Portada » Psicología y Sociología » Comprendiendo las Fobias Específicas: Miedos y Tratamientos Efectivos
En las fobias específicas se da un miedo excesivo o irracional desencadenado por la presencia o anticipación de objetos o situaciones específicos.
Como consecuencia de la exposición al estímulo fóbico, se produce una respuesta inmediata de ansiedad que puede llegar incluso a un ataque de pánico.
El DSM-IV-TR (2000) distingue los siguientes subtipos de fobias específicas:
Los modos no excluyentes en que las fobias pueden ser adquiridas son:
Una o más experiencias negativas directas con estímulos fóbicos tienen alta probabilidad de convertirse en fóbicas, teniendo en cuenta variables como la severidad y frecuencia.
No todos los estímulos tienen la misma probabilidad de convertirse en fóbicos. Existe una vulnerabilidad biológica, aunque requiere que el estímulo potencialmente fóbico se asocie al menos una vez con la experiencia aversiva.
Una alternativa a la teoría de la preparación biológica es que la selectividad de las situaciones fóbicas puede explicarse, al menos en parte, por factores ontogenéticos tales como las variables socioculturales (connotaciones negativas de ciertos estímulos), experiencias pasadas y expectativas y creencias sobre covariaciones entre acontecimientos.
¿Por qué una respuesta de temor condicionada puede mantenerse durante años a pesar de que al propio sujeto le parezca absurdo, a pesar de la apariencia banal del episodio que lo desencadenó?
La puesta en juego de factores cognitivos durante el proceso de condicionamiento ayuda a responder estas incógnitas.
Según modelos modernos del condicionamiento, incluso en experiencias sencillas de condicionamiento intervienen procesos cognitivos relativamente elaborados (sean conscientes para el sujeto o no), de tal modo que la intensidad de la respuesta condicionada (RC) puede depender más de estos procesos que de factores tradicionalmente mencionados como la intensidad del (EI) o de la relación temporal de contigüidad EC-EI.
Este se refiere al hecho de haber visto a otros, en vivo o filmados, teniendo experiencias negativas en situaciones potencialmente fóbicas.
Estos tres modos de adquisición (condicionamiento clásico, aprendizaje vicario y transmisión verbal) interactúan entre sí.
Ha propuesto una vía de adquisición: proceso de asociación errónea a partir de la experiencia de falsas alarmas.
Se experimenta pánico, ansiedad y sensaciones somáticas ante situaciones no peligrosas que, si están predispuestas biológicamente o socialmente a ser temidas, pasan a suscitar miedo a alarma aprendida.
La alarma inicial es provocada por acontecimientos estresantes (conflictos familiares, laborales…) que la persona no ha podido o sabido manejar, o por otros factores como cambios hormonales, hipoglucemia, fármacos/drogas.
Las fobias específicas podrían aparecer si las EXPERIENCIAS NEGATIVAS (ya sean directamente experimentadas, observadas y/o transmitidas) o las reacciones de alarma son extremas.
Se requiere, además, una vulnerabilidad biológica (hipersensibilidad neurobiológica al estrés genéticamente determinada) y psicológica (sensación de que las situaciones amenazantes y/o las reacciones son impredecibles y/o incontrolables).
Los factores de vulnerabilidad pueden ser sucesos traumáticos en la infancia, estilo educativo sobreprotector o información negativa previa a los estímulos temidos.
Tratamiento conductual: 75 – 85 % de los fóbicos específicos.
Es el tratamiento más eficaz, aunque no está claro el porqué. Con él se consigue:
Requeriría ser completada frecuentemente con uno o más de los siguientes procedimientos:
La exposición imaginaria y la desensibilización sistemática también han sido eficaces, aunque menos que la exposición in vivo.
Las técnicas en imaginación pueden ser útiles:
Para poder llevar a cabo la exposición imaginal, es necesario realizar un entrenamiento sobre cómo imaginar:
Desarrollo más actual => Tratamiento en una sola sesión (Ost, 1989). La mayoría de las fobias pueden ser tratadas en una sola sesión de hasta tres horas.
Consiste en:
Los efectos de la distracción pueden depender de variables como:
Estrategias de afrontamiento útiles cuando se emplean para reducir una ansiedad que es molesta y favorecer actividades de exposición.
Distraerse de sensaciones y pensamientos ansiógenos puede ser útil cuando uno debe atender a otras cosas, por ejemplo, durante una conversación.
En el tratamiento de la agorafobia, Craske y Barlow (2000) recomiendan atender objetivamente a la situación y a las propias reacciones ante la misma.
Ejemplo: Estoy en el ascensor, noto cómo se mueve, veo las puertas y el techo, mi corazón late deprisa, mi ansiedad es moderada. En contraste, un foco subjetivo de atención sería: Me siento terrible, sufriré un colapso, no puedo hacerlo, tengo que salir de aquí.
En este caso, es más adecuado experimentar los síntomas, sin emplear las estrategias (que podrían convertirse en conductas de evitación), para comprobar que no se cumplen las expectativas catastróficas.
La exposición interoceptiva consiste en exponerse sistemática y deliberadamente a las sensaciones corporales que están asociadas con la ansiedad/pánico y que son inducidas a través de diversos medios.
Para cada ejercicio, el terapeuta hace una demostración de cómo se lleva a cabo y después pide al cliente que lo realice. Una vez concluido, informa de las sensaciones experimentadas y hace tres calificaciones:
En pacientes con ataques de pánico que perciben como espontáneos, se les enfatiza que dichos ataques de pánico pueden realmente ser producidos por respuestas somáticas que a su vez son inducidas por cambios en el medio interno o externo.
La exposición interoceptiva debe ser excluida o debe ser aplicada con una especial atención médica en aquellas personas que presenten trastornos cardiovasculares (hipertensión, arritmias), enfermedades respiratorias (asma), embarazo, trastornos hormonales o cualquier trastorno físico grave.