Portada » Historia » Historia de España: Desde los Reyes Católicos hasta la Crisis de 1898
El golpe de Estado del general Pavía, en 1874, puso fin a la Primera República e inició una dictadura militar dirigida por el general Serrano. Cánovas del Castillo, líder del partido Alfonsino, con el apoyo de sectores del ejército y de la oligarquía, ofreció una restauración de la monarquía borbónica. En 1874, el príncipe Alfonso firmó el Manifiesto de Sandhurst que proponía: la monarquía liberal y parlamentaria, la unidad de España con un poder fuerte y centralizado, y mantener la tradición católica. El pronunciamiento de Martínez Campos (1874), proclamó al príncipe Alfonso rey de España (pronunciamiento de Sagunto), y en 1875 Alfonso XII entró en Madrid como nuevo rey.
Cánovas estableció una monarquía conservadora bajo los principios del liberalismo moderado para conseguir la estabilidad política. También integró al sistema a los liberales moderados y demócratas a través del partido Liberal-Fusionista de Mateo Sagasta, quien aceptó la restauración borbónica; alejó al ejército de la actividad política y puso fin a los conflictos que amenazaban la integridad territorial: la Tercera Guerra Carlista y la sublevación cubana.
Cánovas diseñó un modelo político que se conocería como el régimen de la Restauración o el sistema canovista. Los pilares del sistema canovista eran:
La Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902): A finales de 1885 murió Alfonso XII, y María Cristina de Habsburgo hizo la regencia, embarazada del futuro rey Alfonso XIII. El sistema canovista había dado estabilidad política, pero Carlistas y republicanos vieron en la muerte del rey una oportunidad para impulsar sus reclamaciones. Cánovas y Sagasta defendieron la regencia firmando el Pacto de El Pardo (1885) en el que se comprometían a respetar la gestión de gobierno del otro. Cada partido respetaría las reglas del Turno de partidos.
El partido liberal y el conservador se alternaron en el poder: liberales entre 1885-1890, conservadores entre 1890-1892. Sagasta y los liberales volvieron a gobernar de 1892 a 1895 y los conservadores de 1895 a 1897, año en el que fue asesinado Cánovas, asumiendo el poder, una vez más, los liberales. La crisis de 1898 hizo adelantar la mayoría de edad de Alfonso XIII poniendo fin a la regencia. El sistema canovista y el turno de partidos comenzaron a generar dudas sobre su funcionamiento. Era una falsa democracia para garantizar la estabilidad política. Los resultados electorales no obedecían a la voluntad popular, pues los cambios de gobierno estaban pactados (fraude electoral: Pucherazo).
El régimen de la Restauración consolidó la monarquía como garantía de estabilidad política, impuso el poder civil sobre el intervencionismo militar y puso fin a conflictos como la sublevación cubana con la firma de la Paz de Zanjón en 1878. Sin embargo, marginó a amplios sectores políticos y sociales.
Constitución conservadora basada en la Constitución de 1845, que permitía la aplicación de las leyes dependiendo del partido que estuviese en el poder. Sus principales características son:
El Carlismo: Durante el sexenio democrático recibió el apoyo del Vaticano y del catolicismo integrista, que rechazaba cualquier opción liberal. Perdió apoyos, aunque mantuvo cierta popularidad en el País Vasco y en Navarra.
Republicanismo: Se dividieron en posibilistas (Emilio Castelar); Unión Republicana (Salmerón); Partido Republicano Radical (Ruiz Zorrilla); y Partido Republicano Federal (Pi i Margall).
El Movimiento Obrero: La Restauración declaró ilegal el asociacionismo obrero hasta que en 1881, el Gobierno de Sagasta toleró las alianzas y en 1887, la Ley de Asociaciones dio carta legal a las organizaciones obreras. El Anarquismo alcanzó mayor relevancia social que el socialismo. Localizado en los núcleos catalán (industrial) y andaluz (rural), sus ideas sobre la revolución inmediata se moderaron paulatinamente. En 1881, se fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) y se rechazó la política parlamentaria y la existencia de los partidos, incluidos los obreros; pero entró en crisis cuando se la relacionó con la Mano Negra. Hubo atentados como en el Liceo de Barcelona, en Corpus de Barcelona en 1896 y contra el general Martínez Campos —símbolos de la burguesía, de la Iglesia y del Ejército—, o el asesinato de Cánovas del Castillo.
