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Formas de alteración:
La durabilidad en el hormigón puede definirse como el conjunto de propiedades necesarias para conseguir que el material conserve, durante su vida de servicio prevista y hasta el final de la misma, un coeficiente de seguridad de valor aceptable.
El agua disuelve las bases del vidrio, lo que permite clasificarlo en cinco diferentes categorías, según la cantidad de Na2O, en mg por gr de vidrio.
También existen tres categorías de vidrio, en función de la pérdida de peso que experimenta al mantenerlo en una disolución ácida.
Los compuestos alcalinos y silicatos de areniscas procedentes de la meteorización de juntas de morteros y fábricas de piedra, pueden atacar los vidrios de acristalamiento adyacentes.
En general, la durabilidad del vidrio aumenta con la proporción de sílice, y disminuye con la de álcalis.
Los metales son materiales que, por su constitución estructural son densos y compactos, careciendo de porosidad, defectos orogénicos, salvo eventuales impurezas, sopladuras y tensiones internas de conformación. Son más durables si están protegidos de sus dos principales mecanismos agresores: la corrosión y el fuego.
Se produce por la combinación del metal con el oxígeno atmosférico, sin intermediación de catalizadores. Es el oxígeno atómico, que en pequeña proporción se encuentra en la atmósfera.
El mecanismo es doble en los dos sentidos creciendo la capa de óxido de fuera hacia dentro, por la difusión del O, y sobretodo de dentro hacia fuera, por la difusión de los pequeños iones metálicos con afinidad por el oxígeno. Esto continúa hasta que la capa tiene suficiente espesor par detener el proceso, que se ralentiza por el crecimiento de la capa y la movilidad requerida.
La película de óxido debe ser continua, sin grietas y estar bien adherida al metal, constituyendo entonces una capa impermeable y no peligrosa, cuyo único inconveniente puede ser el aspecto.
Tiene lugar por reacción del metal con el oxígeno atmosférico, si bien ya no es puramente química, sino activada por otros agentes catalizadores, normalmente agua que suele llevar en disolución iones metálicos, constituyendo un electrolito.
Para la corrosión genérica es precisa la acción conjunta del electrolito y el O2. Aunque la acción del agua como electrolito sea débil, está reforzada en muchos casos por la disolución en ella de gases atmosféricos, como CO2 (en forma de CO3H2), u otros debidos a la contaminación industrial o de tráfico, que al disolverse forman ácidos corrosivos.
A largo plazo, los fenómenos de oxidación directa o electroqúimica son casi inevitables. Las acciones encaminadas a prevenir, atenuar o retrasar la corrosión se basan en el máximo aprovechamiento de las propiedades que ofrezca el metal, así como su aislamiento de la atmósfera o de los elementos potencialmente corrosivos:
Desde el punto de vista normativo y comercial, la madera puede clasificarse por su calidad intrínseca. Para el pino, que es una de las maderas más utilizadas en España, tanto en carpintería de armar como de taller, sería:
El planteamiento sería: utilizar en la construcción
el tipo idóneo de madera, que no es sino el que poseyera
la estructura leñosa más perfecta y adaptada a las funciones
a desempeñar, a la vez que contuviera los tratamientos
preventivos necesarios para combatir las agresiones
previsibles del ámbito del edificio.
La primera cuestión, sobre la calidad estructural
de la madera, debe tomarse como un ideal dependiente
de las condiciones de crecimiento, nutrición y adaptación
de tipo de especie seleccionada, no siempre controlables
o disponibles en el momento de la edificación.
Sin embargo sí que es fundamental la selección
adecuada del tipo de madera para la función concreta. En
efecto, todas las maderas poseen una cierta durabilidad
natural, resistencia al envejecimiento y las agresiones, sin
necesidad de tratamientos protectores.
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No obstante, esa durabilidad es una característica relativa,
es decir, ligada a un determinado agente destructor.
