Portada » Lengua y literatura » Teatro, Vanguardias y Novecentismo: Contexto y Claves Literarias del Siglo XX
Historia de una escalera, estrenada en el Teatro Español de Madrid el 14 de octubre de 1949, fue un éxito clamoroso y una fecha clave para el teatro y la literatura española de posguerra. La obra refleja la realidad social española de los años cuarenta, marcada por la frustración de una gran parte de la población tras la Guerra Civil. Aunque abarca tanto la literatura existencial de posguerra como la social de los años 50, la censura impidió referencias directas a la guerra (1936-1939), que transcurre entre el segundo y tercer acto.
La obra presenta una imagen amarga del sufrimiento humano en la primera mitad del siglo XX: la impotencia, el fracaso y la frustración, tanto individual como colectiva, son el núcleo temático. La vida de tres generaciones, en un proceso cerrado y cíclico, refleja la alternancia entre la desilusión y el fracaso. Al final, Fernando y Carmina (hijos) parecen tener la oportunidad de romper este círculo. Otros motivos secundarios que contribuyen a la frustración colectiva son la pobreza, la impotencia, la resignación, el destino, la falta de sinceridad, la incomprensión entre padres e hijos, el amor, la cuestión social y el desengaño vital.
Buero Vallejo realiza una caracterización psicológica profunda de sus personajes, sin presentar un «héroe positivo» prototípico. La comunidad de vecinos es la verdadera protagonista. Los personajes principales que más sobresalen son Fernando, Urbano, Carmina y Elvira. Los personajes secundarios, el resto de los inquilinos, constituyen el «coro». El Señor Gregorio también forma parte de este grupo.
El espacio interior es el rellano y un tramo de la escalera de una «casa modesta de vecindad» en el quinto piso. Este lugar de paso propicia los encuentros entre vecinos y las continuas entradas y salidas de los personajes. La escalera es uno de los símbolos más importantes de la obra. La acción transcurre en tres días a lo largo de treinta años: 1919 (primer acto), 1929 (segundo acto) y 1949 (tercer acto). Buero hace coincidir el final con el momento del estreno, 1949.
La obra se divide en los tres actos clásicos, pero no siguen la estructura tradicional de planteamiento, nudo y desenlace, ya que los eventos más importantes ocurren en las elipsis entre actos. Cada acto presenta una estructura interna similar: una disputa violenta que aumenta en intensidad y una declaración amorosa. La obra se construye sobre repeticiones, contrastes y paralelismos que le dan unidad.
El lenguaje es accesible, realista y verosímil, con un tono popular y coloquial: frases cortas, poca subordinación, frases hechas, vocabulario popular, mandatos e insultos. Las acotaciones describen el escenario y sugieren el paso del tiempo. Solo hay un monólogo (Paca, en el tercer acto). Predominan los diálogos espontáneos, con intervenciones breves y tono fuerte.
Las vanguardias son movimientos estéticos rebeldes y polémicos que surgen en Europa durante la Primera Guerra Mundial. Buscan romper con los modelos anteriores, ofrecer una interpretación personal de la realidad y defender el «arte por el arte». Se denominan «ismos». Cada movimiento tiene sus propias peculiaridades, intenciones y técnicas, pero comparten características comunes:
En España, las vanguardias coinciden con el Novecentismo y la Generación del 27. Ramón Gómez de la Serna introduce los ismos, inventando la greguería (metáfora humorística y sorprendente). Posteriormente, el creacionismo, el ultraísmo y el surrealismo se convierten en las vanguardias más influyentes.
En España, la segunda década del siglo XX ve la coexistencia del Novecentismo (o Generación del 14) y las Vanguardias. El Novecentismo es un grupo de autores que defienden un arte más intelectual y puro, buscando renovar la estética realista del siglo XIX. Sus características principales son:
Juan Ramón Jiménez recibió el Premio Nobel de Literatura en 1956.