En 1879 Pablo Iglesias fundó el PSOE (con programa marxista) intervino en la política oficial, sin que ello supusiera la aceptación del orden establecido. Se organizó en 1888 con motivo de su primer congreso, celebrado en Barcelona, y se fundó la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato vinculado al PSOE pero independiente de él, que promovía la negociaciones y huelgas.
La guerra de Cuba concluyó con la Paz de Zanjón (1878). Sin embargo, la insurrección siguió por las aspiraciones de la población criolla y los intereses de Estados Unidos. En 1893, Maura propuso la autonomía de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, pero fue muy criticado.
La Insurrección de Cuba: En 1895 se produjo el grito de Baire ¡Viva Cuba libre! La rebelión comenzó en Santiago de Cuba, dirigida por José Martí. La Asamblea Constituyente nombró presidente a Cisneros y votó una Constitución democrática. España quería acabar con el problema cubano. Primero envió al general Martínez Campos, que fracasó. Después, a Weyler que practicó una represión contra rebeldes y población civil. La guerra no fue favorable para los españoles por desarrollarse en un terreno que no conocían. Se dejó sentir la injerencia estadounidense, que fue en aumento. Su prensa creó un estado de opinión que escondía intereses imperialistas. Tras el asesinato de Cánovas en 1897, el nuevo Gobierno de Sagasta destituyó a Weyler entregando el mando al general Ramón Blanco, y volvió a ofrecer la autonomía, pero no sirvió. Los independentistas cubanos reclamaban la emancipación. José Martí, mantuvo una actitud contraria al imperialismo estadounidense.
La Insurrección Filipina: En 1896 se inició la lucha por la independencia en Filipinas. Previamente se había creado la Liga Filipina, fundada por Rizal en 1892, apoyada por parte de la burguesía mestiza y que solicitaba la autonomía. Los fracasos de la Liga Filipina llevaron a la creación de la Katipunan que defendió la independencia. La insurrección encabezada por Emilio Aguinaldo en 1896 se extendió proclamando la República y promulgando una Constitución. Ramón Blanco, gobernador de Filipinas, fue sustituido por Camilo García, que apresó a Rizal. El líder filipino fue fusilado y se convirtió en héroe nacional. La llegada de Fernando Primo de Rivera logró una pacificación momentánea. En 1898 se reinició la insurrección. Los rebeldes filipinos acordaron con el Gobierno de Estados Unidos recibir su ayuda para la independencia.
McKinley ofreció la compra de Cuba por 300 millones de dólares, y España lo rechazó. Entonces, el Gobierno de Washington favoreció a los independentistas con armas para asegurar el dominio de la isla. En febrero de 1898 se produjo la explosión del Maine, acorazado norteamericano fondeado en La Habana. El incidente se acabó convirtiendo en una excusa para Washington, que exigió el abandono de Cuba. La prensa lo utilizó para demostrar la grandeza de España frente a Estados Unidos. En abril se declaró la guerra, que se solventó en dos batallas navales. En el Pacífico, la escuadra dirigida por Dewey, destruyó a la española en la Batalla de Cavite. En julio, la flota cubana fue destruida por la de William T. Sampson frente a Santiago de Cuba. Puerto Rico se mantuvo fiel a España, pero desembarcaron marines norteamericanos y se apoderaron de la isla. En diciembre de 1898 se firmó la Paz de París, por la que España perdió sus posesiones ultramarinas en América y el Pacífico. Estados Unidos recibió Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam y poco después se vendieron a Alemania los archipiélagos de las Carolinas, Palaos.
