Portada » Lengua y literatura » Novela Española de Posguerra: Cela, Laforet y Delibes en los Años 40
Tras la Guerra Civil, la vida literaria española atraviesa grandes dificultades: muchos escritores han muerto y otros se encuentran en el exilio. Las circunstancias políticas y la censura impiden la continuación de la novela de corte social. Los escritores toman como maestro a Pío Baroja, el único que parece conectar con sus preocupaciones. La novela permanece estancada hasta aproximadamente 1945, año en que se instaura el Premio Nadal.
El existencialismo, un movimiento filosófico europeo, se desarrolla en el periodo de entreguerras (1918-1939) y después de la Segunda Guerra Mundial. Sus máximos representantes son Heidegger y Sartre. En esta época, encontramos múltiples tendencias:
Sin embargo, las dos tendencias más importantes son el tremendismo, iniciado por Camilo José Cela con La familia de Pascual Duarte (1942), y la novela existencial, que comienza con Nada, de Carmen Laforet (1945), y continúa con La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes (1948). La característica principal es el reflejo amargo de la vida cotidiana. Abundan los personajes marginados, angustiados y desorientados. En cuanto a la técnica y el lenguaje, las novedades son escasas; se siguen las formas tradicionales: narración cronológica lineal y narrador en tercera persona, ausencia de saltos temporales y sencillez. En conjunto, no puede hablarse de una novela social, que la censura hace imposible. Temáticamente, las novelas de este periodo giran en torno a la amargura de las vidas cotidianas, la soledad, la inadaptación, la muerte y la frustración. Las causas de esta amargura vital se encuentran en la sociedad española de los años cuarenta (pobreza, incultura, violencia, persecución política, falta de libertades), pero en ninguna de estas novelas encontraremos una crítica o denuncia directa.
La familia de Pascual Duarte es una manifestación de incalculable valor histórico y documental. Sorprende que en aquellos años tan complicados se pudiera editar una novela que no se limitara a cantar las excelencias de los vencedores de la contienda, sino que, por el contrario, narrara con toda crudeza y crueldad la historia de un hombre de extracción miserable que es condenado a muerte. Sorprende que se legitimara un manifiesto tan explícito del pesimismo, la violencia y la crítica social. La novela transcurre en un ambiente rural. El protagonista, Pascual Duarte, nace y vive condicionado por la miseria social y espiritual de la que no puede sustraerse. Cela posee una visión negativa de la vida: los personajes, llenos de taras físicas y morales, viven en un mundo hostil e inhumano. El humor de la novela es patético, digno de un autor representante del tremendismo. Sus páginas están llenas de sangre, situaciones de odio, primitivismo, pobreza, incultura y bajos instintos.
Nada, de Carmen Laforet, es precursora del realismo social de los años 50. Andrea, la protagonista, llega a Barcelona para cursar sus estudios universitarios. Instalada en casa de unos parientes en la calle Aribau, experimenta desagradables experiencias. El ambiente está contaminado por la extravagancia y las deformaciones morales de una familia formada por un pintor fracasado, una mujer cuyo coraje provoca comentarios que cuestionan su honestidad, un músico vanidoso y desquiciado, una tía intransigente e histérica, una mujer extraña y repelente, y la abuela, único personaje generoso y entrañable. Andrea pretende escapar de ese ambiente familiar y se refugia en el mundo universitario. Se hace amiga de Ena, pero fatalmente esta cumple unos extraños y antiguos proyectos de venganza, que consisten en satisfacer su afán de saldar un antiguo agravio de Román (el músico) a la madre de Ena. Como en La familia de Pascual Duarte, la atmósfera es irrespirable: la vida transcurre bajo el asfixiante ambiente de la guerra, reflejado en un mundo de miseria moral y material. Los caracteres están magistralmente dibujados y la obra está llena de amenidad e intriga.