Portada » Lengua y literatura » Mester de Juglaría y Clerecía: Diferencias, Autores y Obras Clave de la Literatura Medieval Española
El Mester de Juglaría y el Mester de Clerecía son dos corrientes literarias fundamentales de la Edad Media en España. A continuación, se detallan sus principales diferencias:
Gonzalo de Berceo, clérigo, es el primer poeta castellano conocido. Sus escritos se han conservado en gran parte, permitiendo el estudio de su obra. Su obra más importante es Milagros de Nuestra Señora, dedicada a la Virgen María.
Compuesto por más de 1700 estrofas de carácter variado, el Libro de Buen Amor, escrito por Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, basa su unidad en el estilo, el tono y la personalidad del autor, así como en el supuesto autobiografismo del relato principal.
Abundan los refranes, el vocabulario popular y los diálogos vivos y naturales.
Existen varias interpretaciones sobre la verdadera intención de la obra. Algunos defienden su carácter didáctico, mientras que otros consideran que el tono humorístico, amable y hedonista de los distintos episodios constituye una invitación al goce y disfrute de los aspectos más sensuales de la existencia.
La prosa comienza a desarrollarse en el siglo XIII, con la creación de las universidades, lo que favorece la transmisión del conocimiento y la literatura.
El rey Alfonso X fue el impulsor del desarrollo de la prosa castellana. Por razones políticas y culturales, elevó el castellano al rango de lengua oficial. Alfonso X dirigió y supervisó una serie de obras realizadas por equipos de sabios y traductores, con el objetivo de recoger todo el saber de su tiempo. Planeó dos obras históricas: la Estoria de España y la General Estoria. Impulsó el libro de las Siete Partidas. La supervisión de las obras por parte del rey puso un énfasis especial en la corrección del lenguaje. Su esfuerzo por fijar la ortografía, enriquecer la sintaxis oracional y ampliar el vocabulario, abrió el camino para la creación de una prosa más compleja. Como creador, compuso en gallego las Cantigas de Santa María, una colección de poemas y canciones con elogios a la Virgen y relatos de sus milagros.
La prosa castellana se normaliza en el siglo XIV y se inicia la creación de relatos de ficción, tomando como modelos cuentos orientales de finalidad didáctica, conocidos como «ejemplos».
Don Juan Manuel es el inaugurador de la ficción literaria castellana en prosa. Creador de una amplísima obra dedicada a la educación de los nobles, debe su fama al libro El Conde Lucanor, escrito hacia 1335. La parte más importante del libro es la primera, que consta de cincuenta y un ejemplos o cuentos didácticos organizados con la misma estructura:
El estilo pretende ser sencillo y natural, según declara el autor, ya que está dirigido a un público inculto.
Las historias incluidas tratan temas muy diversos, siempre desde la ideología de un noble que defiende los valores sociales y religiosos. Los argumentos están tomados de colecciones de cuentos orientales, pero Don Juan Manuel los reelabora y adapta al público.
El siglo XV es el período de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna.
Se desarrolló en España en un contexto de guerras civiles, pero la unificación de los reinos de Aragón y de Castilla, conseguida gracias al matrimonio de los Reyes Católicos, sentó las bases, con la conquista de Granada y el descubrimiento de América (1492), del futuro Imperio Español.
La renovación más decisiva de este período se produjo en el mundo científico y cultural:
El peso de la religión se debilita. El choque entre estas dos mentalidades se refleja en la literatura española.
En cuanto a la lengua literaria, se producen varios fenómenos importantes:
La lírica cortesana es un arte literario desarrollado en las cortes durante los siglos XIV y XV. Se ha conservado por medio de los cancioneros que recogían la producción de los poetas. Los más importantes son el Cancionero de Baena, el Cancionero de Estúñiga y el Cancionero General de Hernando del Castillo.
En esas recopilaciones predomina la poesía culta. Se trata de breves canciones líricas, ingeniosas composiciones de estilo ligero y metros cortos, destinados al canto. Sus temas, amorosos o satíricos, siguen reflejando los tópicos provenzales, en especial el del amor cortés.
A medida que avanza el siglo, se nota la influencia italiana de Dante y Petrarca y el gusto por la imitación de la literatura clásica latina. El predominio de la poesía cortesana no debe hacer olvidar la importancia de la poesía satírica de fuerte contenido social.
Jorge Manrique es un poeta de producción reducida: unas cincuenta composiciones, la mayoría de las cuales son poesías amorosas, de influencia trovadoresca y carácter cortesano, que revelan su habilidad técnica e imaginación metafórica.
