Portada » Psicología y Sociología » El Duelo: Cómo Afrontarlo y Superarlo – Niños y Adultos
El duelo es una respuesta natural a cualquier tipo de pérdida, aunque se manifiesta con mayor intensidad tras el fallecimiento de un ser querido. No se trata de un sentimiento único, sino de una compleja sucesión de emociones que requieren tiempo para ser procesadas y superadas. No es posible acelerar este proceso.
Es común que los afectados experimenten enfado hacia el personal médico que no pudo evitar la muerte, hacia familiares y amigos que, a su juicio, no hicieron lo suficiente, e incluso hacia la persona fallecida por haberlos abandonado. Otro sentimiento frecuente es el de culpa. A esto le sigue una sensación de tristeza profunda o depresión, aislamiento y silencio. Los momentos de gran aflicción pueden surgir en cualquier instante.
Con el tiempo, el dolor agudo de la fase inicial del duelo comienza a remitir. La depresión disminuye y se empieza a pensar en otras cosas, incluso en el futuro. La mayoría de las personas en duelo se recuperan en el primer o segundo año tras el fallecimiento. La fase final del proceso implica desvincularse emocionalmente de la persona fallecida y comenzar un nuevo capítulo en la vida. La depresión desaparece por completo, el sueño mejora y el nivel de energía se normaliza. El deseo sexual, que puede haber estado ausente durante un tiempo, regresa; esto es completamente normal y no debe ser motivo de vergüenza.
Algunas personas parecen no experimentar el duelo de forma evidente. No lloran en el funeral, evitan hablar de la pérdida y retoman su vida normal rápidamente. En ocasiones, esto se debe a que la pérdida no se percibe como propia. En otros casos, la fase inicial de aturdimiento e incredulidad puede prolongarse. A veces, la depresión puede intensificarse hasta el punto de rechazar la comida y la bebida, y pueden surgir pensamientos suicidas que requieran la intervención médica.
Es fundamental ser completamente honestos con los niños respecto a la muerte. Los niños pueden y deben percibir que los adultos están tristes o lloran, que sienten la pérdida tanto como ellos. Sin embargo, se debe evitar que presencien escenas desgarradoras de dolor y pérdida de control por parte de los adultos.
Es mejor hablar de la muerte con el niño lo antes posible. Se debe buscar un momento y un lugar adecuados, y explicar lo ocurrido con palabras sencillas y sinceras.
Se debe explicar la causa de la muerte con pocas palabras. Por ejemplo:
Si preguntan «¿por qué?», se puede responder que los adultos también se hacen esas preguntas o que, simplemente, no se sabe la respuesta. Es importante que comprendan que todos los seres vivos mueren algún día.
Para los niños menores de 5 años, la muerte es algo provisional y reversible. Se debe ser paciente y explicarles repetidamente lo ocurrido y el significado de la muerte. Es importante usar la palabra «muerto» en lugar de eufemismos como «se ha ido a dormir». Se puede hacer referencia a la muerte en la naturaleza o de animales de compañía para facilitar la comprensión.
Animar al niño a asistir y participar en el velatorio, funeral y entierro puede ayudarle a comprender la muerte y a iniciar el proceso de duelo. Es aconsejable explicarle con antelación qué verá, qué escuchará y el porqué de estos ritos. También se puede animar al niño a ver el cadáver, explicándole que ya no siente nada y que no es como un sueño, que el cuerpo no volverá a despertarse. Lo ideal es que el niño pueda pasar un tiempo a solas con el fallecido. Si el niño no quiere participar, no se le debe obligar ni hacerle sentir culpable. Si los padres están demasiado afectados, otra persona cercana puede acompañar al niño durante estos actos.
Es crucial animar al niño a expresar sus emociones (rabia, miedo, tristeza, etc.). Si perciben que sus sentimientos son aceptados, los expresarán con mayor facilidad, lo que les ayudará a vivir la separación de manera más adecuada. Los cambios en el carácter, los cambios de humor, la disminución del rendimiento escolar y las alteraciones en la alimentación y el sueño son formas comunes de expresar el sufrimiento.
Si se observan varios de estos signos de forma prolongada, es recomendable buscar ayuda profesional.