Portada » Lengua y literatura » Tendencias del Teatro Comercial en España: Desde Benavente hasta Muñoz Seca
Los gustos del público burgués, que buscaba en el teatro exclusivamente diversión, determinaron la orientación del teatro anterior a 1936. Por esta razón, suelen establecerse dos grandes tendencias en este período: el teatro de éxito comercial y el teatro renovador. El primero es un teatro costumbrista, cómico o melodramático que rehúye los planteamientos ideológicos y continúa con las formas dramáticas tradicionales. El segundo es renovador en sus formas y en sus temas, y debió esperar muchos años para ser valorado.
Dentro del teatro comercial, distinguimos tres tendencias:
La comedia burguesa se convirtió en el teatro más aplaudido por el público tradicionalista que había disfrutado con las obras de Echegaray. Evolución formal e ideológica de aquellas, respetuosa con sus principios, la comedia burguesa estaba fundamentada en una actitud crítica hacia la sociedad burguesa y aristocrática, revitalizando la “alta comedia”. Jacinto Benavente (Premio Nobel en 1922) fue, con sus casi doscientas obras, el autor de mayor éxito de la época y el principal representante de esta corriente. Sus inicios renovadores (la fuerte crítica a la situación de la mujer casada en la sociedad española de la época que realiza en El nido ajeno provocó tal revuelo que la obra tuvo que ser retirada –sólo los jóvenes del 98 la aplaudieron-) no auguraban el éxito comercial, lo que llevó al autor a torcer su rumbo y convertirse en el cronista dramático de su época. Sus obras se caracterizan por el dominio de los recursos escénicos y la habilidad e ingenio de sus diálogos. La mayor parte de su producción, desarrollada en ambientes burgueses o de la alta sociedad, tiene como tema la crítica amable y superficial de los vicios y los defectos de la burguesía. Sus obras más importantes son: El nido ajeno (1894), La comida de las fieras (1898) y Rosas de otoño (1905), críticas suaves de los convencionalismos de la sociedad burguesa; Los intereses creados (1907), su obra más famosa; La malquerida (1913)…
La comedia benaventina se continuó en los años de posguerra, cultivada por autores como Luca de Tena o Calvo Sotelo.
Comparte con ella sus principales características:
El teatro poético gozó también de gran aceptación. Estaba escrito en verso, al estilo modernista, sonoro y musical. Influido por el drama romántico, trató temas de carácter histórico que permitían exaltar hechos y personajes del pasado. Su función fue la de ofrecer a una conciencia nacional en crisis unos arquetipos de puro idealismo, que acabaron por convertirse en ejercicios retóricos para un público que se dejaba llevar por el ensueño. Dentro de este terreno, recordaremos el trabajo de Eduardo Marquina (de quien sobresalen dos obras de corte histórico: Las hijas del Cid y En Flandes se ha puesto el sol), Francisco Villaespesa (El alcázar de las perlas) y, especialmente, los hermanos Manuel y Antonio Machado (que adquirieron gran popularidad con La Lola se va a los puertos, cuya protagonista, una “cantaora”, simboliza el espíritu de la copla andaluza tradicional).
El teatro cómico o popular alcanzó un gran éxito de público. Se basó en versiones escénicas de cuadros costumbristas de tradición romántica, donde predominaban ambientes pintorescos, personajes tipo y un sustrato ideológico conservador.
El más popular de sus autores fue Carlos Arniches. Arniches triunfó con sus sainetes costumbristas ambientados en un Madrid pintoresco y popular, con personajes que se expresan en una graciosa habla castiza: El santo de la Isidra (1898), Los milagros del jornal (1924) o El puñao de rosas (1902). Posteriormente, cultivó la llamada tragedia grotesca, que une lo caricaturesco y lo conmovedor, con una actitud crítica ante las injusticias, como vemos en La señorita de Trévelez (1916).
Los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero crearon un teatro identificado con los temas y ambientes de la Andalucía tópica y tradicional. Todas sus obras son cuadros de costumbres con una visión siempre optimista de la vida. Así lo vemos en El patio (1900) o Malvaloca (1912).
Finalmente, nos detendremos en la obra de Pedro Muñoz Seca, creador del subgénero cómico del astracán, basado en situaciones disparatadas y juegos de palabras que buscan la risa del público. Su obra más importante fue La venganza de don Mendo (1918), parodia de los dramas históricos neorrománticos y del teatro poético en verso.