Portada » Psicología y Sociología » Etapas del Desarrollo Infantil Temprano según Spitz: Desde el Estadio Preobjetal hasta la Comprensión del ‘No’
Spitz describe este estadio con el término de indiferenciación, designando un estado de organización primitiva en el recién nacido, incapaz de diferenciar un objeto de otro, o incluso lo que lo rodea. Percibe el seno que lo alimenta como parte de su propia persona. El mundo externo está excluido de la percepción del recién nacido.
Se puede afirmar entonces que el mundo exterior no existe para él. Las respuestas que el niño manifiesta tienen lugar en función de la percepción de necesidades que le son comunicadas por este sistema. Las respuestas del recién nacido tienen un matiz de desagrado durante las primeras horas y el estado contrario no es de placer sino de sosiego.
El fin del estadio preobjetal se caracteriza por la sonrisa como respuesta a una parte del rostro humano. Se establece una relación preobjetal porque todavía no se reconoce al objeto y son reflejos fisiológicos.
El rostro humano se convierte en un estímulo visual privilegiado y distinguido de todos los demás estímulos. En el transcurso del tercer mes, la madurez física y psicológica del infante le permitirán realizar su primera respuesta psicológica ante el estímulo externo: la sonrisa del rostro humano. En efecto, la respuesta de la sonrisa social no se limita a un individuo que sería la madre. Cualquiera puede provocarla si posee las condiciones requeridas y prescriptas por la gestalt.
Esta sonrisa es indiferenciada. Es hasta los seis meses que el niño comienza a reservar tal respuesta únicamente al rostro de la mamá, amigos y personas conocidas, es decir que la respuesta se torna hacia los objetos de amor. La reacción sonriente de los primeros tres meses indica en realidad que el niño no sonríe a una persona en especial ni a un objeto libidinal, simplemente sonríe a un signo. Si el rostro es presentado de perfil ante el niño, la reacción de sonrisa no se presentará.
Las corrientes de desarrollo que operan en los diferentes sectores de la personalidad, se integran unas con otras al proceso de maduración. Esta integración tiene por resultado la formación de una nueva estructura psíquica sobre un nivel de complejidad más elevado. El primer organizador es el desarrollo de una respuesta social, es decir, la sonrisa.
El niño se desvía de la sensación interior hacia la percepción exterior, el preconsciente y con él el inconsciente, se establecen y se diferencian uno de otro. Se implantan los rudimentos del yo y el niño comienza a aplicar el principio de realidad.
Esta etapa se llama el establecimiento del objeto libidinal. Se introduce la idea de la angustia del octavo mes que caracteriza un cambio en la respuesta del infante hacia los otros. Ahora el niño distingue entre el amigo y el extraño y se produce en él una negativa de entrar en contacto con el desconocido.
El niño responde a algo con lo que nunca tuvo antes una experiencia desagradable, pero así reacciona según Spitz porque el niño está respondiendo realmente a la ausencia de la madre. Si reacciona ante un desconocido es porque este no es su madre. Esta respuesta se da porque el rostro del desconocido no coincide con el de la madre, y por lo tanto lo rechaza. El niño hasta el octavo mes de vida ha logrado establecer una relación de objeto verdadera y que la madre se ha convertido en el objeto libidinal, su objeto amoroso.
En esta fase se encuentra la comprensión de las prohibiciones y de las órdenes así como los comienzos del mecanismo de identificación. Ahora que sabe andar, busca satisfacer su curiosidad y se impone a la intervención de la madre. El carácter de los intercambios madre-hijo se transforman radicalmente. Hasta ahora la madre satisfacía o no los deseos inmediatos del niño y ahora se ve obligada a frenar las iniciativas del niño.
Una vez que el niño adquiere la locomoción, las frases de la madre cambian de carácter y la palabra más frecuente que utiliza es NO, acompañada de un movimiento de cabeza impidiéndole al niño hacer lo que desea. El uso del NO representa un alcance para el desarrollo mental y afectivo del niño y presupone la adquisición de las facultades de juicio y negación, es el primer concepto abstracto que el niño consigue formar en el sentido de la ideación adulta.
De la pasividad de los tres primeros meses el niño avanza hacia la actividad, acción. En estos intercambios el niño establece los límites de sus capacidades. Se trata del periodo más plástico del desarrollo humano. Algunas de las razones para entenderla así son: la impotencia del lactante, el carácter de transición del desarrollo durante los dos primeros años y la ausencia de una organización del yo sólidamente establecida.