Portada » Arte » Arte y Arquitectura Califal: La Mezquita de Córdoba como Eje Central
Las primeras obras del arte hispanomusulmán se vieron influenciadas por monumentos anteriores, especialmente romanos y visigodos. Del Acueducto de los Milagros de Mérida, por ejemplo, adoptaron la combinación de piedra y ladrillo, lo cual introdujo un juego cromático característico en su arquitectura. De los visigodos aprendieron a utilizar el arco de herradura.
El uso de la piedra es limitado. Aunque las portadas se decoran con riqueza, el resto de la fachada suele ser simple, empleando mayoritariamente el aparejo de muro a soga y tizón. Con el tiempo, aumentó el uso de ladrillos transversales (a tizón), hasta que en el periodo granadino casi desaparecieron los dispuestos a soga.
Los arcos y cúpulas a menudo tenían un sentido más decorativo que estructural. Se empleaban materiales como mampostería, madera, ladrillo y yeso.
Como elementos de sostén se usan pilares y columnas. Inicialmente, se reutilizaron capiteles corintios romanos y visigodos (material de acarreo). El más antiguo de creación propia es el capitel de pencas, con una decoración vegetal tosca. En el siglo X se crea un modelo propio que se extenderá durante el periodo de taifas: el capitel de avispero, llamado así por sus característicos orificios. Los nazaríes, en la Alhambra, desarrollaron variantes como el capitel de mocárabes y el decorado con ataurique, piñas y motivos geométricos. Estos capiteles suelen coronar fustes lisos y muy delgados.
Utilizaron diversas tipologías de arcos:
Estos arcos frecuentemente se inscriben en un alfiz, un marco rectangular. Los triángulos formados entre el arco y el alfiz se denominan enjutas o albanegas. El marcado sentido decorativo de este arte lleva a la frecuente alternancia de dovelas de distintos colores o texturas (bicromía).
Además de techumbres planas de madera (adinteladas), utilizaron bóvedas (semiesféricas, de cañón, de cañón apuntado). Se emplearon diversos tipos de cúpulas, a menudo de pequeño tamaño:
Un rasgo distintivo es el horror vacui o amor por la decoración exhaustiva. Esta no se labra directamente en el sillar, sino que se aplica al muro mediante placas de piedra de escaso grosor, azulejos, madera o yesería. Se emplea la policromía, destacando la importancia de la cerámica vidriada (alicatado, cuerda seca).
La decoración se basa en la repetición de motivos, generando ritmos y una sensación de movilidad, a menudo realzada por efectos de luz y agua. Los principales tipos de decoración son:
Las inscripciones epigráficas no solo tienen valor ornamental, sino también iconográfico, sustituyendo a la representación figurativa religiosa, generalmente prohibida (aniconismo).
La mezquita (masjid) no es considerada la morada de la divinidad, sino un lugar de reunión para la oración comunitaria. Su estructura básica deriva de la casa de Mahoma en Medina, que constaba de un patio y una zona cubierta para la oración. Las primeras grandes mezquitas, como las de Siria, desarrollaron una arquitectura monumental con partes características:
Es la obra cumbre de la arquitectura hispanomusulmana del periodo califal, resultado de sucesivas ampliaciones y reformas entre el siglo VIII y principios del siglo XI (caída del Califato en 1031). Representa una síntesis única de elementos artísticos procedentes de diversas culturas (romana, visigoda, omeya oriental, local). Se edificó sobre la antigua basílica visigoda de San Vicente Mártir, reutilizando numerosos materiales de acarreo (columnas, capiteles) de construcciones romanas y visigodas anteriores.
