Portada » Filosofía » Fundamentos de Ética: Bienes, Teorías y Conciencia Moral
Un bien es aquello deseable en sí mismo, que perfecciona la naturaleza del ser, aquello hacia lo que tiende la voluntad, algo que el hombre busca por naturaleza. Existen diferentes tipos de bienes:
El bien moral es jerárquicamente superior al físico. Existe una prioridad, ya que entendemos que es preferible que el ser humano padezca un mal a que lo cometa, porque los actos tienen una repercusión interna en la persona y, por lo tanto, hacer un mal adormece la conciencia. La conciencia se educa a base de costumbres. Ejemplo: Si predicas A pero haces B, el hecho de hacer B hace que te quieras justificar, y el hecho de justificarte hace que acabes viendo B como un bien.
Los bienes humanos fundamentales se distinguen de los bienes instrumentales en que los primeros son universales, por ser fines propios del hombre en cuanto a hombre. Cuanto más fundamental es el bien, más plenitud alcanza el hombre. Si algo perfecciona al hombre, es bueno; si lo degrada, es inmoral. Los bienes instrumentales no son bienes en sí mismos, sino que tienen una finalidad.
Ejemplo: Una persona que padece cáncer pero se niega a recibir un tratamiento de quimioterapia para evitar perder el pelo y así no sentirse menos atractiva, es éticamente reprobable. Anteponer un bien instrumental a un bien fundamental (como es mantener la vida) es éticamente reprobable, ya que no se tiene en cuenta la virtud de la templanza.
Una teoría ética es un conjunto de criterios que sirven para valorar las acciones éticamente. Es un criterio. Puede ser lo útil, un bien individual, lo placentero, lo que hace un bien al hombre en tanto que hombre. Como hay diferentes criterios, hay diferentes teorías éticas.
Ejemplos:
La teoría ética es racional, por eso tiene una ética de valores que están ordenados según los derechos fundamentales del hombre. Es necesaria porque las teorías éticas nos dicen lo que es el bien. En caso de no tenerlas, las personas no podríamos ser coherentes, ya que no sabríamos diferenciar entre el bien y el mal. Podríamos decir que viviríamos en un mundo siendo como niños.
La ética racional, como teoría ética, es el conjunto de criterios que sirven para valorar las acciones éticamente. Para seguir esta ética, se tienen en cuenta nuestras acciones, nuestra conducta y sus motivos para emitir juicios éticos. Es decir, tiene en cuenta lo que hago, lo que me apetece, lo que debo hacer, lo que me dicen que debo hacer, etc.
Lo que diferencia la ética racional de otras éticas es que sigue un razonamiento lógico. La ética tiene un fundamento racional, por lo que, aunque partamos de puntos diferentes, podemos llegar a un punto intermedio. Nos permite también hacer debates éticos, es decir, una discusión racional. No es un tema personal, por lo que las emociones hay que dejarlas a un lado, porque pueden influir en la argumentación de la persona y, por lo tanto, dejar de ser racional. “Una verdad no es más verdad porque yo la sienta más”.
No se hace con una finalidad, ya que sigue los bienes fundamentales.
No hay que confundir la ética racional con la ética racionalista. La ética racional sigue los bienes fundamentales, los principios del bien común. Mientras que la ética racionalista… (BUSCAR)
No, la emotividad no es el criterio definitivo para valorar la moralidad. Las decisiones morales deben ser racionales, pero no desvinculadas de la realidad del hombre, es decir, han de basarse en la búsqueda del conocimiento del ser humano y en aquello que constituye la plenitud humana o la vida lograda. El conocimiento ético es tarea de la razón.
El criterio moral solo se encuentra en él, en sí mismo, y se encuentra mediante la razón.