La tercera cuestión a resolver es que la madera
seleccionada disponga de las protecciones adecuadas
para hacer frente a los riesgos a que se verá expuesta:
Los principales tratamientos protectores consisten
en la aplicación, preventiva o curativa, de productos
químicos de tres tipos: oleosos, en disolventes oleosos
(pinturas esmaltes, barnices, ceras, etc.); hidrosolubles
(sales); e ignífugos (sales, lechadas, ácido bórico, etc.).
– Ante la fotodegradación
Si la madera va a estar fuertemente expuesta a la
radiación solar debería elegirse un tipo que poseyera alto
contenido de pigmentos estables o resistentes a los U.V.,
como el iroko. Si esto no fuese posible, habría que utilizar
impregnadores pigmentados, cuyos pigmentos serán más
operativos cuanto mayor sea su penetración y su reparto
más homogéneo, siendo siempre más efectivos los más
obscuros. Su aplicación se efectúa durante el acabado,
generalmente mediante pincelado.
– Ante la humedad
Lo primero será utilizar la madera con el grado de
humedad adecuado, que depende del punto de equilibrio
para una humedad y temperatura ambiente dadas. Existen
mapas indicativos para los distintos puntos de nuestra
geografía, que sirven de referencia para las madera expuestas
a la intemperie. Orientativamente pueden admitirse
los siguientes grados:
– Maderas a la intemperie: entre 18% y 22%
– Al exterior bajo techado: 13% a 18%.
– Al interior sin calefactar: de 10% a 15%
– En interior calefactado: entre 8% y 10%.
Además, hay que tener en cuenta que, por un
principio básico de aclimatación, las maderas autóctonas
se adaptan más fácilmente a los requerimientos solicitados
por su uso, y principalmente a los movimientos por
cambios higrotérmicos.
El correcto secado de la madera persigue su estabilización,
evitando, en buena medida, los movimientos
durante su vida útil, así como la proliferación de termitas y
hongos (que necesitan al menos un 20% de humedad para
su existencia). Además, hace disminuir el peso propio y
aumenta la resistencia mecánica.
El secado puede ser: natural, al aire, en pilas verticales;
o artificial, por distintos procedimientos: corrientes
de aire con velocidad y grado higrotérmico adecuados,
corrientes alternas de alta frecuencia, rayos infrarrojos…
Por otro lado, son igualmente importantes las soluciones
constructivas correctas, pues el grado de humedad
es básico en el momento de su colocación, pero también
durante su utilización.
Por ello se requiere crear las necesarias barreras
impermeables que impidan el ascenso de la humedad
capilar (láminas asfálticas en los forjados sobre cimientos
y en el arranque de muros y zócalos), así como proveer
una buena ventilación que impida la aparición de zonas
de condensación persistente.
– Ante el fuego
El comportamiento de la madera frente al fuego
puede ser mejorado, especialmente respecto a su reacción
al fuego (carga de combustible que un material puede
aportar al desarrollo de un incendio). Se consigue mediante
la aplicación de sales hidrosolubles ignifugantes en
cámaras de vacío; o bien, de productos intumescentes
que recubren superficialmente las piezas.
– Ante los agentes químicos
Deberá evitarse: las maderas con alto contenido
en taninos; exponerlas periódicamente a elevadas condiciones
de humedad en el exterior; ponerlas en contacto
con clavos, tornillos y herrajes de hierro o acero, siendo
preferible los de latón, bronce o aluminio.
– Ante los agentes bióticos
A parte de las condiciones correctas de proyecto
y colocación, los tratamientos preventivos frente a bioorganismos,
al igual que los curativos, deben afrontarse
mediante la utilización de protectores, substancias químicas
que se aplican, aislada o combinadamente, por procedimientos
específicos, y que deben cumplir ciertos requisitos:
Ser tóxico, inhibidor o repulsivo; de aplicación
bastante profunda; alta durabilidad; no afectar las propiedades
físico-mecánicas de la madera o a los materiales
en contacto con ella; no aumentar la inflamabilidad; ser
inocuos para el hombre y su entorno; compatibilidad con
barnices, pinturas y encolados; color y olor no desagradables
ni molestos.
