Portada » Religión » Historia del Cristianismo: Evolución, Comunidad y Legado
La importancia del pasado: Todo lo que encontramos en él (costumbres, formas de vida, creencias, ideales, leyes, etc.) son fruto de la evolución en el tiempo. El presente no está así por casualidad o por azar. Todo lo que encontramos hoy en la realidad de nuestro planeta ha tenido una génesis histórica. Tanto los avances de la ciencia como los graves problemas que hieren a la humanidad, como las guerras o el hambre, se han gestado en el pasado.
En nuestra vida personal: Nuestra dotación genética es herencia de nuestros padres, y ha sido el entorno familiar y la educación que hemos recibido las que han trasmitido todo aquello con lo que construimos nuestra personalidad. No somos el resultado matemático de todo lo que hemos recibido, pero sí que construimos nuestro ser personal y único a partir de una herencia. El ser humano es un ser histórico, estamos inmersos en las muchas tradiciones de la humanidad.
Para construir el futuro: El objetivo de la vida de las personas no consiste en repetir el pasado o en integrarse de una manera pasiva en las tradiciones, sino en afrontar el futuro. Tanto para una cosa como para la otra es imprescindible conocer bien el pasado, para comprender el presente y saber por qué las cosas han llegado a ser como son. A partir de este conocimiento, construir el futuro personal y social que queremos. Un buen conocimiento de la historia personal y social nos abre a un mundo mejor.
Las fuentes de la historia de la Iglesia:
La Comunidad Cristiana Primitiva
Una comunidad en la que hay sitio para todos: A partir de Pentecostés se creó entre los cristianos una verdadera comunidad: oraban, celebraban, se sentían hermosos y predicaban la buena noticia. Pablo fue el gran defensor de que el mensaje era el mismo para todos y que no había por qué exigir a los paganos que cumplieran con las leyes judías. Solo salva la fe y el amor de Jesús. Este fue el tema de la primera asamblea o concilio.
La Visión de los Primeros Cristianos sobre la Iglesia
Qué decían los primeros cristianos sobre la Iglesia: La Iglesia es comunión: ya no hay judío ni griego, todos somos llamados a la comunión universal. La Iglesia de Dios es una llamada a todos los hombres y mujeres. La misma palabra Iglesia significa asamblea, convocación.
La Experiencia de los Primeros Cristianos
Cómo lo vivieron: La experiencia de los primeros cristianos, narrada en el libro de los Hechos de los Apóstoles, es una prueba de esa fe en la Iglesia como lugar de convocación universal. Al principio, los cristianos tuvieron que sufrir la persecución por parte de los mismos judíos, y después de los romanos. Nerón, en el año 64, les acusó de incendiar Roma. En esta época probablemente fueron martirizados Pedro y Pablo.
Organización de la Iglesia Primitiva
Cómo se organizaron: La Iglesia estaba muy ligada todavía a los propios apóstoles, entre los cuales Pedro ejercía una primacía reconocida por todos. La vida de la Iglesia tenía lugar en las casas de los cristianos. El centro de la vida cristiana era la celebración de la Eucaristía, el partir el pan el domingo, primer día de la semana.
Dificultades con la Sociedad Romana
Dificultades con la sociedad: A finales del siglo I, el cristianismo estaba ya presente en las ciudades más importantes del imperio. Provocó diferentes reacciones, casi todas ellas, en un principio, de rechazo. En primer lugar, se negaban a dar culto al emperador, eran rechazados por los intelectuales de la época. Los cristianos vivían en una igualdad y fraternidad sospechosa.
La Respuesta de los Cristianos
La reacción de los cristianos: Los cristianos iniciaron una reflexión para explicar a la sociedad quiénes eran y por qué hacían lo que hacían. Así nació un esfuerzo para razonar la fe que tenían. Los primeros que destacan en esta tarea son los llamados «padres apostólicos».
De Iglesia perseguida a Iglesia permitida: Tras vencer a Majencio en la batalla de Puente Milvio en el año 312, Constantino publica el Edicto de Milán que otorga la libertad de culto a todos los ciudadanos romanos.
De la Iglesia permitida a Iglesia oficial: Este proceso se completó en el año 380, cuando el emperador Teodosio, con el Edicto de Tesalónica, convirtió el cristianismo en la religión oficial del Imperio. La Iglesia pasó a ser protegida por las leyes y el emperador.
La nueva situación de la Iglesia: El calendario se hace cristiano: el domingo se convierte en el día de descanso oficial y se celebran las fiestas importantes del cristianismo. Se modificaron leyes contrarias a la moral cristiana. La Iglesia provoca el gran peligro de la contaminación de ese poder político.
La Iglesia fiel a la tradición apostólica: Las herejías son interpretaciones erróneas de la doctrina cristiana. Las herejías suponían mayor peligro que las persecuciones porque dividían y confundían a la comunidad cristiana. A lo largo de los siglos IV y V se vivió un periodo de dura polémica sobre la figura de Jesús.
Conversión de los pueblos germánicos: A lo largo del siglo V, numerosos pueblos germánicos invadieron en diversas ocasiones los territorios del Imperio romano de Occidente. En el año 476 fue depuesto el último emperador.
La Europa cristiana: Tras la evangelización de los pueblos germánicos se consolidó en Europa una sociedad de cristiandad, regida por la autoridad espiritual del Papa y por el poder político del emperador. En el año 756 el papado de Roma recibió en propiedad los territorios conquistados a los lombardos. Desde este momento los sucesores de Pedro se convirtieron en jefes de Estado. Ante el avance del islam, el papa Juan XII pidió ayuda a los germanos y en el 962 coronó emperador a Otón I. Nacía así el Sacro Imperio Germánico. La unión entre el poder político y la Iglesia traería más problemas que ventajas.
El origen del monacato: Estos anacoretas se multiplicaron en oriente en muy pocos años. La mayoría de ellos vivían solos, en grutas. Otros se agrupaban espontáneamente en torno a un monje destacado que se convertía en maestro espiritual del grupo, como, por ejemplo, san Antonio Abad o san Pacomio.
La Vida en los monasterios: La práctica religiosa de la oración y la liturgia era la principal actividad de los monjes, tanto por el tiempo que les ocupaba como porque marcaba el ritmo de toda su jornada, incluida la noche. El monje realizaba durante una serie de horas al día un trabajo manual, bien fuera en el campo o en diversas actividades artesanales. El superior de la comunidad recibía el nombre de abad (padre) al que todos profesaban respeto y obediencia. Cultivaban la hospitalidad, la fraternidad y la solidaridad con los pobres y desvalidos. Los monasterios tuvieron un papel decisivo en la conservación de la cultura clásica, en la educación y en la reforma de la iglesia y se convirtieron en focos de civilización y cultura.