Las consecuencias fueron:
Tuvo diversas repercusiones:
Al comparar la evolución de la población española durante el siglo XIX con la de otros países europeos, apreciamos un ritmo lento de crecimiento. Esto se debió a que en la mayor parte de Europa se pasó de un modelo demográfico antiguo a otro moderno por efecto de la revolución industrial y la mejora en las condiciones de vida. La industrialización hizo aumentar la población al mantener altas tasas de natalidad pero reduciendo la mortalidad. Sin embargo, en España prevaleció el Régimen Demográfico Antiguo caracterizado por una alta Tasa de Natalidad contrarrestada por una alta Tasa de Mortalidad. Tampoco la esperanza de vida era elevada. Las causas eran enfermedades endémicas como el paludismo o la tuberculosis y epidemias. Las crisis de subsistencias provocaron hambrunas periódicas a lo largo del S. XIX. En un país con una economía fundamentalmente agrícola, la falta de alimentos se debía tanto a sequías, heladas, como a factores estructurales. También fueron terribles las epidemias de fiebre amarilla que afectaron a Andalucía a principios del S. XIX, y la epidemia de cólera que afectó al área levantina en 1885.
Cataluña fue la excepción a estas características demográficas. Su despegue industrial desde principios del siglo XIX produjo que su población aumentara, el trasvase de la población campesina a las ciudades y la reducción de la mortalidad haciendo que iniciara su propia transición al régimen demográfico moderno.
Los Movimientos Migratorios en el Siglo XIX: Las ventajas económicas y un mejor acceso a las comunicaciones y al comercio provocaron un desplazamiento continuo de las poblaciones del interior peninsular hacia las áreas costeras. Ese flujo migratorio tuvo dos corrientes: de norte a sur y de la meseta a Levante. También se incrementaron los flujos migratorios tanto a ultramar (Argentina, Cuba, Venezuela) como del campo hacia las ciudades. La industrialización, aunque lenta, atrajo población hacia las zonas urbanas más industrializadas: Barcelona, Madrid o Bilbao.
En 1900 la mayor parte de la población española era rural exceptuando a Madrid y Barcelona. La escasa y tardía industrialización española aplazó el éxodo rural a las ciudades hasta casi finales de siglo. No obstante, el aumento de la población urbana, supuso la transformación espacial de las ciudades que derriban sus murallas y crean ensanches y barrios burgueses como el Ensanche (eixample) de Barcelona iniciado en 1860 por Ildefonso Cerdá o el barrio de Salamanca en Madrid al gusto de las nuevas clases dirigentes: la burguesía. Mientras que los suburbios periféricos se llenaban de infraviviendas convertidas en barrios obreros.
La instauración del régimen liberal en España significó el establecimiento de la sociedad de clases basada en la igualdad ante la ley y en la diferenciación social en función de la mayor o menor posesión de riqueza.
La nobleza perdió sus derechos jurisdiccionales por leyes aprobadas en las Cortes de Cádiz y en el trienio liberal. Las grandes casas nobiliarias mantuvieron e incluso incrementaron sus bienes, mientras que la baja nobleza desapareció. El clero disminuyó drásticamente en el siglo XIX. Las exclaustraciones y el descenso de las vocaciones religiosas debido a los cambios sociales y de mentalidad explicaron este retroceso.
La burguesía se convirtió en el grupo social más influyente. Englobaba a profesionales liberales, financieros, industriales. La importancia de sus integrantes radicaba en su poder económico, que les permitía gozar de una gran influencia cultural, social y política. Las familias burguesas se enriquecieron con las desamortizaciones y con el lento desarrollo de la industrialización. En algunos casos adquirieron títulos nobiliarios. Se sumaron a la antigua aristocracia conformando una élite oligárquica que dominó al resto de la sociedad mediante su poder económico, el sufragio censitario y la restricción del asociacionismo obrero.