– Tratamientos preventivos
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– Protectores hidrosolubles: son mezclas de sales disueltas
en agua, de las que algunas tienen propiedades biocidas,
y otras, asegurar la buena fijación de las primeras a
la madera, evitando su pérdida por deslavado.
– Protectores orgánicos: a base de materias activas fungicidas
(sintéticas), un disolvente y coadyuvantes para su
estabilidad. Deben aplicarse en seco, siendo compatibles
con cualquier tipo de acabado, estando muy recomendados
para el tratamiento de estructuras en rehabilitación.
– Creosotas: obtenidas por destilación de la hulla, tienen
acción fungicida e insecticida, además de cualidades
hidrófugas y no corrosivas de metales, siendo su principal
inconveniente la coloración negra que deja mancha grasienta,
lo que las hace inhábiles para tratamientos en interiores
y en contacto con personas.
13.6 DURABILIDAD DE YESOS Y PINTURAS
A) Defectos del yeso
– Grietas
– de distribución
– coincidiendo con las del soporte
– localizadas en la junta de dos materiales de
soportedistintos aunque la unión no esté al descubierto.
– unión de paredes y
Causas esenciales por las que aparecen:
– contracción por el comportamiento de los distintos
materiales según el clima
– movimientos internos de la construcción
– vibraciones procedentes del exterior de los
edificios
– Desprendimientos del yeso (sobre hormigón)
La principal causa se debe a que el hormigón
tiene una absorción muy pequeña
AI no suministrarlo una buena trabazón, teniendo tendencia
a !a retracción con el consiguiente efecto sobre
la adherencia del yeso.
Se reseña que el yeso negro no sirve para trabajos sobre
hormigón.
– Desconchados en la capa de acabado
Se produce en las grandes superficies La capa
de yeso adopta una forma cóncava, desprendiéndose
de la pared y dejando parte de la 1° capa.
Para ello hay que tener en cuenta la obra soporte
y los materiales utilizados en ella, así como el lugar
de almacenamiento del yeso durante la obra.
Hay que vigilar que el hormigón esté bien seco,
se realice un buen almacenamiento durante la ejecución
de la obra y controlando que la capa de fondo sea tanto
o más resistente que la de acabado.
– Desprendimientos y oquedades (enyesados)
Son pequeños «cráteres» que aparecen en la superficie
enyesada. Este cráter, puede tener un tamaño en torno
a 10 y 30 mm. de diámetro.
Normalmente este defecto aparece poco después de
enyesar, aunque no se puede descartar que surja pasado
un tiempo.
Suele producirse debido a la dilatación de tos fragmentos
que incluyen las mezclas para enlucir o de los propios
materiales del soporte, así como la insuficiente:
hidratación de la cal. presencia de impurezas en la arena,
e! yeso o cemento.
La frecuencia de este defecto se reduce con el empleo
de cal viva que se apaga en !a misma obra.
Los ensayos dirigidos a determinar la solidez de los materiales
de ensayo evitan; problemas graves, pero no de
tectan las impurezas si éstas están en baja proporción.
– Decoloraciones en acabados decorativos
Los cambios de color en paredes decorativas suelen
ser debidos a tos productos químicos y las reacciones
entre ellos y la acumulación de agua bajo la película
de pintura (este agua proviene de la estructura al ser
construida o en fases posteriores de la obra)
La decoración ha de hacerse cuando el agua de la
obra se haya evaporado. La humedad es muy importante
en el acabado decorativo de las paredes.
De éstas las paredes divisionarias internas corren
menos riesgo que las caras internas de las paredes exteriores,
debido a que en las primeras existe mayor
temperatura y así la condensación es más difícil de producirse.
B) Deterioros de las pinturas
Los principales defectos son: hinchamientos, por
impermeabilidad el soporte, por lo que se prefieren las
pinturas de poro abierto (que dejan pasar el agua en forma
de vapor pero no en estado líquido); resquebrajaduras,
por su escasa elasticidad y falta de agarre; desconchados,
corrientes en pinturas duras que retraen y se levantan
si falta adherencia; pérdida de tono o brillo.