Jorge Manrique sería uno más entre los poetas recogidos en los cancioneros, de no haber compuesto las Coplas por la muerte de su padre, una de las grandes obras poéticas de nuestra historia literaria.
La elegía que Jorge Manrique compuso tras la muerte de su padre es una de las composiciones funerales más perfectas y emotivas de la lírica castellana.
Esta obra está formada por cuarenta coplas de dos sextillas de pie quebrado, también llamadas estrofas manriqueñas. En general, en cada estrofa se desarrolla una idea completa. Por lo que respecta a la estructura interna, se pueden distinguir tres partes:
Manrique adopta ante la muerte una postura llena de serenidad y esperanza en la nueva vida. De este modo, la vida terrenal y perecedera aparece condicionada por la vida eterna. Para el poeta, lograrla implicaría llevar una existencia honrosa, la vida de la fama, una vida austera y eficaz que deje buena memoria entre los hombres y venza así a la muerte.
Dentro de las formas poéticas populares, el romance ocupa un lugar destacado desde el siglo XIV hasta hoy. En ese siglo, los cantares de gesta entran en decadencia y sobreviven así las partes de mayor interés para el público, los momentos más intensos desde el punto de vista narrativo o emotivo. Suele definirse como un género épico-lírico.
El conjunto de romances tradicionales de creación anónima, transmisión oral y compuesto para el canto recibe el nombre de Romancero Viejo. Estos romances surgen en los siglos XIV y XV, y perviven con numerosas versiones distintas de cada uno.
La popularidad alcanzada por los romances tras su recopilación en cancioneros hizo que, en los siglos XVI y XVII, todo tipo de escritores compusieran infinidad de obras a imitación de las tradicionales. Estas reciben el nombre de Romancero Nuevo o Artístico. Su transmisión es escrita, son de autor conocido y ya no están sujetas a las variaciones propias de la transmisión oral.
El romance es un poema no estrófico, es decir, de extensión variable. Está compuesto por versos octosílabos con rima asonante en los versos pares; los impares quedan sueltos.
Su transmisión oral es la causa, al igual que ocurría en los poemas del mester de juglaría, de que algunos recursos estén dirigidos a teatralizar los acontecimientos relatados y a dirigir la actitud del auditorio. Así ocurre, por ejemplo, en:
Las repeticiones, los recursos paralelísticos, las aliteraciones, que subrayan los nombres de los protagonistas o de lugares donde transcurren los hechos, refuerzan la memorización del poema.
Quizá la característica más peculiar sea la tendencia a la fragmentación, sin exponer los antecedentes de la acción. Sin apenas introducciones, se nos sitúa bruscamente en mitad del hecho narrado. Basta el primer verso para dar el tono de la acción y crear la atmósfera del poema.
Pero más significativo es que se acaban también en el momento de mayor intensidad. Así, el romance se caracteriza por su capacidad de sugerencia, pues causa una gran intensidad imaginativa y emocional en el oyente.
Por otro lado, cabe señalar que algunas características del lenguaje épico también se conservan, tales como:
Se han propuesto diversas clasificaciones para los romances. Las más importantes se agrupan en:
La escritura en prosa experimenta un gran desarrollo en el siglo XV gracias a la aparición de la imprenta. En la prosa didáctica de carácter moral destaca El Corbacho, obra del Arcipreste de Talavera, y en la prosa histórica se escriben las crónicas de diversos reinados. También aparecen libros de viajes con narraciones de viajes a lugares exóticos.
A mediados del siglo XV surge un nuevo género novelesco: la novela sentimental. Las novelas sentimentales relatan amores desdichados o imposibles con final trágico y realizan un exhaustivo análisis de la pasión amorosa. También las novelas de caballerías comenzaron a hacerse populares ya en el siglo XV, pero su difusión y su éxito se producirán en el siglo XVI.
De todos los géneros literarios medievales, el teatro es del que menos textos se conservan: un fragmento muy breve del siglo XII conocido como Auto o Representación de los Reyes Magos y las obras de corta extensión de Gómez Manrique, ya en el siglo XV.
El teatro castellano nace ligado a las celebraciones religiosas: en algunos ritos litúrgicos había partes de la celebración que adquirían un cierto carácter dramático. Con el tiempo, esas dramatizaciones se harían más complejas, permitiendo la introducción de elementos profanos y enriquecidos por su escenificación. Son los dramas litúrgicos.