Entre las clases populares predominó el campesinado. Estos grupos estuvieron al margen de la vida política por su escasa formación y por las limitaciones del derecho al voto. En el campesinado se diferenciaron los pequeños propietarios, los trabajadores por cuenta propia, y los jornaleros, con bajos salarios y duras condiciones. El trabajador industrial se consolidó en las últimas décadas del siglo en torno a los núcleos industriales, principalmente en Cataluña y el País Vasco. Sus jornadas eran agotadoras y carecían de derechos sociales. Esto llevó a la aparición del movimiento obrero, iniciándose la organización obrera como la Sociedad de Tejedores en Barcelona, reprimida por Espartero. La llegada de la Revolución de 1868 trajo la legalización de las organizaciones obreras, aunque posteriormente con el fin de la Primera República finalizó también la tolerancia hacia las mismas.
La desamortización consiste en una serie de medidas tomadas por los gobiernos burgueses liberales. Durante la regencia de María Cristina se aprobó la ley de desamortizaciones de Mendizabal (1836) por la guerra carlista y el clima anticlerical. En 1837, Mendizábal, desamortizaba los bienes del clero secular con unos objetivos: pagar la deuda pública y obtener recursos para la guerra carlista, aumentar la producción agrícola, ampliar los partidarios del liberalismo y atraer la incipiente burguesía y crear una clase media agraria de campesinos propietarios. Sin embargo, no arregló la deuda pública, aunque sí aumentó los ingresos de la Hacienda. Ni tampoco un aumento en la producción agrícola. El liberalismo se ganó nuevos enemigos. Muchas de las tierras fueron a los nobles y burgueses. En consecuencia, los campesinos pagaron mayores rentas.
La Desamortización de Madoz: Durante el Bienio Progresista se aprobó la desamortización de Madoz en 1855. Establecía la venta en subasta pública de propiedades rústicas y urbanas del Estado, la Iglesia, y los Municipios. El dinero obtenido se dedicó entre otras cosas a la industrialización del país y a la expansión del ferrocarril. En consecuencia se produjo la eliminación de la propiedad comunal, que provocó: un agravamiento de las condiciones de vida y la situación económica del campesinado. También hubo una ruptura con la Iglesia, ante la violación del Concordato de 1851. Las desamortizaciones contribuyeron al cambio hacia una sociedad burguesa, que se apoderó de una gran extensión de tierras de la Iglesia, gozando esta nueva clase de un gran poder. Además influyó a la nobleza, que aumentó su base económica, a los grandes burgueses, que se convirtieron en grandes terratenientes, y a algunos pequeños propietarios. El clero perdió sus propiedades y los campesinos (no propietarios) pagaban una renta que todos los años subía y si no la pagaban se convertían en jornaleros.
En el siglo XIX se mantuvieron algunos lastres: una reducida innovación tecnológica, desigual distribución de la propiedad de la tierra, falta de incentivos para aumentar la inversión. Además, las desamortizaciones fracasaron. Por otra parte, la inversión de capitales en la compra de propiedades desamortizadas privó a la financiación de un mayor desarrollo industrial, mientras que las medidas arancelarias proteccionistas no estimularon la modernización del sector mediante su competencia con el exterior.
Durante el reinado de Isabel II los liberales iniciaron una Revolución industrial y de modernización de las comunicaciones. Sin embargo, la excesiva dependencia del sector agrario, la falta de capital y la escasa iniciativa de las clases dominantes limitaron las expectativas del cambio.
Las Limitaciones de la Revolución Industrial:
En 1469, el matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón y la muerte de Enrique IV (1474), que dejó el trono a Juana «La Beltraneja», originan la Guerra de Sucesión (1475-1478). Isabel apoyada por los nobles, había sido reconocida como reina en el Tratado de los Toros de Guisando (1468). La guerra terminó en 1478 con el Tratado de Alcaçovas. En la monarquía de los RRCC (autoritaria, basada en el estado moderno), gobernaban conjuntamente, pero los reinos mantuvieron su independencia. Se crearon instituciones y medidas comunes en ambos reinos: limitar el poder de la nobleza, controlar las órdenes militares y las villas y ciudades, los reyes adquirieron el derecho de patronato y se crean La Santa Hermandad, la Inquisición y se expulsan a los judíos. La corte era itinerante, que recurrió a los consejos (Castilla, Aragón, Inquisición e India) y audiencias (tribunales de justicia). En Aragón aparece la figura del virrey. La conquista de Granada se convirtió en una prioridad para RRCC. Con esto cumplían dos objetivos: unificar todo el territorio peninsular bajo una misma monarquía y poner fin a la reconquista. Disputas entre Muley Hacén y Zagal contra Boabdil, hicieron que los castellanos aprovecharan la situación, asediando Granada y se firmase la capitulación pactada entre Boabdil y los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492.