El intelectualismo moral se basa en conocer el bien. En dicha doctrina, lo que determina que una persona sea moralmente buena es el hecho de que sepa qué es lo correcto. Sin embargo, en cuanto a la ética moral (racional), no basta con saber la teoría, sino que además hay que ponerla en práctica, dado que los actos humanos forman parte del ser humano en tanto que hombre. Por lo tanto, podemos decir que el intelectualismo moral no es plausible, porque no deja de ser un reduccionismo, en tanto que reduce el bien moral al nivel intelectual, impidiendo que se concretice en los actos. Son los actos y las omisiones de los actos lo que define cómo es la persona.
Nos podemos encontrar con que la conciencia sea verdadera pero segura o que, en cambio, la conciencia sea errónea e insegura. No es lícito actuar dudosamente, aunque se acierte.
Se puede considerar la objeción de conciencia como una forma de resistencia hacia una norma, siempre que dicha objeción se produzca por la aparición de un conflicto entre las obligaciones morales o religiosas de la persona y el cumplimiento de un precepto legal. Se trata, por lo tanto, de un conflicto entre un deber moral y uno legal. La ley civil estipula la objeción de conciencia como un acto legítimo. Por lo tanto, negarse a realizar una acción que te imponga tu superior si va en contra de tus principios éticos o religiosos es legítimo. Es decir, no te pueden demandar por ello, pero sí despedirte improcedentemente.
La sindéresis es la tendencia al conocimiento de los principios éticos universales (los cuales son absolutos, comunes en todas las culturas y en todos los tiempos). Se trata de un conocimiento que modula la sensibilidad práctica, la que te orienta a realizar acciones éticas buenas. La sindéresis requiere los siguientes tres principios: el primer principio de la razón práctica (buscar el bien y evitar el mal), conocer los bienes humanos fundamentales y tener las cuatro virtudes fundamentales.
Los primeros principios de la sindéresis son:
La frónesis es la virtud intelectual que consiste en la capacidad del entendimiento de juzgar rectamente en la vida práctica. Es decir, nos permite emitir un juicio racional correcto de un acto concreto basándonos en un pleno entendimiento y respeto de todos los ámbitos implicados. La frónesis es, por lo tanto, la virtud de la prudencia dirigida a los problemas prácticos, requiriendo pues la reflexión. Es necesaria para poder actuar éticamente de forma lícita, ya que hay que saber concretar para poder tender al bien y no dejar el bien en algo abstracto.
Ejemplo 1 de un acto humano voluntario indirecto: Un médico comete un error y, aunque no lo supiera, es su deber saberlo. Es un efecto previsible para el personal de su profesión, pero como él no lo sabía, no lo ha querido hacer. Sin embargo, es responsable de ello.
Ejemplo 2 de un acto humano voluntario indirecto: Un joven sale de fiesta, bebe, coge el coche, causa un accidente y muere alguien (efecto previsto, pero no querido, hay responsabilidad).
Ejemplo 1 de un acto humano directo: Un facultativo que realiza la eutanasia a un paciente con una enfermedad crónica mortal. El facultativo prevé y quiere la muerte anticipada de su paciente, por voluntad de este. Por lo tanto, hay responsabilidad ética/moral. En este caso, no está cumpliendo uno de los bienes fundamentales del ser humano, el mantenimiento de la vida.
Ejemplo 2 de un acto humano directo: Pegar a alguien como acto de venganza.
Objeto moral (finis operis): Se suele llamar también objeto elegido. Son los medios o alternativas que yo elijo para realizar aquella acción. Es importante no confundirlo con la simple descripción física de la acción, ni con sus efectos. Un mismo comportamiento físico puede dar lugar a distintos objetos morales. Por lo tanto, el objeto moral es el aspecto ético de una acción física. El objeto es la elección deliberada de una alternativa de acción, es decir, entre todas las acciones u omisiones que podría haber elegido, he escogido una en concreto con una motivación en particular. El objeto moral está determinado por el fin y las circunstancias de la acción.
El objeto moral es el acto externo de mi acción.
Se distingue el objeto moral del objeto físico (objeto físico = la acción en sí descrita objetivamente).