Portada » Lengua y literatura » Pensamiento y Sociedad en los Siglos XVIII y XIX: Ilustración, Romanticismo y España
La Ilustración fue un movimiento cultural que renovó profundamente el pensamiento a lo largo del siglo XVIII. Sus rasgos principales son:
Los principios ilustrados comienzan a tener una repercusión directa en la vida social con la propagación de ideas como la eliminación de la esclavitud y la tortura. Se vuelve la mirada al clasicismo francés y a los modelos clásicos grecolatinos, dando lugar al Neoclasicismo. En literatura, se siguen una serie de reglas: distinción entre épica, lírica y dramática; separación de tragedia y comedia; y respeto en las obras teatrales de las unidades de lugar, tiempo y acción.
Con el paso de los años, una nueva sensibilidad se extiende entre los artistas dieciochescos, revalorizando el individualismo, el sentimiento y el instinto. Las ideas del filósofo ginebrino Jean-Jacques Rousseau son decisivas para la extensión de esta corriente sentimental, que preludia el Romanticismo del siglo siguiente, denominada Prerromanticismo.
España comienza el siglo XVIII sumida en una profunda crisis tras la desaparición de la dinastía de los Austrias, que da lugar a la Guerra de Sucesión entre los partidarios de Felipe de Borbón y los del archiduque Carlos. La contienda tiene un carácter internacional, porque Francia apoya al primero y Austria al segundo. Tras el fin de la guerra, ocupa el trono español Felipe V (1714-1746), primer rey de la dinastía de los Borbones. El conflicto dividió al país, agotó sus reservas económicas y mermó sus posesiones.
Un período de mayor estabilidad es el del reinado de Fernando VI (1746-1759), destacando la buena administración del ministro Ensenada. Durante el reinado de Carlos III (1759-1788) se acentúan las reformas, aunque no sin conflictos, como la expulsión de los jesuitas en 1767. Ministros ilustrados como Aranda y Campomanes dirigen entonces la actividad política.
El temor a las reformas es aún más acusado durante el reinado de Carlos IV (1788-1808) como consecuencia de la Revolución Francesa. El hombre fuerte de este período será Godoy. Aunque impulsó reformas interiores y contó por momentos con el apoyo de ilustrados como Jovellanos, Meléndez Valdés o Moratín, desarrolló una mala política exterior con graves consecuencias internas.
Durante esta centuria, España registró una mejora económica, pero las condiciones de vida para la gran mayoría seguían siendo penosas. Las reformas ilustradas se encaminaron a mejorar la situación incrementando la producción agrícola, desarrollando el comercio y abriendo nuevas vías de comunicación. Todo ello produjo un incremento de la circulación del dinero y de la actividad económica.
La sociedad seguía dividida en estamentos: los nobles vivían de las rentas y cargos municipales; el clero disponía de las riquezas de la Iglesia; artesanos y comerciantes fueron constituyendo una importante burguesía; y los campesinos vivían en condiciones muy precarias. En peor situación aún se encontraban mendigos, gitanos y esclavos. Aunque las reformas ilustradas contribuyeron a minar esta estructura social estamental, las resistencias fueron muy fuertes.
Los ilustrados hicieron hincapié en el desarrollo económico y en las reformas educativas. Se crearon las Sociedades Económicas de Amigos del País, el Real Seminario de Vergara y el Instituto de Gijón, promovido por Jovellanos. Existían contradicciones entre los propios ilustrados, y las pugnas entre ilustrados y tradicionalistas preludian las contiendas sociales e ideológicas de la España contemporánea.
Se conoce como Romanticismo al movimiento cultural que se opone a los principios característicos de la Ilustración y que es resultado de la profunda crisis social e ideológica de un mundo en acelerado cambio. Los rasgos característicos del Romanticismo son:
Puede hacerse la distinción entre el Romanticismo tradicional o conservador y un Romanticismo liberal o progresista.
Este fue un período de intensas turbulencias. Numerosos errores diplomáticos de Godoy y las rivalidades entre Carlos IV y su hijo Fernando conducen a la invasión francesa de 1808. Comienza entonces la Guerra de la Independencia. La llegada de los franceses coloca en el trono al hermano de Napoleón, el rey José I. Ilustrados como Moratín apoyan el nuevo régimen, pero la composición social e ideológica de los que se oponen al régimen impuesto por las tropas napoleónicas es muy heterogénea.
Esta situación se manifiesta con toda claridad al final de la guerra. Las Cortes de Cádiz habían aprobado la Constitución de 1812, pero el nuevo rey, Fernando VII, hace caso omiso de la Constitución y comienza un período de gobierno absolutista. En 1820 se produce una nueva invasión francesa. Entretanto, tropas dirigidas por los independentistas Bolívar, Sucre o San Martín infligen sucesivas derrotas a los ejércitos realistas y consiguen la independencia de la mayoría de las naciones americanas.
A la muerte de Fernando VII en 1833, esa división conduce a la guerra civil entre absolutistas o realistas. La guerra entre carlistas e isabelinos concluyó en 1839 en el norte y en 1840 en el Levante. Dada la minoría de edad de Isabel, ejerce de regente hasta 1840 su madre, María Cristina.
La comedia sentimental es un género de origen francés que llega a España a mediados de siglo. Es un género entre la tragedia y la comedia, con final feliz. Sus temas fundamentales son la crítica del matrimonio desigual y la exaltación de los valores burgueses. Su mayor mérito literario consiste en incorporar un nuevo lenguaje, con vocabulario procedente de la ciencia, los negocios o la filosofía. El drama sentimental español más importante es El delincuente honrado, de Jovellanos.
Los ilustrados españoles pretendían crear una tragedia española, pero carecían de una tradición autóctona consolidada. El intento de crear una tragedia española no tuvo éxito; fueron pocas las obras que se escribieron y no contaron con el favor del público. Ejemplos de estas obras son Pelayo de Jovellanos, Raquel de García de la Huerta y Sancho García, Conde de Castilla de Cadalso.
La comedia neoclásica o comedia de buenas costumbres tampoco logró triunfar hasta muy tarde, con las obras de Leandro Fernández de Moratín, por lo que se habla de la comedia moratiniana. En la comedia neoclásica, los autores más destacados son Tomás de Iriarte y Leandro Fernández de Moratín. Iriarte escribe La señorita malcriada.