Cristóbal Colón convenció a los RRCC para ir a la India y el Lejano Oriente, navegando hacia el oeste. En enero de 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, que autorizaban la expedición desde Palos de la Frontera el 3 de agosto. El primer viaje estuvo compuesto por La Pinta y La Niña, y Santa María y alcanzaron tierra el 12 de octubre (Guanahaní, o Bahamas) descubriendo América. Los RRCC consiguieron del Papa Alejandro VI derechos de conquista y evangelización, pero las demandas portuguesas obligaron a firmar el tratado de Tordesillas (1494), que les permitió controlar la costa africana y la de Brasil, mientras Castilla se aseguraba el Caribe y el resto de tierras (América y el Pacífico). A partir de 1499, España cedió la financiación de la expedición y reclutación de tropas, estableciéndose un sistema de capitulaciones y repartimientos. Para evitar abusos, la corona aprobó las Leyes de Burgos (1512), estableciendo la encomienda que, por el contrario, acentuó los abusos. El dominio se inició en las Antillas, que sirvieron de base a la conquista durante el reinado de Carlos I. Entre las hazañas encontramos: Núñez de Balboa recorre Panamá y descubre el mar del Sur (1513); Conquista del imperio Azteca por Hernán Cortés (1519- 1521); La circunnavegación terrestre de Magallanes y Elcano (1519-1522); Conquista del imperio Inca por Pizarro, entre 1527 y 1533 y la exploración del Amazonas, por Orellana en 1541.
Con Carlos I, la convocatoria de cortes y el nombramiento de flamencos para ocupar cargos en Castilla, provocaron conflictos como el Movimiento comunero (1520-1521), cuyos líderes eran Padilla, Bravo y Maldonado, que reclamaron el regreso de Carlos y la exclusión de los extranjeros de los cargos políticos y reducción de impuestos, pero fueron derrotados en la batalla de Villalar; y las Germanías (1519-1524) por la crisis económica y el descontento frente a la nobleza y los moriscos. Hubo problemas con Francia a la cual Carlos venció en Pavía, con el Papa (Saqueo de Roma, 1527); los turcos (defensa de Viena) y los Luteranos alemanes (aunque se firmó la Paz de Augsburgo, 1555).
Felipe II se basó en la Contrarreforma católica: mantener a los Habsburgo en Europa y la defensa del catolicismo. Hubo conflictos internos: persecución de las comunidades protestantes españolas, la rebelión de los moriscos y el caso de Antonio Pérez. También hubo conflictos externos: en Francia, derrotada en la batalla de San Quintin, 1557; la rebelión de Paises Bajos, sublevados contra Felipe Il que mando al ejército del duque de Alba, pero se dividieron en norte protestante (Holanda) y sur católico (Flandes); los otomanos derrotados en la batalla de Lepanto y con Inglaterra, que fue invadida por Felipe Il mediante la Armada Invencible, que fracaso. Castilla se convirtió en el eje de la monarquía basada en el Sistema de Consejos y la Administración Territorial.
