, soporte básico de vida y asistencia médica.
Es la reparación del daño físico, social y económico, buscando recuperar rápidamente los servicios básicos. La primera etapa es la atención, seguida de la rehabilitación, el proceso de recuperación y desarrollo. Se inicia con el restablecimiento de servicios básicos como abastecimiento de alimentos, agua, energía, vías de comunicación y salud.
Es cuando se reparan los daños causados por los eventos adversos, lo cual puede ser a corto o largo plazo. Existen dos tipos de pérdidas:
Los eventos adversos se clasifican según sus efectos y causas, así como por su inicio.
De acuerdo al número de familias afectadas y la respuesta de la comunidad, se pueden clasificar en cuatro categorías:
Los niveles I y II suelen ser declarados como emergencia, mientras que los niveles III y IV se declaran como desastre.