Portada » Historia » Crisis del Antiguo Régimen en España: Independencia y Constitución de 1812
La crisis de la monarquía absoluta, que se arrastraba en España desde las últimas décadas del siglo XVIII, desembocó finalmente entre 1808 y 1814 en la implantación de un régimen liberal no democrático. A lo largo de estos años, en un contexto de guerras y revolución, se fraguó el Estado liberal y se modificaron los fundamentos de la sociedad estamental. Este proceso es conocido como revolución liberal. La Guerra de la Independencia entre 1808 y 1814 contra Napoleón precipitó la crisis política interna de la monarquía absolutista y dio lugar a las viejas estructuras políticas y sociales.
La abdicación de Carlos IV en 1808 y la ocupación de las tropas francesas en el territorio español hicieron que estallara la Guerra de la Independencia. Tras la llegada de la familia real a Bayona, Napoleón forzó una serie de abdicaciones que pusieron al reino en sus manos, e inmediatamente nombró rey a su hermano, que reinó bajo el nombre de José I (1808-1813). Pero la hostilidad creció hacia los invasores y trajo consigo consecuencias como el levantamiento del 2 de mayo en Madrid, que se extendió por todo el país. El ejército y las instituciones se sumieron en una pasividad total frente a los invasores, lo que llevó a los sublevados a organizar juntas locales y provinciales y después la Junta Suprema Central. Las juntas asumieron la autoridad en nombre del pueblo ante el vacío de poder que se había generado, y se negó la legitimidad de las abdicaciones en Bayona. Sin embargo, las juntas estaban formadas sobre todo por nobles, ilustrados, oligarquías y grupos mercantiles, todos en contra de los invasores y a favor de Fernando VII.
Fue una guerra civil porque enfrentó a partidarios de José I (afrancesados) y a los que se oponían a la invasión (patriotas). Fue un conflicto internacional entre las dos grandes potencias del momento, Francia e Inglaterra, que hicieron del territorio español escenario de su enfrentamiento. Fue una guerra de liberación nacional. En definitiva, la Guerra de la Independencia en España fue una guerra de liberación nacional, decisiva en el surgimiento y cristalización del nacionalismo español. Finalmente, por el Tratado de Valençay en 1813, Napoleón reconoció a Fernando VII como rey de España, aunque las tropas francesas no abandonaron Cataluña hasta 1814.
José I no pretendía gobernar como un monarca absolutista, sino que su proyecto político lo plasmó en el llamado Estatuto de Bayona, en realidad una carta otorgada que presentó a los españoles al poco de ser coronado rey. Sus objetivos, en gran medida coincidentes con la obra legislativa de las Cortes de Cádiz, fueron:
En 1809 la Junta Suprema Central decidió convocar Cortes Generales y Extraordinarias como única salida al vacío de poder y como respuesta al proyecto reformista de los afrancesados. Las Cortes, según su tendencia política, se dividieron en:
La Constitución de 1812 plasmó los conceptos fundamentales del liberalismo español:
En esta selección de artículos de la Constitución de 1812, promulgada el 19 de marzo, se subraya que la nación es soberana y no puede ser patrimonio de nadie. Por su libre voluntad se constituye en monarquía moderada (no absoluta), confesional, con división de poderes y amplias atribuciones de la Corona. Establece la unidad de fuero, reconoce la libertad de opinión y consagra otros derechos individuales como el de propiedad.
El alcalde de Móstoles advierte a las autoridades de los pueblos cercanos que las tropas francesas controlan al ejército español, la ciudad de Madrid y sus aldeanos. La alianza y la amistad con Francia han derivado en una invasión en toda regla. En consecuencia, el alcalde anima a los españoles a levantarse en armas contra el invasor.