Felipe III (1598-1621), delegó el poder en el Duque de Lerma, sustituido por el Duque de Uceda después. En política interior, Felipe Ill expulsó a los moriscos y Felipe IV (1621-1665), tuvo como valido al Conde-Duque de Olivares. La intención de crear un estado moderno centralizado provocó la oposición de los territorios Aragón y de Portugal que temían perder sus fueros. El proyecto de reforma del Conde Duque tenía tres pilares:
Las reformas dieron origen a una crisis interna con las rebeliones de Cataluña y de Portugal en 1640. La entrada de Francia y Holanda del lado de los protestantes convirtió a este conflicto en una lucha por la hegemonía en Europa (la cual va perdiendo España a lo largo del s.XVII) y acabó implicando a España en la guerra de los 30 años. El conflicto contra Francia se prolongó hasta finales del S. XVII, con Carlos II, y como consecuencia la corona española perdió territorios que se anexionaron a la corona francesa. La situación en España se agravará con las secuelas restantes rebelión de Cataluña y Portugal. Carlos Il no tuvo descendencia por lo que su sucesión generaba un problema. Luis XIV, decidió renunciar a sus derechos a favor de su nieto Felipe duque de Anjou, de la casa de Borbón y los Habsburgo eligieron al archiduque Carlos de Austria. Carlos Il nombró heredero a Felipe de Anjou para asegurarse el apoyo de Francia y Carlos de Austria con el apoyo de Inglaterra y Holanda inició una guerra por la sucesión.
La nobleza ocupó los puestos más relevantes de la Monarquía y creció su número con la crisis del siglo XVII, por la compra de títulos. El clero aumentó su importancia por la Contrarreforma y el Concilio de Trento (1545-1563). La burguesía trató de ennoblecerse, abandonando su actividad productiva, repercutiendo en la economía. Los grupos humildes del campo y la ciudad sufrieron la subida de precios y la crisis aumentó el número de mendigos. En el XVI hubo un alza generalizada de los precios. En la agricultura, a partir de 1550, la subida de precios y el creciente autoabastecimiento de América redujeron el rendimiento. En el siglo XVII la economía atravesó una crisis que comenzó a superarse hacia 1680. La producción agrícola disminuyó por las malas cosechas, la falta de mano de obra y la desigual distribución de la propiedad (concentrada en Nobleza y Clero).
Durante el siglo XVI, prevaleció el erasmismo, protegido por Carlos V. Uno de sus representantes fue Juan Luis Vives. En la literatura florecieron la ascética y la mística (San Juan de la Cruz). En la lírica destacó Garcilaso de la Vega. Hubo un auge de la novela caballerías y la picaresca. Miguel de Cervantes (1547-1616), cultivó todos los géneros y marcó el inicio del Siglo de Oro español. En el teatro destacó Lope de Vega, entre otros. En otros géneros literarios hay que destacar a Góngora y Quevedo.
Carlos Il muere (1700), sin descendencia y propone a Felipe de Anjou como sucesor, siendo proclamado rey de España en 1701. Su nombramiento no fue aceptado por Carlos de Habsburgo, originando la Guerra de Sucesión (1702-1714). Felipe V, estaba apoyado por Francia y Castilla y Carlos de Habsburgo por Austria, Inglaterra, Holanda y Aragón. Carlos hereda el trono alemán, lo que lleva a Inglaterra a firmar la Paz de Utrech (1713) y los Acuerdos de Rastatt(1714), donde se reconocía a Felipe V como rey de España a cambio de concesiones mercantiles (el navío de permiso y asiento de negros y el derecho a comercializar con las colonias americanas) y territoriales (Inglaterra se queda con Gibraltar y Menorca y el archiduque de Austria con otros territorios de Europa).
La política exterior del siglo XVIII, condicionada por el Tratado de Utrecht, se basó en la alianza con Francia para recuperar prestigio y territorios en Europa. Se concreta el Primer Pacto de Familia (1733) (obteniendo Nápoles y Sicilia) y el Segundo Pacto en 1743 (obteniendo el ducado de Parma). El tercer pacto de Familia (1761) involucró a España en las guerras coloniales en América, pues España apoya a Francia frente a Portugal e Inglaterra intentando frenar la expansión británica en América del norte, pero fracasa.
