Portada » Historia » El Proceso de Democratización en España tras Franco: 1975-1982
La muerte de Franco en noviembre de 1975 convirtió a Juan Carlos de Borbón en Rey de España, heredando los poderes del dictador que había gobernado el país durante casi cuarenta años. Poco después, Don Juan renunciaría a sus derechos dinásticos en favor del Rey. En su primer discurso como monarca, Juan Carlos I manifestó el deseo de ser rey de «Todos» los españoles, ruego que también manifestó el cardenal Tarancón en la misa de entronización.
El primer gobierno de la monarquía estuvo presidido por Arias Navarro, poco proclive al cambio. Sin embargo, en este gobierno había ministros partidarios de una evolución: Fraga, Areilza, Suárez y Martín Villa. Arias era un obstáculo para el cambio, y el Rey logró que presentara su dimisión, nombrando como Jefe del gobierno a Adolfo Suárez. Junto a él, se incorporaron hombres jóvenes que habían ocupado cargos en el Régimen franquista, pero decididos a la democratización del país. Paralelamente, se nombró como presidente de las Cortes a Torcuato Fernández Miranda, otro hombre de confianza del Rey.
Una parte del franquismo, el denominado «Búnker«, se oponía a cualquier cambio y prefería mantener los principios ideológicos del «movimiento». Otra parte, el «reformismo«, pretendía llegar a un estado democrático mediante reformas emprendidas a partir de la legalidad franquista. A pesar de los contactos con el monarca, lo veían como un heredero y continuador del dictador. La Junta Democrática (PCE) y la Plataforma Democrática (PSOE) se fusionaron en la Platajunta con el objetivo de impulsar la democratización. El gobierno de Adolfo Suárez emprendió la transición a la democracia como un proceso de reforma política (no de ruptura, es decir, «ir de la ley a la ley»). Para ello, fue decisiva la Ley para la Reforma Política, que permitiera el cambio deseado y que, para tener plena validez, debía ser aprobada por las Cortes franquistas y después por el pueblo mediante referéndum. Fue aprobada por las cortes franquistas, que de esta manera se autodisolvían, y luego mayoritariamente por el pueblo español el 15 de diciembre de 1976.
La legalización de las agrupaciones o formaciones políticas fue el paso necesario tras la aprobación de la Ley de Reforma Política. La legalización del PCE planteó especial dificultad por la resistencia de muchos sectores franquistas y del ejército. El 9 de abril de 1977 (Sábado Santo) se legalizó el PCE, que aceptó la bandera de España. Igualmente, se legalizaron sindicatos como UGT y CCOO. Legalizados los partidos, se celebraron en junio de 1977 las primeras elecciones democráticas de la Transición, cuya tarea principal sería la elaboración de una Constitución que organizase el sistema político. El vencedor fue el partido creado por Adolfo Suárez, UCD (Unión de Centro Democrático). El segundo partido fue el PSOE. Este parlamento democráticamente elegido tenía la legitimidad para emprender la elaboración de una Constitución que se caracterizó por el consenso de las fuerzas políticas en su redacción. El 6 de diciembre de 1978, los españoles respaldaron el texto constitucional con un 87,8% de votos a favor frente a un 7,8% en contra.
Las elecciones de febrero de 1979 dieron una nueva victoria a UCD, cuyo mandato llegaría hasta febrero de 1981 y sería continuado por Leopoldo Calvo Sotelo. Este periodo tuvo dificultades que lo hicieron enormemente complejo y difícil, lo que hace que la transición fuera muy meritoria. Entre los problemas y dificultades de estos años, señalamos:
En enero de 1981, Adolfo Suárez estaba ya desgastado políticamente por el proceso de transición. El 23 de febrero de 1981, mientras se votaba en el Congreso de Diputados la investidura del nuevo presidente del gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, se produjo el intento de Golpe de Estado del teniente coronel Tejero, apoyado en Valencia por el General Milans del Bosch y auspiciado por el general Armada. El gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo se extendió hasta octubre de 1982, en el que obtuvo mayoría el PSOE. Tanto la superación del golpe de Estado como la alternancia democrática del partido de la oposición demostraban la suficiente estabilidad de la democracia. La Transición había terminado.