Portada » Historia » La Segunda República Española: Orígenes, Reformas y Crisis (1931-1939)
Las elecciones municipales de abril de 1931 otorgaron la victoria a los candidatos republicanos en las grandes ciudades. El resultado de las elecciones fue interpretado como un plebiscito en contra de la monarquía y a favor de la República. Alfonso XIII decide abdicar y exiliarse y el 14 de abril, los partidos firmantes del Pacto de San Sebastián establecen un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora y se proclama la II República.
El desarrollo político de la II República puede subdividirse en los siguientes períodos:
Se forman unas Cortes Constituyentes con mayoría de centro-izquierda. Así, la Constitución de 1931 tendrá un carácter democrático y muy progresista. En ella se establece la soberanía popular, una amplia declaración de derechos y libertades, la República como forma de gobierno. El poder legislativo recae en unas cortes unicamerales elegidas por sufragio universal masculino y femenino; el ejecutivo en el Presidente de la República con poderes limitados que elige al Jefe de Gobierno, con el visto bueno de las Cortes; por último, el poder judicial formado por tribunales independientes, y como novedad un Tribunal de Garantías Constitucionales. La estructura territorial configura un modelo descentralizado que permite la creación de regiones autonómicas con la aprobación de Estatutos de Autonomía. Por último, se establece un Estado laico, con separación plena de Iglesia y Estado.
En este período gobierna una mayoría de republicanos de izquierdas con apoyo del PSOE, con Niceto Alcalá Zamora como Presidente de la República y Manuel Azaña como Jefe del Gobierno. Se emprende un amplio programa de reformas entre las que destacan:
Estas reformas fueron rechazadas por los tradicionales poderes oligárquicos que habían perdido el poder político, pero no el económico. Esta oposición se refleja en el intento de golpe de estado del General Sanjurjo, que fracasó. A partir de este fracaso las derechas se van reorganizando, creándose partidos como la CEDA de Gil Robles o Falange Española de José Antonio Primo de Rivera. También hubo problemas por parte de la extrema izquierda, que descontentos ante la lentitud de la reforma agraria fomentaba enfrentamientos con la Guardia Civil. Uno de ellos, en Casas Viejas, provocó la ruptura de la coalición de izquierdas y llevó a elecciones en 1933 que fueron ganadas por la coalición de centro derecha.
En este período se forma un gobierno de coalición entre el Partido Republicano Radical de Lerroux y la CEDA de Gil Robles. Se paralizan las reformas: se hace una auténtica contrarreforma agraria, se vuelven a favorecer a los sectores del ejército más antirrepublicanos, se paralizó la construcción de escuelas, se produjo una reconciliación con la Iglesia y se bloquean los estatutos de autonomía. En 1934, la CEDA obtiene tres ministerios, lo que fue interpretado por la izquierda como una deriva del gobierno hacia el fascismo. Esto provocó la Revolución de Octubre de 1934. El movimiento fracasará prácticamente en toda España por la falta de coordinación entre los grupos de izquierdas, pero sí fue especialmente grave en Cataluña que proclamó el Estat Catalá, finalmente reducido, y especialmente en Asturias donde fue necesaria la actuación de la Legión con una fuerte represión. Finalmente, el desprestigio del Gobierno de Lerroux por los escándalos de corrupción y la ruptura de la coalición de derechas provocan nuevas elecciones en febrero de 1936, en las que vence el Frente Popular.
A las elecciones de 1936 se presentaron el Frente Popular (una coalición compuesta por la izquierda republicana de Azaña, el PSOE, el PCE, el POUM y ERC), apoyado por la CNT que pidió el voto para este. Por otro lado, la coalición de derechas, formada por la CEDA y Renovación Española. PNV y la Falange se presentaron por separado lo que dividió el voto de derechas. La victoria del Frente Popular supuso el nombramiento de Azaña como Presidente de la República y un gobierno dirigido por Casares Quiroga que amnistió a los republicanos encarcelados tras la revolución de 1934, y el traslado a puestos de segundo orden a los militares menos fieles a la República. El ambiente de tensión fue creciendo, sucediéndose desórdenes públicos entre sectores radicales de izquierda y derecha que culminaron con los asesinatos del Teniente Castillo y de Calvo Sotelo. Finalmente, las tropas de Marruecos se sublevaron entre el 17 y el 18 de Julio contra la República lo que llevaría al inicio de la Guerra Civil.