. Con Felipe V se inicia la dinastía de los Borbones y comienza una organización del Estado que tiene como referencia a la monarquía francesa e impondrá las instituciones castellanas a todo el territorio. Se pone fin al sistema de consejos y a la política de pactos y se impone la unificación y centralización del poder político y de la administración. Gracias a esto, entre 1707 y 1716 se promulgan los Decretos de Nueva Planta por los que se suprimian los fueros, leyes e instituciones propias de la Corona de Aragón. El rey ejerce un poder absoluto y suprime la convocatoria a Cortes. Castilla se convierte en el eje del Estado y su idioma en el oficial. El Consejo de Castilla se convierte en Consejo de Estado. Se moderniza el Estado y crean ministerios. El territorio se divide en provincias y aparece el intendente como encargado de asuntos económicos. Se fomenta la cultura y se crean Reales Academias de Artes y Ciencias y Sociedades de Amigos del Pais. Se propone una regulación económica: se limitan los privilegios de la Mesta; libertad de circulación de mercancías en España, control de la Deuda Pública y emisión de Vales Reales; realización del primer Catastro (Catastro de Ensenada). Reorganización de virreinatos y provincias en América.
3.8 Las Reformas borbónicas en los virreinatos americanos Las reformas buscaban asumir el poder español y las principales son: – Instauración de las intendencias para la centralización (1718), se impuso en cada provincia un intendente y su objetivo era centralizar el poder. – Cancelación del régimen de puerto único (1765). Se eliminaron impuestos, liberando algunos productos de derechos aduaneros y reduciendo otros. Se vieron beneficiadas las manufacturas textiles de la metrópoli y las materias primas americanas. – Expulsión de los jesuitas de América (1767). – Fundación Nueva Granada (1739) y Río de la Plata (1776) que habían pertenecido al Virreinato del Perú, pero el paso del tiempo había agudizado problemas como las dificultades originadas por la distancia entre estos y Perú. Para la mejor distribución del poder y crear una estructura política-militar para defender el Río de la Plata, se crea el Virreinato con sede en Buenos Aires. -Establecimiento de las Capitanías Generales de Venezuela y Chile. -Supresión de la Casa de Contratación. -Creación de las Compañias, para fomentar el comercio. Las consecuencias de esto fueron: Mayor centralización y control del Imperio español hacia los Virreinatos Americanos; disminución de ingresos de los Virreinatos españoles, fuertes protestas por las reformas económicas, aumento de las contribuciones aportadas al Imperio Español.
3.9 Sociedad, Economía y cultura del siglo XVIII En el siglo XVIII, la población creció por la reducción de epidemias y mejoras económicas. La sociedad era estamental y Felipe V y Carlos Ill concedieron títulos de nobleza. El clero, integró un 2% de la población. La Iglesia poseía cuantiosas riquezas además de los diezmos. La mayoría de la población sufría situaciones de miseria y la burguesía se identificó con los propósitos reformistas y los ideales ilustrados. Además, la agricultura tenía rendimientos bajos. Se hizo una Ley Agraria de Jovellanos con escasos logros. La producción industrial se centró en el proteccionismo; la creación de manufacturas reales y el fomento de la construcción naval. El comercio con América recibió un impulso con la creación de la Compañía Guipuzcoana de Caracas y la transición del sistema de flotas al de registros. En Cataluña, el sistema de enfiteusis benefició a los campesinos y estimuló la producción industrial. Por otro lado, La Ilustración pretendía alcanzar el bienestar de los individuos con avances en el conocimiento. Se caracteriza por componerse de unos pocos intelectuales de la nobleza y de la burguesía (Jovellanos). No se le puede considerar un movimiento revolucionario. Tuvo una gran influencia de la iglesia católica (Feijoo), rechaza el ateísmo y pretende hacer compatible el racionalismo y la religión. Carlos Ill fue el monarca más representativo del Despotismo Ilustrado que rodeado de ministros como Esquilache, emprenderá reformas. La situación política queda definida por el lema «Todo para el pueblo pero sin el pueblo».