Su construcción se desarrolló en varias etapas principales:
Abd al-Rahman I (emir, no califa aún) ordena su construcción. Se conservan restos del muro y se reutilizan numerosas columnas y capiteles romanos y visigodos, explicando la variedad de fustes y capiteles. Se construye un haram de 11 naves perpendiculares al muro de la quibla (orientado incorrectamente al sur, en lugar del sureste). Estas naves, divididas en 12 tramos por filas de columnas, presentan un original sistema de doble arcada superpuesta: sobre las columnas (con cimacios) arrancan arcos de herradura califales que actúan como entibo, y sobre estos, pilares que soportan arcos de medio punto sobre los que descansa la techumbre plana de madera (artesonado), cubierta al exterior por tejados a dos aguas. La alternancia de dovelas rojas (ladrillo) y blancas (piedra caliza) en los arcos crea un efecto de bicromía característico, inspirado quizás en acueductos romanos como el de los Milagros de Mérida. Se emplean capiteles de acarreo (corintios, compuestos) y también los primeros capiteles de pencas. Se utilizan elementos como los modillones de rollo en los aleros y el aparejo de soga y tizón en los muros.
Abd al-Rahman II amplía el haram hacia el sur, prolongando las 11 naves existentes en 8 tramos más, derribando el muro de la quibla original. Se cierra y configura el patio (sahn) y se construye el primer alminar (hoy desaparecido, dentro del campanario renacentista). Se introducen los primeros capiteles de avispero.
Bajo Muhammad I, se restaura y decora la Puerta de San Esteban (o de los Visires), un magnífico ejemplo con arco de herradura, alfiz, dovelas bicromas (unas lisas, otras con relieve de ataurique) y tablero rehundido con decoración vegetal. Bajo su sucesor, Abd Allah, se construye el pasadizo (sabat) que unía el Alcázar con la mezquita.
Ya como Califa, Abd al-Rahman III amplía el patio (sahn) hacia el norte y construye un nuevo y magnífico alminar de planta cuadrada (siguiendo el modelo sirio, no helicoidal oriental), que se convirtió en modelo para posteriores torres hispanomusulmanas y cristianas (Giralda). Este alminar está hoy englobado en el campanario cristiano.
Considerada la ampliación más rica y esplendorosa. Al-Hakam II vuelve a ampliar el haram hacia el sur, añadiendo 12 tramos más a las 11 naves existentes. En el nuevo muro de la quibla se construye el actual mihrab, una joya artística. Es una pequeña estancia de planta octogonal cubierta por una venera (concha) de yeso, precedido por un arco de herradura ricamente decorado con mosaicos bizantinos (regalo del emperador de Bizancio) e inscripciones cúficas. Delante del mihrab se sitúa la maqsura, un espacio de tres tramos cubiertos por excepcionales cúpulas de nervios califales (los nervios no se cruzan en el centro) ricamente decoradas con mosaicos. Una cúpula similar cubre el lucernario central de la ampliación. Se introducen nuevos tipos de arcos con función principalmente decorativa: arcos lobulados y polilobulados, a menudo entrecruzados, creando efectos de gran riqueza visual. La zona de la maqsura y el mihrab recibe luz cenital a través de lucernarios cubiertos por estas innovadoras cúpulas de nervios sobre trompas, sostenidas por arcos polilobulados y entrecruzados apoyados en columnas, algunas de mármol rosa y azul.
A finales del siglo X, el hachib Al-Mansur (Almanzor), para realzar su propio poder, emprende la última gran ampliación. Al no poder continuar hacia el sur por la proximidad del río Guadalquivir, la ampliación se realiza hacia el este. Se añaden 8 nuevas naves a lo largo de todo el costado oriental, alcanzando el total de 19 naves. Esto provoca que el mihrab de Al-Hakam II quede descentrado respecto al eje central del haram resultante. También se amplía el patio (sahn) en la zona correspondiente. Esta ampliación, realizada con rapidez y con fines más prácticos y de auto-representación que estéticos, supone un cierto retroceso en la riqueza ornamental respecto a la de Al-Hakam II. Se vuelve a un estilo más sobrio, similar al de la mezquita fundacional, con arcos de herradura simples y bicromía de dovelas, aunque con menor calidad constructiva.